Gerard no sabe si regresar a casa o pasar
nuevamente la noche en la casa de Petra. No se arrepiente del fuerte golpe que le propino a Cedric, pero
sabe que este probablemente se encuentre aun muy enfadado. No esta dispuesto a
dar una disculpa por algo que propino con justicia así que inicia su camino a la casa de Petra. Sabe que
en algún momento debe resolver el problema con su gran amigo, pero por el
momento su mente se encuentra demasiado confundida con el nacimiento de un amor
y la resurrección de uno que creía muerto.
Cual seria su sorpresa cuando al
llegar a la casa de Petra encuentra a Cedric que lo espera parado en el umbral.
Se observan mientras se cierra la
distancia que los separa con cada uno de los indecisos pasos de Gerard hasta
que finalmente están uno frente al otro pero ninguno dice nada. Finalmente
Cedric rompe el silencio mientras se rasca incomodo la cicatriz de su cuello.
-¿Estas aun muy enojado conmigo?-
Gerard levanta las cejas
sorprendido por aquella pregunta, debía ser él el que estuviera furioso por el
golpe, pero Cedric nuevamente le daba una muestra de su nobleza.
-¿Y tu?-
-supongo que me lo merecía. Fui
muy tosco con mis palabras-
-Así es-
-¿Entonces te quedaras aquí
nuevamente o iras a casa?- Pregunta con una tenue sonrisa y la incomodidad a
flor de piel. Es lo mejor que puede hacer para pedir disculpas, pues las
palabras no son su fuerte. Gerard permanece observándolo mientras llena su corazón con gratitud por tan leal e incondicional
amigo.
-Martina ya se instalo y preparo
una deliciosa cena- Agrega temeroso.
Gerard finalmente sonríe y pasa su mano por el hombro de Cedric para
iniciar el camino a casa.
-Vamos imbécil. Tengo hambre-
Cuando terminan la cena Cedric trata de saber cual
es el estado de confusión de su abatido amigo. Gerard le cuenta todo con mayor
detenimiento incluyendo lo sucedido pocas horas antes en la casa Lemaitre.
Cedric lo escucha sin atreverse a dar su punto de vista aunque se muere de
ganas de decirle unas cuantas verdades para hacerlo entrar en razón, pero tan
solo se limita a preguntarle por lo que realmente le preocupa. La bella
Luciana.
-¿Y que pasara con Luciana?¿Cuando regresa?-
Gerard
finalmente cae en cuenta de algo que había ignorado. No tiene noticias de
Luciana. Ella no telegrafió su llegada a
Honda y no sabe nada de su camino por tierra. Se supone que informaría
su recorrido para tranquilizarlo.
-No antes de doce
días. Debe ir por el camino real rumbo a la capital. Aunque la verdad no he
tenido noticias de su desembarco en Honda-
-¿Cuando
llegarían a puerto?-
-Ayer en la
mañana. Fueron siete días de viaje por rio. Luego viajarían por cuatro días
hasta la capital-
-ósea que debe
ir a mitad de camino. Pronto encontrara un
pueblo donde pueda telegrafiar su ubicación-
-¿Le habrá pasado
algo?- finalmente los temores por la seguridad de Luciana desplazan los de
confusión por Scarlet. Una angustia comienza a cerrarle el pecho y no le
permite respirar con la misma comodidad.
-Tranquilo hombre. Las malas noticias son las primeras
en saberse. La bandera negra no esta izada
en el puerto. Eso significa que sus
barcos se encuentran bien-
-¿Y si le paso
algo en el camino? -
-Mejor ve
mañana al telegrafista y pregúntale por
la ruta. Probablemente tendrá una explicación o mensaje que no hayas pasado a
recoger-
Gerard asiente
y se va a su cuarto para seguir perdiéndose en angustia y confusión causada por
las hermanas Lemaitre, hasta que por fin
el cansancio de una noche en vela y un largo día de trabajo le pasan
cuenta dejándolo casi inerte en su cama.
Al día
siguiente antes de llegar al hospital pasa por el puerto para obtener noticias
de Luciana, pero su desilusión al no tener ningún mensaje de su amada es aliviado por la confirmación de un
desembarco seguro en Honda. El telegrafista le asegura que de haber tenido un
viaje seguro por tierra al día siguiente debería estar en el municipio de Albán
donde encontraría un telégrafo y podría enviar un mensaje. Gerard se va solo un
poco más tranquilo cuando el joven telegrafista le asegura que le avisara
inmediatamente cuando llegue un mensaje de Luciana.
