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domingo, 11 de mayo de 2014

CAPITULO 16


  


Al verle la sonrisa en los labios de Luciana, Gerard se da cuenta que ha iniciado la batalla ganando,  y que su bella oponente está cediendo.  Debe ser cuidadoso para poder dar la estocada final que le permita ganar y tomar la rendición de amor de Luciana. Le toma la mano que se encuentra pálida y fría a diferencia de su rostro que delata un rubor abrazador y le da un suave beso en el dorso de la mano.

-Buenos días Luciana. ¡Ansiaba verte!- Agrega aun sosteniendo la mano cerca de sus labios y arremetiendo con su sonrisa  endiablamente  sexy que hace que Luciana se sonroje aún más.

-Buenos días doctor Decout-  Responde ella con voz entrecortada y luego dirige la mirada nerviosamente a Cedric que los observa con una estúpida sonrisa en la cara. Para él está más claro que el agua que Luciana es la mujer que puede sacar a su amigo de la absurda tristeza en que vive, haciéndolo feliz como debería serlo un hombre con el corazón como el de Gerard.

-Por favor llámame simplemente Gerard-

-Está bien- Responde ella regresándole la mirada y luego le retira suavemente la mano. – Pero solo lo hare en la calle. En el hospital siempre lo llamare doctor Decout-

-No es necesario-

-No me sentiría cómoda. Además, no creo que la superiora lo permita-

-Está bien- Acepta él a regañadientes ya que realmente le gustaría escuchar su nombre en la dulce voz de Luciana.- ¿Me permite invitarla a tomarnos algo para conversar?- Pregunta esperanzado deseando que por primera vez desde que se conocen puedan hablar tranquilamente, pero Luciana no le allana el camino para la ansiada conversación.

-Lo lamento mucho, pero debo entregar estas flores al señor Fouguet y luego debo hacer el mercado- Responde  resignada pero decidida. Le encantaría poder aceptar la invitación pero su sentido de la responsabilidad es  demasiado grande, más aun sabiendo que debe comprar los ingredientes para  la medicina de Scarlet.

-Yo me encargo de las flores- Responde apresuradamente Cedric tomando uno de los arreglos de la carreta.- ¡ustedes vayan a tomar algo que este calor puede derretir hasta el acero!- Agrega  con una sonrisa asumiendo que se encargó del problema y lo ha resuelto satisfactoriamente.

-Pero…… aun debo hacer el mercado- Responde confundida mientras Cedric comienza a tomar los demás arreglos de la carreta, depositándolos en una diferente  que está a pocos metros. Tiberio Observa con suspicacia y se rasca la cabeza  en silencio.

-Yo te acompaño a hacer el mercado. Podremos conversar mientras lo hacemos- insiste Gerard resuelto a no dejar pasar una oportunidad tan preciosa como esa. Cuando ve como Luciana mira indecisa a Tiberio cree que esta cometiendo un terrible error al obviar al hombre. Se apresura hacia él y le extiende la mano nervioso.

-Discúlpeme señor Lemaitre por mi osadía y haberlo ignorado. Mis intenciones con Luciana son honestas  y tan solo quería invitarla a tomar algo para conocernos mejor; claro está, si usted me lo permite-  Las palabras de Gerard salen nerviosas y apresuradas. No puede creer que haya cometido el garrafal error de ignorar al padre. Sabe que sin la simpatía de los progenitores sería casi imposible dar un buen inicio a una relación con Luciana y su anhelado futuro con ella.

Tiberio observa confundido y con el ceño fruncido la mano que Gerard le extiende, haciéndole trizas los nervios al no tomarla. Luciana se acerca a ellos con una triste sonrisa por la confusión que le hace extrañar a su padre y presenta a Tiberio  para sacar a Gerard de su miseria.

-Él es Tiberio Montes, y no es mi padre. Trabaja en nuestra casa desde antes de que yo naciera-

Gerard suelta un suspiro de alivio pero continua con la mano extendida.

-Mucho gusto Tiberio, mi nombre es Gerard Decout y lo que dije antes es cierto- gira la cabeza y observa a Luciana  con dulzura haciéndola sonrojar  y sonreír. –Mis intenciones  son honestas-

Tiberio toma la mano y la aprieta fuertemente poniendo en evidencia los años de trabajo duro y con una voz desgarrada por el tiempo lanza una clara advertencia. – Eso espero caballero. Aunque soy un simple empleado no dudaría en defender el honor de esta jovencita que considero una hija-

-Entiendo el mensaje señor Montes, alto y claro- Asiente Gerard con una sonrisa.  Pero aún se encuentra nervioso al pensar que está haciendo las cosas de la manera incorrecta. Como las buenas costumbres exigen, él debe pedir permiso a los padres de Luciana para iniciar el cortejo y en su afán de encontrarla ha olvidado ese detalle tan importante. Cedric los distrae un segundo cuando desde la carreta les grita. – ¡Buena suerte tortolitos!-  Y sale disparado con la sonrisa del deber cumplido.  Gerard suelta un bufido por la poca elegancia de su amigo y de nuevo se dirige a Luciana.

- Me gustaría conocer a tus padres- Le expresa  observando alrededor si saber a quién busca. –Debo pedirle permiso a tu padre para visitarte y para que salgamos de paseo todas las tardes- Agrega decidido y con una postura de caballero que hace sonreír a Luciana.

-No es necesario, además en las tardes aún estamos en el hospital-

-Claro que es necesario. Necesito su consentimiento. Desea hacer bien las cosas para que no quede dudas de mis intenciones contigo. Además, yo podría llevarte a casa luego de nuestro turno-

-Mi padre murió hace muchos años- Susurra.

-Lo  lamento mucha Luciana- Responde contrito. –No lo sabía y no era mi intención hacerte recordarlo- Agrega concentrado toda su atención en el rostro de su bella diosa de agua.

-No importa, estoy bien. Cicatrizo rápido- Responde ella con nostalgia al recordar el gran cariño que sentía por su padre. Él le había enseñado que la fortaleza era la mejor arma contra los problemas y los constantes ataques que la vida le presentaría en el camino, como si de algún modo él  supiera que debía prepararla para enfrentarse  a las peores jugadas del destino.

-De acuerdo, entonces debo presentarme ante tu madre- Susurra.

-Ella murió hace pocos días- Responde con voz apagada; mas por el enojo que aún le causa conocer el amor escondido de su madre que por su condición de muerta.

-¡Dios Luciana!- Exclama Gerard pasándose ambas manos por la cabeza. Desea inmensamente abrazarla y consolarla creyendo que aquella voz es la de una hija desconsolada, pero se contiene ya que están en la calle y probablemente bajo la mirada de los curiosos. –Realmente lo lamento mucho, no sabía que estabas sola en la vida- Agrega con el ferviente deseo de convertirse en parte de su mundo para llenar el vacío y alejarla de la soledad. Soledad que aunque él había escogido no consideraba como una buena compañía.

-No estoy sola- Responde ella apresurada para salir de la incómoda y triste conversación. - Vivo con mi hermana menor- Agrega con una sonrisa tan solo por recordar a Scarlet. Gerard se siente aliviado al saber que ella tiene consuelo en alguien más.

-Me alegro, entonces debo pedirle mi permiso a ella-

Luciana se ríe y toma la cesta del mercado de la carreta e inicia su camino hacia los puestos del mercado. – ¡Créame si le digo que ya tiene su consentimiento!- Responde al recordar la emoción de Scarlet cada vez que hablan de Gerard.  Él la sigue y se siente enormemente satisfecho con el comentario. Significa  que Luciana le ha hablado a su hermana de él y probablemente bien para que su ella lo acepte sin conocerlo.

-Me alegro- Contesta con una enorme sonrisa. Toma la cesta de las manos de Luciana e inician su camino bajo la mirada atónita de las personas que no pueden creer que Luciana acepte la compañía de un hombre.






- Así que el señor Fouguet- Murmura Luciana sin atreverse a preguntar cual es la relación de Gerard y Cedric. Saber que él visitaba un lugar tan vulgar como un burdel ha sido un pensamiento constate y una decepción para ella.

-Es mi hermano- Se apresura a contestar reconociendo la duda que tiene. Ya está claro que hacia ella en el burdel esa noche pero ella puede estar pensando lo peor. – Además también soy dueño del burdel- Agrega para justificar la visita de esa noche. No sería decente admitir que en realidad  iba a buscar una mujer para satisfacer su deseo por Luciana.

-Ya veo-  Murmura aliviada, pero aun con dudas.  –Pero sus apellidos son diferentes-

-Así es. Somos hermanos de padres diferentes.- Miente esperando que Luciana no haga más preguntas al respecto. Fue lo que acordó con Cedric para justificar su relación y no se siente cómodo mintiéndole a ella.

-¿Y de dónde son?-  Luciana aun no identifica el extraño acento de Gerard y de Cedric y desea salir de dudas.

-De Francia. De una ciudad llamada Marsella-

-¡Francia!- casi grita de la emoción. No puede creer que el hombre que la conquisto provenga del país de sus sueños.

-Así es- Contesta sorprendido por la reacción de Luciana.  – ¿La conoces? ¿Has visitado Francia?- Pregunta intentando comprender la emoción que la acompaña.  Sabe que Francia es el país de moda y de visita obligada para la clase alta del nuevo mundo.