Cuando llega al
hospital, el doctor Almenares lo espera en el umbral con cara de pocos amigos. Gerard
supone que es debido a su huida la noche anterior para ver a Scarlet, pero
cuando su tutor le pregunta a donde fue, le miente diciéndole que fue a buscar
noticias de Luciana ya que no informo su arribo a Honda. El doctor un poco más
tranquilo y complacido por la angustia
de Gerard se complace con aquella mentira y le asegura que todo estaría bien. Supone
que Gerard ya se había olvidado de
Scarlet y su prioridad nuevamente seria Luciana, pero nada estaba mas lejano de
la realidad. En las doce horas de turno que realizo Gerard, seis de ellas en su
mente estaba Luciana y las otra seis Scarlet.
Cuando salió
del hospital se dirigió a la casa Lemaitre. Trataba de convencerse a si
mismo de que aquella era una visita para
excusarse por no haber llegado mas temprano para aceptarle a Scarlet la
invitación a su jardín, cuando la realidad era que se moría por ver de nuevo aquellos ojos verdes que
tanto amo.
Su visita fue
igual de corta y misteriosa para Scarlet que no lograba entender el extraño
comportamiento de Gerard. Tan solo se disculpo por no llegar temprano y la miro
por largo rato antes de despedirse sin decir mas ni mirar atrás. Scarlet Trataba de atribuirle a la timidez del amor y a la ausencia de la figura autoritaria de la casa aquel
comportamiento tan frio de Gerard, que contrastaba con el fuego abrazador de su
mirada. Una mirada que la acompañaba día y noche desde que lo conoció y que la consumía
lentamente en la cocción de un amor.
Al tercer día
en el que el amor y la muerte iniciaron su juego, sus fichas continuaban
separados en cuerpo pero unidos en pensamiento. Luciana había logrado reponerse
un poco ayudada por los caldos que la mucama le hacia tomar. Logro salir de su camarote para tomar un poco
de aire fresco mientras permanecía sentada en una silla de la proa, donde su
mente se llenaba con recuerdos dulces de
los momentos con Gerard y con angustias por la salud de Scarlet. Muy ajena a la
realidad y deseando que pasaron pronto los siguientes cuatro días.
Al anochecer
Scarlet se fue a la cama desilusionada por no haber tenido esa tarde
la visita de Gerard. Deseaba verlo aunque fuera tan solo por algunos instantes
como las veces anteriores. Había decidido ser mas abierta y dejarle saber su
interés por él para que se animara y fuera mas locuaz en su visita, pero el no
apareció. No sabia que pensar sobre aquel extraño comportamiento pero tercamente
se lo quería atribuir al amor tímido, sin saber que Gerard no fue a visitarla
debido a un astuto plan de Cedric que
fue ayudado por Martina.
Cedric sospechó
que esa noche también se escabulliría para visitar a Scarlet, entonces lo espero a la salida del hospital y lo llevo a
casa con la excusa de que las hijas de Martina se encontraban enfermas, luego
de una revisión de las pequeñas donde obviamente todo se encontraba normal se
tuvo que ir a la cama ya que el té con que lo recibió Martina contenía un alto
grado de manzanilla, lavanda, naranjo y nuez moscada que lo dejaron noqueado
hasta el día siguiente.
Gerard no quiso
indagar ni adentrarse más sobre lo ocurrido la noche anterior, estaba seguro
que Cedric se las había ingeniado para abatirlo e impedirle aquella visita,
pero nada le impediría que esa noche fuera a visitar a Scarlet. Necesitaba
aclarar sus pensamientos y el estar lejos de ella no le ayudaba.
El día paso
lento para todos. Scarlet limpiaba con aceite de coco sus flores para tenerlas
mas brillantes que nunca con la esperanza de que Gerard fuera y poder mostrárselas,
Mientras que él examinaba y recetaba a
los enfermos lo mas rápido que podía para poder terminar su turno antes de que
el sol cayera para ver a Scarlet y su jardín. Mientras tanto Luciana peleaba
con el capitán quien decidió acortar el tiempo de viaje al no parar en un
puerto cercano. Ella quería descansar en tierra firme y enviar un telégrafo
anunciando su llegada, pero su ira fue amansada cuando el capitán aseguro que llegarían un día antes de lo previsto aprovechando la
creciente del agua de esa noche y las rápidas corrientes del rio.