-Ojala así fuera- Responde ella  con un bufido de anhelo.

-¿Te gustaría ir?-

-Es mi sueño. Asistir a la escuela de enfermería de Marsella o de París-

-Es una gran escuela. Aunque tú ya eres una gran enfermera-

-He aprendido mucho en el hospital pero aún me falta mucho por conocer y sería más que feliz al obtener un título-

-Lo entiendo- Murmura Gerard recordando su anhelo de ser médico cuando era solo un niño. 















Llegan a un puesto donde se vende frutas de vistosos colores y deliciosos aromas que captan la atención de Gerard.  Él no reconoce algunas y le produce gran fascinación ver como Luciana escoge las mejores analizándolas detalladamente y luego llevándolas cerca de su nariz para capturar el aroma fresco de una fruta que está dispuesta a ser un manjar. Ella pacientemente le explica alguna de ellas y luego le ofrece una fruta del tamaño de una naranja, de color purpura con un extraño patrón de estrella de mar en su interior. Pero luego de la desconfianza inicial, él la saborea y su paladar se  hipnotiza con el exquisito sabor dulce que se le difunde en la boca.

-Caimito- Explica Luciana satisfecha al ver el gozo de Gerard.

-Manjar de dioses también podría ser su nombre- Susurra aun saboreando las ultimas gotas de dulzura que le quedan en la boca.  – ¿Y esta como se llama?- pregunta señalando una extraña fruta de color marrón que pareciera estar descomponiéndose.

-Es Borojó- Responde sin dar mayor explicación y rápidamente toma unas manzanas y las deposita en la cesta. Gerard no comprende la actitud de Luciana respecto a la fruta cuando estaba tan emocionada explicándole todo sobre ellas.

-¿No piensa llevar una?- Pregunta tratando de  descubrir algo más de aquella extraña fruta y poco apetecible a la vista.

-No-  Se limita a responder sonrojada y le paga al vendedor para retirarse rápidamente. Gerard queda aún más confundido y pide una explicación.  – ¿Qué pasa con ella?¿Es nociva?- Insiste.

-No. Claro que no, a decir verdad  es muy nutritiva-

-¿Entonces por qué no la lleva?-  Justo cuando termina su pregunta  entiende que debe ser muy costosa y es la causa de que ella se ruborice. No tiene dinero para comprarla y le da vergüenza que él lo descubra. Se dispone a sacar algo de dinero del bolsillo pero ella lo detiene y se le acerca para susurrarle al oído; esta tan cerca, que puede sentirle aquel delicioso olor de mango y canela que solo ella posee.

-Es una fruta especial. La llaman la fruta del amor-  Cuando Luciana se aleja está más que ruborizada.  La cercanía de Gerard hace que su temperatura suba abruptamente, casi confundiéndose con la de  una fiebre delirante. Él está fascinado al verle aquella reacción y su deseo de comprarla aumenta.

-Debe tener un sabor sublime para considerarla la fruta del amor- Susurra.

-En realidad no lo tiene-

-¿Entonces  por qué es tan especial?-

-Porque si un hombre bebe de su jugo podría ocuparse de tres o más mujeres en una sola noche- contesta en un susurro apenas audible y con la vergüenza difuminada en todo el rostro y gran parte de su cuerpo por el tema de conversación.  Gerard suelta una carcajada traviesa.

-Conozco a alguien que podría acabar con toda la cosecha- Murmura entre risas, pero cuando le ve la suspicacia a Luciana en la mirada le aclara el comentario para que ella no tenga ninguna duda de su virilidad. – Para Cedric. Él es muy generoso cuando de juegos de amor se trata- 

Luciana suelta un suspiro e inmediatamente cambia la conversación por un tema más cómodo y preferido por ella.

-¿Piensa volver a Francia?-

-No-

- ¿Que hace aquí? ¿Por qué no se quedó en Marsella?-

-No tenía nada que me atara a ese lugar- Responde secamente recordando el dia que subió al barco luego de que Abigail muriera. Luciana logra verle en los ojos una mirada turbia, casi adolorida que le genera curiosidad.

- ¿Y sus padres?-

-Mi madre murió dando a luz cuando yo estaba pequeño al igual que él bebe en su vientre. Mi padre murió de tuberculosis cuando yo estaba estudiando medicina-

-Lo lamento, tampoco era mi intensión recordárselo-

-No importa, fue hace muchos años-

-¿Entonces  solo son Cedric y usted? ¿Nadie los espera en Francia?-  Luciana insiste no muy convencida de que aquella mirada triste sea por el fallecimiento de sus padres. Como él lo dijo, fue hace muchos años y la herida en su mirada parece más reciente.

-Sí, solo  nosotros. Nadie nos espera.  Una epidemia de cólera termino con el resto de la familia-  Responde mirado el piso y frunciendo el ceño incomodo por las preguntas y la peligrosa cercanía de Luciana a la verdad. No desea que ella ni nadie más sepa del sufrimiento de amor que lo atormento por años con la muerte de Abigail. Esta dispuesto a iniciar una nueva vida, pero no está seguro de querer olvidar su pasado con su gran amor. Cree que sacar a la luz la verdad implicaría tener que desechar su recuerdo. Algo para lo que aún no está preparado.


Luciana ve como la mirada triste se le recrudece con cada una de sus palabras y se siente enormemente culpable por sacar a flote el dolor y el triste recuerdo del corazón de Gerard.  Le coloca una mano en el pecho y lo mira fijamente a los ojos.

-Aquí puede empezar de nuevo- Murmura como si adivinara el deseo de Gerard. El levanta la mirada y le regala una sonrisa.

-Eso espero- Exclama con dulzura remplazando la tormenta de duelo en sus ojos, por la claridad inequívoca de un amor naciente.

Continúan su recorrido por diferentes puestos del mercado, tomando extrañas hierbas que Gerard no conoce, pero no pregunta para que las necesita asumiendo que son  ingredientes propios de menjurjes para belleza de mujeres. Él le pregunta sobre su trabajo en el hospital y ella le cuenta sobre su deseo de ser enfermera desde pequeña, pero  no se siente cómoda contándole sobre la enfermedad de Scarlet.  Él le cuenta sobre sus años en Cuba donde aprendió el español, pero tampoco le cuenta su trabajo en los cañaduzales ni su odio por la vida mientras estuvo allí.




Cuando llegan a un puesto donde atiende un hombre de avanzada edad, Luciana lo saluda con cariño mientras toma toda la existencia de unas extrañas plantas. Luego le pide un frasco de aceite de coco y lo deposita en la cesta, pero cuando le paga, el hombre le da una noticia  que la saca de la felicidad que comparte con su compañero de mercado.

-Mi querida niña, es la última vez que venderé bolsas de pastor. Ya los años no me dejan viajar con la misma facilidad que antes y el camino a la capital es extremadamente desgastante-

-Pero señor Aurelio, usted sabe de la importancia de esas plantas. ¡Mi hermana las necesita!-  Exclama con terror tomando al hombre por el brazo.

-Lo entiendo niña, pero no es falta de deseo en ayudarla. Es falta de fuerzas para seguir viajando- exclama dándole pequeñas palmaditas en  el hombro para tranquilizarla. –Solo seguiré vendiendo productos locales- añade.

-¿Sabe quién más puede venderlas en esta ciudad?-

-Que yo sepa nadie más, en realidad usted es la única que las compra. Como  bien sabe solo las traigo porque mi hermana las cosecha en la capital, pero a ella también la están desgastando los años-

-¿Conoce algún otro comerciante que pueda traerlas? Pagare bien por ellas-

-No lo dudo, pero como ya le dije es un producto escaso y dudo que viajen solo para traérlas y para un solo cliente, sin embargo hablare con algunos conocidos para ver quién puede hacerlo-

Luciana asiente resignada y con gran preocupación reflejada en el rostro. Gerard la observa confundido mientras ella inicia su camino.

-¿Que pasa Luciana? ¿Por qué es tan importante para ti?-

-Lo es para mi hermana- Murmura distraída por la angustia de no tener al alcance el principal ingrediente para la medicina que mantiene con vida a Scarlet.

-¿Para qué lo necesita?- Pregunta tomando el frasco con aceite de coco imaginando alguna utilidad de un producto tan básico y sin atreverse a tomar las ramas que ella deposito tan cuidadosamente en la cesta. Luciana lo mira y al verle el frasco de coco le regala una verdad a medias.

-Para sus flores. Es uno de sus secretos para que  crezcan hermosas y  brillen- exclama sin aclarar la importancia de las bolsas de pastor para la medicina. No quiere alarmarlo y menos admitirle a un médico con conocimientos de tratamientos modernos que utiliza medicina tan tradicional para mantener a su hermana con vida.

-No te preocupes,  todo saldrá bien. Probablemente alguien más pueda traerlas-

-Eso espero-  Responde preocupada y toma la cesta de las manos de Gerard para entregársela a Tiberio que los sigue a una distancia prudente. –Debo irme- Añade sin poder deshacerse de la angustia.

- ¿Tienes que irte ya?-

-Si- Contesta decidida encaminándose de nuevo  hacia la carreta.

-¿Puedo acompañarte hasta tu casa?- Intenta pasar más tiempo con ella porque su actitud le deja claro que no piensa cambiar de opinión.

-Tengo prisa y no hay espacio en la carreta- Murmura colocando la cesta en la parte posterior.

-¿Te veré mañana en el hospital?-  Implora al verla de nuevo escurriéndosele  de entre los dedos. Ella se detiene al escuchar esas palabras tan cargadas de anhelos y le regala una sonrisa.

-Allí estaré a las siete de la mañana- Murmura con dulzura convirtiendo sus palabras en una promesa. Gerard no puede evitarlo y la acerca a él rodeándole la cintura con el brazo y en un segundo de lucidez logra desviar el beso que tan decididamente intentaba plasmarle en la boca, hacia su mejilla. No permitiría que su imprudencia de amor perjudique a su hermosa Luciana, exponiéndola a la crítica de los curiosos que la observan. Sin embargo las comisuras de sus bocas logran rozarse aumentando el deseo de otro suave y húmedo beso.   Luciana suspira mientras Gerard le susurra al oído.

-¡Esperare con ansias por ti hermosa Luciana!-




Ella se sube en la carreta ayudada de Tiberio  y desaparece en el tumulto de la calle mientras la alegría se le siembra en el corazón de Gerard. La certidumbre del amor  le estremece los cimientos de su tristeza y desmorona lentamente los muros de la agonía en la que por años permaneció encarcelado.   

Luciana viaja e la carreta con una enorme sonrisa de jovencita enamorada provocada por la conmoción del deseo, ajena a la desgracia que la  acecha, como una espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza.




NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un  primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación.
  




domingo, 20 de abril de 2014

COMUNICADO

Queridos Lectores


Primero que todo deseo darles las gracias por seguir acompañándome en este camino de letras.  Como algunos saben mi profesión es totalmente ajena al mundo de la escritura, por lo cual debo hacer uso de mi poco tiempo libre para continuar con esta historia. Lastimosamente por esta temporada mi trabajo demanda mucho y ese poco tiempo es cada vez más escaso y no me deja espacio para escribir.

Corazones Sangrantes es una historia que ya tengo terminada en un cuaderno, pero no me queda tiempo suficiente para transcribir al computador y darle los ajustes necesarios para entregar un  capitulo con calidad. Espero entiendan  el receso que tomare mientras término la alta temporada en mi trabajo. Prometo volver con el capitulo siguiente para el 11 de Mayo, donde la muerte comienza a tejer una red para intentar detener el amor.

Gracias por su comprensión y los espero el 11 de mayo

Saludos


L.Farley

domingo, 13 de abril de 2014

CAPITULO 15


NOTA DEL AUTOR

Antes de comenzar a leer este capitulo tengan en cuenta que el día de hoy se publicaron dos capítulos en compensación por el domingo pasado en el que me fue imposible publicar.  hoy se entrega el capitulo 14 y 15

Espero los disfruten!!!!







-¡Luciana!- Se queja  Scarlet con voz  entrecortada y temblando como una hoja al viento. –¿Quien es ese horrible hombre? ¿De donde lo conoces?-

-Lo conocí una tarde cuando regresaba a casa-

-¡No me gusta!-

-A mi tampoco me gusta. Pero no te preocupes, no creo que vuelva a molestarnos- Responde abrazándola y tratando de tranquilizarla. Piensa que fue clara y directa con Amaury y el tomaría su actitud como advertencia para mantenerse alejado de ellas.

-¿Acaso no escuchaste lo que dijo? ¡Nos quitara la casa y esta obsesionado contigo! Además, la forma en que te miraba….- Scarlet no puede terminar la frase y  no logra  encontrar el alivio en los brazos protectores de su hermana. Nunca había percibido el peligro como lo percibía en los ojos de ese hombre que tanto terror le generaba. Como si el fuera la manifestación humana del demonio mismo.

-Tranquila Scarlet. Nunca venderé la casa  y no dejare que ese hombre me toque un solo cabello-

-¡No lo dejes; Es nuestra casa, aquí crecimos, aquí deben crecer nuestros hijos!- el desespero se apodera de Scarlet que comienza a hiperventilar aterrorizada con la idea de salir de la casa y el jardín que tanto ama.

-Tranquilízate Scarlet-  La sacude Luciana tratando de sacarla de ese estado de pánico. 
-Todo estará bien. ¡Te juro que nunca podrán quitarnos esta casa ni alejarte de tu jardín!- Agrega y la vuelve a abrazar fuertemente hasta que siente como se va relajando lentamente. Luego la lleva al comedor donde Maya y Atita organizan la mesa en silencio absoluto. Sus caras reflejan angustia y los ojos de Atita están rebosantes de lágrimas no derramadas, lo que para Luciana significa que escucharon la conversación. Deja a Scarlet en una silla y luego se acerca a las dos mujeres que considera más que criadas.