Cuando Gerard finalmente pudo recetar y despachar su
ultimo paciente tomo su chaqueta y salió sin despedirse de nadie. Un frio
congelante en las entrañas le delataba el miedo y la emoción que le generaba el
encuentro, pero estaba decidido a darle a la razón y a su corazón una
respuesta. Cuando sale no encuentra a Cedric en el umbral esperándolo, ya que
el reloj apenas marca las cinco de la tarde, pero suponía que el vendría a
buscarlo al igual que la noche anterior para desviarlo de su rumbo. El camino a
la casa de Luciana y Scarlet.
Scarlet se
encuentra en la cocina preparando su medicina mientras que Maya amarra a la
pata de la mesa la gallina que serviría para el almuerzo y la cena. Cuando Scarlet
siente el llamado de la puerta su corazón se agita y sale disparada
adelantándose al paso pausado de Tiberio que se toma tiempo en su camino al portón. Atita observa desde el patio orando para que
no sea Gerard, mientras que Maya vuelve a tener la visión de una lluvia de
sangre. Cuando la puerta se abre Gerard queda aun más cautivado al observar a
Scarlet bajo la luz del día. Sus ojos verdes esmeraldas son mas intensos y su
cabello rojo mas brillante. Las palabras
se le enredan en su garganta
y no es capaz de pronunciar
palabra. Scarlet se sonroja enfurecidamente y con una sonrisa y un suave ademan
lo invita a pasar.
-Bienvenido
doctor Decout-
Gerard se
recompone solo lo suficiente para asentir y entrar en la casa.
-Lo esperaba
ayer, pero me alegra que pudiera venir hoy.
Es un día hermoso- Agrega ella con una dulzura tan grande que le derrite
a Gerard el frio de las entrañas.
- Gracias
Señorita Lemaitre. ¿Como se encuentra hoy?- Susurra y ambos inician su camino hacia el patio.
-Muy bien. Si
tomo mi medicina mi vida es igual a la de cualquier cristiano-
-¿Su medicina?-
La curiosidad profesional de Gerard aparece advirtiéndole que no existe medicamento conocido para
tratar la hemofilia, y menos aun en un
caso tan inverosímil como el de ella.- Me gustaría saber de que se
trata- Agrega.
-Así es. Un
conjunto de plantas que me mantienen
estable- Responde Scarlet incomoda por el rumbo que toma la conversación. No
quiere hablar de su enfermedad, tan solo quiere propiciar un ambiente mas
romántico para hablar. Como en las novelas que lee, donde el amor es declarado
en un hermoso lugar y su jardín es un sitio perfecto para crear ese ambiente de
enamoramiento. – Pero no hablemos de eso y mas bien acompáñeme- Murmura
tomándolo de la mano y arrastrándolo hacia el jardín.
Gerard la sigue
conmocionado por la extraña sensación de tener su mano en la de Scarlet. La
siente tibia y pequeña. Muy diferente a la fría y huesuda de Abigail en sus
últimos momentos y solo sale de aquel
estado de conmoción para caer en uno de
esplendor cuando se encuentra en la mitad de aquel hermoso jardín. Las flores son de colores intensos y los
follajes que las enmarcan de un verde avivado. Pequeños colibrís brincan de flor en flor mientras que el olor
a coco magnifica en el paladar el
deleite de los ojos ante tanta belleza.
-¡Es hermoso!-
susurra girando sobre si mismo para admirar todo a su alrededor. Scarlet se
complace y lo toma nuevamente llevándolo a una esquina del jardín donde se
encuentra una caseta de madera con una
bellas y extrañas flores un su interior.
-Estas son las
más hermosas- Murmura.
-Nunca antes
las había visto. ¿Como se llaman?- Pregunta Gerard acercándose a ellas con curiosidad.
-Corazones
sangrantes. Por su forma, su color y por que de ellas parece que saliera una
gota de sangre-
Gerard analiza
la flor y reconoce que es un nombre muy adecuado para aquella extrañeza.
-fascinante y
muy poco común supongo- Murmura sin dejar de consentirlas.
-Así es- Contesta
Scarlet orgullosa - Son de Asia y no crecen en esta parte del mundo- Agrega
tomando suavemente una de ellas entre sus dedos.
-Entonces
como….- Gerard no termina de formular su pregunta cuando Scarlet responde con
la voz firme y un brillo triunfal en su
mirada.
-¡Tengo un don
natural!-
Gerard sonríe
al verle aquella falta de humildad que dista mucho de la prepotencia,
acercándose más bien a la dulce inocencia de una niña.
-Ya lo creo-
-Son esenciales
en los arreglos florales. A mis clientes les gustan mucho.
-Me lo imagino.
Son realmente hermosas-
Scarlet asiente
y ambos permanecen en silencio mientras se observan. Ella lo hace empapándose
cada vez más de amor mientras que él la contempla tratando de descifrar sus
distorsionados sentimientos, pero la
simpleza del momento no le permite interpretar lo que su corazón trata de
decirle. Se acerca a ella y le envuelve la pequeña cintura con el brazo
atrayéndola hacia el, y con la otra mano le toma delicadamente el cabello antes
de posar sus labios en los de ella.
Scarlet se rinde
ante el deseo y le posa tímidamente sus manos en el pecho mientras en su
mente viaja por un universo lleno de colores donde cada estrella se asemeja a
una flor. Esta más allá de la felicidad
sin saber que en su viaje no esta acompañada por el hombre que la eleva a tanta
grandeza. Gerard siente aquel beso suave y tierno pero muy ajeno a la pasión que
le despertó Abigail y a millones de años de distancia de la sensación que
obtenía en los labios de Luciana. Su corazón por fin le traducía quien era su
amor y quien era solo un tierno recuerdo de un pasado feliz, pero antes de
separar sus labios con la certeza de un amor identificado el alboroto de Atita
y el cacareo de una gallina hacen el trabajo por el.
Atita
había tomado la gallina de la cocina
para soltarla en el jardín y poder disimular su presencia, pero al darse cuenta
que ellos no la notaban y se terminaron fundiendo en un beso, comenzó a
gritar y corretear a la gallina para interrumpir aquella falta de lealtad tan
aberrante en la que Gerard estaba
incurriendo y el engaño inocente en el que Scarlet había caído. Cuando finalmente alcanzo a la gallina se
levanto y cruzo miradas con Scarlet que
llevaba las manos en el pecho tratando de llevar aire a sus pulmones
luego de la fuerte emoción. Después
reprendió a Gerard con la mirada mientras que él permanecía con el ceño
fruncido y una mano en la cabeza con el arrepentimiento a flor de piel, pero
antes de irse se disculpo al mismo tiempo que sus callosas manos le quebraban el cuello a la
gallina.
-¡Lo lamento
eso fue inapropiado!- Se queja Gerard. Esta enormemente arrepentido de su
conducta, aunque su conciencia trata de explicarle que era necesario para
entender sus sentimientos.
-No es
inapropiado. ¡Es amor!- Exclama Scarlet creyendo que la vergüenza por un beso
robado lo acusaba, sin saber que en realidad lo alejaba del sentimiento tan
puro que ella alimentaba.
-Debo irme-
Exclama Gerard huyendo sin corazón para quebrar el de Scarlet en mil pedazos
con la verdad de un sentimiento no correspondido.
Ella se queda
parada en el jardín viendo como el se pierde por la puerta tratando de entender
lo sucedido pero la euforia del momento aun la tiene en las nubes para asimilar
correctamente lo que aquel beso descubrió.
Gerard sale casi
corriendo agilizando su caminar para llegar lo más pronto posible a casa y tomarse un trago de whisky. Aunque sabe que
posiblemente necesitara toda la botella para apaciguar la sensación de culpa.
Camina por las calles empedradas mientras la oscuridad de la noche se cierne
sobre la ciudad y la claridad de sus sentimientos le despeja el panorama.
Cuando llega, encuentra a Cedric cenando
probablemente antes de salir a buscarlo al hospital.
-¡Es Luciana, solo Luciana!- exclama agitado una y otra vez mientras camina de un
lado al otro junto al comedor. Cedric se levanta y se retira la servilleta del
cuello para unirse a su perturbado amigo
y detenerlo en su delirio.
-Tranquilo
Gerard- Le dice mientras trata de ubicarlo en una de las sillas. – ¿Ahora que paso?-
-¡Amo a
Luciana!- vuelve a exclamar con fuerza.
-Eso es noticia
vieja. ¿Que es lo que te tiene tan alterado?-
-La bese- susurra
ahora sin fuerza en la voz.
- ¿A Luciana?
¿Regreso ya?- Pregunta Cedric confundido.
-A Scarlet- Responde
con vergüenza y listo para aguantar la diatriba de Cedric, pero este tan solo
respira profundo y se sienta en una silla junto a el.
-¿Cuándo
besaste a Scarlet te diste cuenta que amabas a Luciana?-
-Así es. Fue
tierno pero insípido- Responde recordando la ausencia de emoción en aquella
unión.
Cedric asiente con un suspiro de complacencia y
tranquilidad. Luego le da palmaditas en la espalda y le acerca la canasta con
panes.