-No se preocupen. Ustedes hacen parte de esta pequeña familia y nadie nos sacara de esta casa-

-Tenga cuidado niña Lu- Le susurra Maya sosteniéndole la mano a Luciana y fijando su mirada para enfatizar su advertencia. -Ese hombre es un Wanülüü. Por eso la niña roja le teme. Su corazón inocente puede percibirlo-

-Lo hare Maya. Lo hare- Le responde Luciana con un creciente temor.  La sabiduría de Maya para juzgar a las personas siempre fue bien conocida y nunca se equivoco en sus juicios.

Luego de una cena incomoda, Luciana logra que Scarlet  tome agua de valeriana para calmarse y tener un sueño relajado.  Caminan por la casa evaluando el deterioro que el salitre y la humedad generaban en la casa, y  acuerdan buscar la manera de restaurarla. Luego van a la cama para hablar de sus experiencias en la casa desde que eran niñas hasta que el sueño vence a Scarlet y deja a Luciana sumergida en presagios angustiosos con Amaury   pero  que finalmente son vencidos por los recuerdos hermosos con Gerard.



A unas cuantas cuadras de la casa de Las hermanas Lemaitre, Gerard también hace lo mismo en su cama. Repasar mil veces los pocos segundos de aquel beso.  Sus labios llevan aun tatuado los labios de Luciana y su memoria aun lleva el olor de mango con canela  que la envuelven. Finalmente se sumerge en un sueño más decidido que nunca en buscar en ella una nueva oportunidad para amar.

Gerard se encuentra sentado en la playa arrastrando la arena con los dedos, admirando el amanecer y dejándose arrullar por el sonido de las olas que rompen en la playa. De repente el agua del mar comienza a formar la silueta de una mujer que  va tomando la forma de Luciana. El enfoca la mirada tratando de comprender el fenómeno, pero su desconcierto es eclipsado por la sonrisa de Luciana  mientras sale del agua caminando hacia él.

Gerard se levanta y comienza a caminar hacia ella feliz por la buena disposición de Luciana a un encuentro, pero faltando unos metros para alcanzarla, un fuerte viento acompañado de un frio glacial la congelan justo  cuando le extiende la mano a Gerard, dejándola solida y trasparente como el cristal. El corre hacia ella para intentar ayudarla pero un coche negro halado por dos caballos la arroya rompiéndola en mil pedazos. Gerard se queda  paralizado por el horror, y ve como frente a él, pasa el coche al igual que un par de días antes en la plaza.

-Abigail- Susurra de nuevo al ver el rostro en la ventana. Ese rostro que lo acompaño por cuatro años en el sufrimiento. Finalmente el coche se detiene unos cuantos metros mas adelante y la puerta se abre. Lo primero que reconoce es el color rojo del cabello que se ondea en el viento que lentamente se torna más cálido. Luego se encuentra con unos ojos verdes esmeralda y una sonrisa en el rostro que tanto amo. Ella se encuentra vestida de rojo intenso y le extiende la mano.

-Ámame - Le dice en una suave voz que va acompañada de un eco. El se libera de aquella mirada seductora y observa los pedazos de  hielo roto en la arena que antes representaban a Luciana y que lentamente  se derriten para fundirse en el agua del mar.

-Por favor Gerard. Te necesito- Le suplica ella desde el coche. El duda por un segundo, sin saber si debe ir a ella o recoger los pedazos que  se derriten en un calor que cada vez se torna más abrazador. Finalmente inicia su camino hacia el coche  y la abraza fuertemente inhalando el olor de miel característico de Abigail y un nuevo olor a coco que nunca antes le había sentido.  La suelta para observarla detenidamente y se reconforta  en la mirada dulce que le ofrecen los ojos verdes. Ella extiende una rosa blanca para rozarle la mejilla y el cierra los ojos para disfrutar de la caricia. Pero de repente sus brazos pierden el soporte y al abrirlos  ella a desaparecido y solo encuentra su vestido derramado en la arena.

Busca desesperadamente  a su alrededor pero no puede encontrarla y su entorno va cambiando para finalmente convertirse en una fría y lúgubre calle de Marsella.



-¡Nooooo!- Comienza a gritar desesperado, con un sentimiento de desolación soledad que lo consume. Se agarra la cabeza entre las manos y sus gritos  se confunden con los de una voz que lo llama.  Finalmente abre los ojos y se encuentra con Cedric que lo sacude fuertemente en la cama.


-¡Gerard!- Le grita.

- ¿Donde están?- Susurra aun con terror y con gotas de sudor arrastrándosele por el rostro. Su corazón palpita fuertemente y la falta de aire ahoga sus palabras.

-¿Quienes?- Pregunta Cedric  alarmado  mirando alrededor. Al llegar a la puerta de la habitación escucho los gritos de Gerard  e irrumpió rápidamente al cuarto. Cree que si  fue lastimado el atacante aun se encuentra escondido.

-¡Desaparecieron!-

-¿Quienes Gerard?- Insiste desenvainando un cuchillo de un calcetines y preparándose para atacar.

-Luciana y Abigail-  Exclama sentándose rápidamente y explorando el entorno para darse cuenta que se encuentra en su habitación. Cedric suelta un suspiro cansado y vuelve a guardar el cuchillo.

-Gerard, era solo una pesadilla-

-¡Merde*, fue horrible!-

-Puedo imaginarlo. Reunir a las dos mujeres que amas en un solo sueño no debe ser nada placentero.- Trata de burlarse para sacarlo de la agonía. –  ¿Se peleaban con uñas y dientes por ti?- Agrega sentándose en la cama frente a él.

-No seas idiota Cedric. No es gracioso- Gerard se seca el sudor con la mano y se extiende para tomar un vaso y servirse agua de la jarra que encuentra en la mesa.

-Lo lamento amigo. Dime que soñabas-

-No logro entenderlo-

-Tan solo dime que recuerdas-

-¿Acaso te volviste interprete de sueños?-  Refunfuña  por la ayuda absurda que su amigo intenta ofrecerle.

-Claro que no, pero tal vez hablando te liberes de la angustia y tengas sueños mas placenteros- exclama mientras se acuesta en la cama y se toma la entrepierna con las manos haciendo referencia a los sueños.  Gerard suelta un suspiro de resignación y comienza a contarle detalladamente su pesadilla. Cedric lo escucha pacientemente y hace pequeños gestos reprochando relatos de la pesadilla. Cuando Gerard termina el relato visiblemente agobiado Cedric se sienta y lo reprende.

-No es necesario ser un genio  para interpretar tus sueños. Ya te lo dije y te lo vuelvo a decir…… No permitas que el fantasma de Abigail interfiera en tu futuro con Luciana, debes dejar ir su recuerdo de una vez por todas. No te sabotees mas amigo y se feliz con esa chica-
-Lo se Cedric, y estoy dispuesto a emprender un futuro con Luciana si ella me acepta, pero me es imposible borrar definitivamente de la memoria a Abigail-

Cedric estrecha los ojos hacia él y niega con la cabeza incapaz de  decir algo más. Sabe que tratar de razonar con su terco amigo es imposible y se calla solo porque cree que eventualmente puede olvidar a Abigail fundiéndose en los brazos e Luciana. Toma una profunda respiración y cambia de tema.

-Mejor levántate y haz algo productivo. Despiértame a las  tres de la tarde porque debemos reunirnos con el arquitecto-

-¿Quien es, y de donde lo sacaste?-

-Me lo recomendó el idiota del banco. Se Llama Amaury Barón y es un español recién llegado a esta ciudad-



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Cuando Luciana  y Scarlet se despiertan inician su rutina  sumergidas de nuevo en el silencio y la angustia por los hechos de a noche anterior. Scarlet pasa el resto de la tarde organizando los arreglos que Luciana debe entregar al día siguiente teniendo especial cuidado y mayor estética con los que serán entregados para el burdel. Sabe que deben dar una buena impresión al nuevo cliente para no perderlo. Mientras tanto en la cocina el resto de mujeres realizan el inventario de los suministros necesarios para una semana más. Atita hace la lista de alimentos indispensables, Maya la de los ingredientes para el remedio de Scarlet y Luciana la de los  materiales necesarios para iniciar la restauración.

Mientras tanto al otro lado de la ciudad Gerard y  Cedric esperan en la puerta de su nueva casa al arquitecto.  Cuando ven a Amaury bajarse de un coche negro y caminando hacia ellos con arrogancia deducen que es él.  Cedric se burla a la distancia  de los ridículos bigotes ensortijados pero Gerard no puede compartir su diversión. Cree haberlo visto antes y algo en la mirada de ese hombre le genera desconfianza.

Cuando se presentan, Gerard no soporta la energía oscura proveniente de Amaury y se excusa, alegando asuntos de vital importancia que debe atender,  dándole toda la libertad a Cedric para que decida que hacer en la casa.

Sale apresuradamente a la calle confundido por el recelo que le producía Amaury, pero rápidamente Cedric lo alcanza.

-¿Qué sucede?- Pregunta evaluándole el rostro. - ¿A donde vas?- Agrega preocupado.

-No me agrada ese hombre y prefiero permanecer alejado. Encárgate tú-

-¿No te agrada? ¿Acaso ya sabes cuanto dinero cobra por su trabajo el muy bastardo?- Se queja recordando el valor aproximado  que le dio Amaury el día antes.

-No es eso…. Solo que hay algo en el que me disgusta. Su actitud arrogante y cínica no me agrada-

-Esta bien. Déjame a los bastardos que yo se como tratarlos. Tampoco me agrada pero lo tolero mas que tu-

-Gracias- se despide y se encamina a la playa donde encontró por primera vez a su diosa de Agua y donde soñó perderla la noche anterior.

Pasa el resto de la tarde en la playa lanzándole piedras al mar y tratando de poner en orden sus ideas y deseos con respecto a Luciana. Pensando si es una buena idea contarle sobre su pasado el cual incluye el amor que aun sentía por Abigail. No sabe si debe enfrentarla con un  amor fantasma. Tal vez ella luche con ese recuerdo para sacárselo de la mente y no esta seguro aun si desea olvidar por completo a Abigail. Cuando llega el anochecer, se sorprende al ver una luna llena gigante que resalta en un hermoso cielo estrellado.

-Llévale mis saludos a Luciana señora luna y dile que mañana la esperare en el mercado- Susurra como quien le pide un favor a una vieja amiga, y justo en ese instante Luciana se siente atraída por un resplandor en el cielo. Observa la luna y sin saber por que esboza una sonrisa y piensa en Gerard.



Cuando las campanas de la iglesia anuncian la misa de las siete de la mañana, Gerard va al burdel y arrastra a Cedric hasta el mercado en donde se supone debe esperar a Luciana. Cedric se queja alegando que el encuentro se programo para las nueve, pero Gerard no esta dispuesto a perder un solo minuto.  Piensa que ella podría llegar temprano para repartir las flores a otros clientes, y el debe estar hay cuando ella llegue.  Mientras tanto Luciana prepara la carreta ayudada por Scarlet y Tiberio. A diferencia del día anterior se siente renovada y llena de alegría. Aun no esta segura si debe volver a la casa de Petra donde probablemente encontraría a Gerard, pero cuando tiberio le pregunta si debe montar el arreglo de flores para ella acepta que lo cargue en la carreta. 

Salen hacia la iglesia y dejan los primeros  arreglos justo cuando termina la  misa de las siete.  Tiberio inicia su camino hacia las casas de las familias mas pudientes de la ciudad y se sorprende al verle a Luciana una sonría amplia y fresca. Muy poco común en sus recorridos.

Cuando llegan a la plaza de mercado Luciana se siente cohibida por el encuentro  con alguno de los empleados del burdel, pero se siente mas cómoda que cuando tenia que esperar afuera mientras Tiberio hacia la entrega.  Se baja de la carreta y comienza a organizar los arreglos para el burdel mientras se siente extrañamente observada.  Gira haca su derecha y se encuentra con unos ojos familiares.

-Buenos días Luciana- La saluda Cedric haciendo una leve reverencia mientras se levanta el sombrero.

-Buenos días -  Responde Luciana con una sonrisa y haciendo una venia con su vestido.  Le agrada Cedric a pesar de su oficio y esta complacida de que sea el quien recoja las flores.- Veo que sus funciones no son solo administrativas, también le toca de mandadero-  Agrega con un tono de burla que hace que Cedric rompa en una carcajada.

-La verdad  Luciana,  hoy me encuentro aquí  para realizar la función de cupido- contesta cuando deja de reír. Luciana estrecha los ojos hacia el sin entender sus palabras.

-¿Cupido?- Pregunta confundida.

-Así es. Afortunadamente puedo usar ropa y no necesito un arco y flecha-  contesta serio evaluando su reacción a la broma, pero para su tranquilidad, Luciana comienza a reír al imaginarlo en el atuendo característico de Cupido.

-¿Y a quien piensa ayudar en el amor?- Pregunta Luciana tratando de contener la risa.

- ¡A mi!- Le responde detrás de ella una voz que le susurra  al oído. Ella se gira inmediatamente al reconocerla y su corazón se le quiere salir del pecho cuando ve a Gerard. Él permanece inmóvil y nervioso  frente a Luciana esperando su reacción, y su angustia se desvanece cuando ella lentamente le regala una sonrisa.








 *Wanülüü: significa demonio en la lengua Wayu.
*Merde: Significa mierda en frances