-Es mejor que
comas algo antes de que miremos como vas a arreglar esta mierda amigo-
Gerard suelta un
bufido y llama a Martina para que le lleve una copa de Whisky
que finalmente terminaría en una botella vacía cuando luego de horas de
charla ambos encuentran una manera para
aclarar la confusión y la difícil situación en la que se encontrarían las hermanas.
Una solución que debería llevarse a cabo antes de que Luciana regresara.
Al amanecer, en
el quinto día de su camino de regreso a
casa, Luciana logra sentirse un poco mejor. En el atardecer del día anterior le
había vuelto a subir la fiebre luego de otro dolor insufrible en el pecho,
justo cuando Gerard besaba a Scarlet. Estaba ansiosa porque el viaje terminara
y poder descansar en su casa sin saber que la esperaba una amarga noticia de
amor.
Gerard redacta
la carta que acordó con Cedric en la cena
y la envía con Martina a casa de Scarlet. Cuando ella la recibe su emoción es
opacada al leer las simples frases que
aquella misiva llevaba. Esperaba una carta de amor que reflejara hermosos
sentimientos pero se conformaba con una solicitud para aclarárselos. Tal vez él
no era un hombre romántico y de fluidez en letras
Señorita Scarlet
Le pido disculpas por mi
imprudente acto. Una mujer como usted merece todo el respeto del mundo y
mi proceder no fue el mas correcto. Me
deje llevar por la confusión y le pido me brinde un poco de su tiempo para
aclarar la situación. Si no responde a esta carta entenderé que no desea regalarme su
indulgencia, pero si desea que le aclare realmente mis sentimientos estaré
esperando su respuesta para discutirlo mañana en su casa.
Gerard Decout
Scarlet corre
al despacho y redacta una respuesta con palabras simples pero con una nota de
anhelo colgada de ellas.
Querido doctor Decout
Lo espero mañana para que me aclare sus sentimientos y espero que estos
estén tan dulcemente confundidos como los míos.
Cuando Martina
le entrega la respuesta a Gerard, su
corazón se arruga al leer aquellas palabras tan cargadas de ilusión. Sabe que ha
abonado la planta del amor para luego arrancarla de raíz con la verdad. Pensaba
decirle a Scarlet sobre su parecido con Abigail y la confusión que eso le
generaba, pero lo que más le inquietaba, era decirle que la real dueña de su
corazón era su hermana Luciana. Esa
noche luego de su turno en el hospital, ensayo con Cedric todas las maneras en
las que podría decirle la verdad a Scarlet, pero no encontró la fórmula
perfecta para entregar la noticia sin que el dolor la alcanzara.
Luciana pasaba
su ultima noche en la cama de aquel camarote, aun con algo de malestar
pero con la ilusión que le daba saber que llegaría al atardecer del siguiente día y luego estaría durmiendo en su propia cama. Scarlet se fue a dormir imaginado miles de escenas
donde Gerard le declaraba fervientemente su amor ajena a verdad y a la llegada
de su hermana con la que compartiría la felicidad de encontrar el amor.
El sexto día
finalmente llego y el amor había tomada la verdad como la carta para ganarle el
juego a la muerte. Solo la verdad era necesaria, ya que el sentimiento diáfano de un par de enamorados era suficiente para
dejar a la muerte fuera del juego, pero lo que no sabia el amor, era que la muerte siempre se guardaba un As
bajo la manga.
El barco por
fin llegaba a puerto y Luciana espera
bajo el inclemente sol de las tres de la tarde a que los coteros bajen su
equipaje. Su concentración al observar a los mulatos que descienden del
barco con los baúles es interrumpida por una voz familiar.
-Que alegría verla
Luciana-
Ella se gira
con el estremecimiento y pavor que aquella voz le genera, pero nuevamente hace
uso de sus modales.
-Buenas tardes
señor Barón- Murmura con desgano.
-Me complace
saber que me recuerda- exclama Amaury
con una sonrisa mientras se acaricia el bigote.
-En realidad
quisiera olvidar que lo conozco- Responde alejándose de Amaury cuando ve a un
mulato que desciende con su baúl, pero se detiene en seco con la exclamación de
Amaury.
- Eso seria muy
desafortunado para usted y para su hermana-
-¿A que se refiere?- Pregunta con una punzada de angustia.
- Bueno….- dice
acercándose a ella mientras mece de un
lado a otro su bastón preparándose para darle la estocada – No debe olvidar al
hombre que se convertirá en su esposo-
NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación