Luciana ingresa a la casa pero se
queda en la cocina partiéndose la cabeza
mientras piensa en cómo puede reunir el dinero. Por más que lo piensa no encuentra una
solución posible y tan inmediata, así que se rinde y decide subir a ver cómo va
la organización del viaje, en el cual tendrá suficiente tiempo para ingeniarse
una solución. Cuando se encuentra subiendo
por las escalas hacia la habitación
escucha a Scarlet que se queja.
-¡Hay Dios, NO!-
Corre como posesa tomando el bajo
de su vestido para poder subir saltando
de a dos escalones y llegar a la habitación lo antes posible. Su corazón
se le quiere salir imaginando que su hermana se ha lastimado en vísperas de su
viaje y tendrá que cuidarla dia y noche para evitar que muera desangrada.
Cuando llega al umbral ve a Scarlet que analiza el encaje de un vestido.
-¿Que sucede?- Pregunta contrariada.
-¡Tu vestido! –Responde Scarlet
señalando un pequeño agujero en el encaje. – ¿Maya, podrías arreglarlo?- Agrega
dirigiéndose a la anciana que lo toma con una sonrisa pesarosa.
-No llevare ese vestido. ¡Es de
fiesta!- Responde Luciana exasperada pero con una enorme tranquilidad al ver a
su hermana a salvo.
-Ya lo sé. Pero tiene que estar listo para la fiesta-
Responde con una gran sonrisa. El día que más
anhela en el año le crea gran ilusión.
Solo en ese momento Luciana
recuerda que en tres semanas se realizará la fiesta de cumpleaños del Doctor
Almenares, que coincide con la fecha de su graduación como médico, lo que la
convierte en un gran evento de celebración y homenaje en la ciudad.
Desde hacía cuatro años, cuando
Luciana obtuvo en esa fiesta el puesto como enfermera, había llevada a Scarlet
a la celebración. Se sentía segura de llevarla ya que si se hacía daño estarían rodeadas de médicos que podrían
ayudarlas. Era el día más feliz de Scarlet por que podía salir al mundo y
disfrutar lo que este ofrecía. Se sentía como una mujer normal aunque todos la
trataban como una muñeca de cristal.
-Scarlet, No estoy segura de que
podamos asistir-
-¿Qué?. ¡No!- los ojos de Scarlet
comienzan a inundarse de lágrimas.
-Tienes que entender que tal vez
mi viaje demore más de lo pensado. Tal vez no alcance a llegar a tiempo-
-¡Luciana sabes lo importante que
es para mí!-
-Lo sé. Lo siento- Luciana se siente mal pero no hay nada que pueda hacer. El viaje es
prioridad, porque se trata de la vida de
su hermana.
-¿Puedo ir yo sola?- Scarlet
pregunta con la vaga ilusión de que se lo permita. Sabe de antemano cual es la
respuesta pero quiere agotar todas las posibilidades.
-¡NO! De ningún modo.
Imposible- Contesta con determinación.
Sabe que le romperá el corazón a su hermana pero no permitiría que este sola en un baile sin
su protección. Scarlet comienza a llorar y sale corriendo de la habitación,
dejando a Luciana con un terrible sentimiento de culpa pero decidida a no
permitírselo. En su interior también desea ir a la fiesta para poder
presentarle de una vez por todas a Gerard y salir de aquella angustia de amor
que a diario la consume.
Se dirige a Atita que aún está en
la habitación organizando el baúl. La toma de un brazo y le instruye sobre no
dejar que Scarlet acuda al baile, y de
esconderle todos los vestidos en la noche anterior a la fiesta si ella aún no ha regresado.
En el Hospital, Gerard no puede
concentrarse en vendarle el brazo a un joven campesino que se hizo la herida
con un machete. Su mente y su corazón están nublados con pensamientos
angustiados sobre el viaje de Luciana.
El doctor Almenares que no se pierde el espectáculo pesaroso de Gerard
se acerca a él.
-Ella estará bien hijo- Susurra cuando pasa detrás y le da una
palmadita en el hombro. Gerard sale de
su ensoñación y se gira para observar a su jefe que lo mira con una pequeña
sonrisa.
-Estoy preocupado. ¡Algo podría
pasarle!- Por fin deja las discreciones y pone en evidencia su amor.
-Yo estaría mas preocupado por el
hombre que intente sobrepasarse con ella- Ahora su sonrisa es burlona. – ¡Esa criatura es dinamita enterrada! – Agrega y
se va dejando a Gerard sonriendo y recordando a su aguerrida mujer.
Al anochecer, Luciana se embarca
acompañada del doctor Caicedo rumbo a la capital. El viaje por el rio demoraría
una semana hasta llegar al puerto de Honda. Luego tendrían que ir por otros cuatro
días por un camino real hasta llegar a la capital donde tendría el encuentro
con Evangelina, la hermana de Aurelio el comerciante. Cuando se instala en su
camarote se recuesta en la cama con un enorme agujero en el pecho. La mitad de
su corazón se quedó con Scarlet y la otra mitad se quedó con Gerard, pero no
puede sentir mucho dolor por que su cabeza se concentra en encontrar una solución
para conseguir el dinero para recuperar las escrituras. Al dia siguiente la
fuerte marea tiene a la mayoría de los
pasajeros en la barandilla deshaciéndose en vómitos, pero Luciana permanece en
su habitación sollozando. No sabe por qué se siente tan agobiada, pero se
siente insegura al dejar a Scarlet y una
extraña nube se cierne sobre ella y su felicidad.
Los días pasan lentamente para
todos, y la luna llena es la única que los acompaña en las noches mirándolos a
cada uno desde las alturas su oscuro trono, contemplándolos mientras duermen ajenos al infortunio
que el destino les depara. Gerard
difícilmente puede concentrarse en su trabajo y
todos los días en la tarde va al
puerto para tener noticias del barco y su ubicación. El telegrafista le
notifica por los puertos que han pasado y le asegura que en un dia estarán en
el puerto de honda donde desembarcaran.
Luciana muere de aburrimiento en el viaje. Ha realizado el paseo por los
pasillos un millón de veces y está al borde de la locura tan solo de escuchar
la monótona platica del doctor Caicedo que habla de muertos y técnicas de autopsia,
que tan solo le arruinan el apetito a todos los que lo escuchan.
Scarlet se refugia en sus flores y
paseos por el jardín. Mantiene la
esperanza de que Luciana regrese a tiempo para llevarla al baile. No concibe la
idea de tener que esperar un año para salir de casa. Las fiestas patronales también se acercan y
será cuando más escondida la tendrá su hermana. El miedo a la pólvora y los
miles de borrachos que deambulan por las calles hace que ella misma tema salir.
Cuando el barco llega a Honda
Luciana da gracias a Dios de tocar tierra firme. Es medio dia y el sol pega
fuerte en el muelle. Los coteros comienzan a desembarcar el equipaje y los
baúles mientras Luciana y el doctor Caicedo aguardan por los suyos bajo la sombra de una vieja choza de madera; de
repente, una anciana se acerca a ellos y la llama por su nombre.
-¿Es usted la señorita Luciana Lemaitre?-
- Sí. Soy yo- Responde
confundida. No conoce a nadie en Honda y nunca antes había visto aquella
mujer. La anciana al ver su desconcierto
le explica que es la hermana de Aurelio y viajo desde la capital para su
encuentro. Tenía otros asuntos
pendientes de los que ocuparse en el muelle y aprovecharía la ocasión para
matar dos pájaros de un tiro. Luciana casi muere de felicidad al entender que
su viaje no sería tan largo y que se ahorraría
ocho días de camino por tierra.
Luego de despedir al doctor
Caicedo que inicia su camino a la capital, ambas mujeres se sientan en un
café para negociar e inmediatamente llegan a un acuerdo justo para ambas. La
anciana le entrega como regalo anticipado dos cajas de pino repletas con hojas
de bolsas de pastor y ella le da una pañoleta de seda. Luego compra un boleto
de regreso para la misma noche y va al telegrafista para enviar un mensaje
anunciando su regreso, pero para su infortunio
no puede hacerlo ya que el único telegrafista del puerto se encuentra enfermo.
Gerard permanece en el hospital
atendiendo con gran preocupación dos casos de cólera que han despertado las
alarmas en la ciudad. Aun no se declara
más que un pequeño brote pero hay gran preocupación en el hospital y comienzan
a prepararse para una posible epidemia.
Al anochecer Scarlet se prepara para dormir temprano ya que no
tiene a su hermana para hablar como lo hacen a diario, pero un sonido en su
estómago le avisa que no quedo satisfecha con la cena. Se dirige a la cocina
para buscar algo que comer y ve sobre la mesa unas deliciosas moras rojas. Toma asiento para disfrutar del delicioso
manjar y se lleva de un solo golpe tres a la boca. Se queja cuando la dulce sensación
le inunda el paladar, pero un fuerte grito
la saca de su deleite.
-¡Dios mío niña roja!- Grita Maya
desde el umbral cuando ve a Scarlet en la mesa y una gota roja como la
sangre sale de su boca derramándose
hacia su mentón. Confunde en jugo de la mora con sangre y corre hacia ella
tapándole la boca con un pañuelo para evitar según ella que sangre más.
Scarlet trata de salir de aquel
fuerte agarre para explicar que se encuentra bien pero solo logra que Maya la
sujete con mayor fuerza mientras llama a gritos a Atita.
-¡Corre! Busca al doctor
Almenares. Dile que la niña roja está herida y sangrando- Le ordena cuando esta llega a la cocina, mientras que Scarlet pone los ojos en blanco y se resigna a permanecer
amordazada sin poder explicar lo que realmente sucede.
Atita sale corriendo desesperada al
hospital y llega justo en el momento en que el doctor Almenares y Gerard van
saliendo agotados después de un largo dia.
-¡Dotorcito, dotorcito!- Llama
Atita desde la distancia. El doctor Almenares inmediatamente se tensiona
cuando la ve. Sabe que algo malo debe haberle
pasado a Scarlet para que ella acuda a
él tan tarde y alarmada.
-¿Que sucede?-
-¡La niña sangra, la niña
sangra!- Responde agitada y entre lágrimas. Gerard la reconoce como la mujer
que a diario esperaba en la puerta a Luciana y se desespera al imaginar que
algo malo le ha pasado a Luciana, pero cuando está a punta de preguntarle el
doctor Almenares la toma del brazo para ayudarla a subirse al coche. Luego se
gira y llama a Gerard.
-Vamos doctor Decout. La hermana
de Luciana está en problemas-
Suben en el coche y salen rápidamente
en dirección a la casa Lemaitre. Atita mira a Gerard y le sonríe
tímidamente. Le parece el hombre más hermoso que ha visto y no se sorprende que
Luciana se rindiera y se enamorara de aquel bello
rostro.
Cuando llegan, el doctor Almenares
ingresa rápidamente seguido de Gerard que por mucho tiempo ha deseado ingresar
a la casa, pero nunca deseo que fuese de aquel modo. Quisiera haber conocido a la hermana de
Luciana en mejores circunstancias. Cree que en algún acto de locura la joven pudo haberse herido y
esa es la razón para que estén allí. Atita
encabeza el desfile guiándolos hasta la cocina donde Scarlet permanece sentada
en la silla con la boca tapada por Maya que
se encuentra de pie tras ella.
Atita se ubica a un lado del
umbral para dejarlos pasar, el doctor Almenares ingresa rápidamente y coloca su
maletín sobre la mesa mientras que Gerard se asoma lentamente sin saber en qué
estado demencial encontrara a su futura cuñada.
Enfoca su mirada en aquel rostro semicubierto
y su corazón se le detiene cuando ve aquellos ojos verdes tan familiares por los que sufrió tantos años, y aquel cabello rojizo que tanto deseaba volver a acariciar. Scarlet centra su mirada en el desconocido que aparece en la puerta y un extraño calor le inunda el cuerpo al ver
aquel hombre hermoso que la mira con desconcierto y algo más que no logra
identificar. Sus ojos se quedan enganchados sin percibir lo que pasa a su
alrededor dejando que el tiempo se detenga ante ellos.
Gerard permanece congelado observándola
mientras que el doctor Almenares se acerca y se sienta en una silla junto a
ella, pero cuando este le retira la mano con el pañuelo a Maya para poder identificar el daño, la plenitud de
aquel rostro hace que su corazón retome el galope y se desboque en latidos. Latidos de un amor que él creía muerto
y que había regresado para recordarle su promesa de amor y fidelidad eterna. Su
esposa amada había logrado salir de las crueles garras del olvido y estaba
acompañada de la favorecedora juventud para que retornaran la vida que tanto habían deseado.
-¡ Oh Abigail !- Susurra suavemente.
Corre hacia ella y se postra de
rodillas a sus pies, mientras todos observan confusos aquella reacción tan
impropia. Scarlet le sonríe tímidamente al sentir una extraña cosquilla en el
vientre cuando él le toma la mano. La
semilla del amor comienza a germinar en su pecho convirtiéndose en un instante en el más esplendoroso rosal.
Mientras tanto Luciana ingresa en
su camarote feliz de emprender su regreso, pero de repente, aquella sensación es
remplazada por una fuerte oleada de frio que la golpea tan fuerte que siente
que su corazón se le congela. Cae de rodillas
junto a la cama y se lleva las manos al pecho para tratar de derretir el
hielo que se le forma y amenaza con matarla. Casi puede sentir la muerte que la observa con una cruel sonrisa. La
sonrisa de la venganza por haberla burlado durante tantos años.
En la gran mesa de la vida, el
destino ha iniciado el juego repartiendo la baraja. La muerte alardea de su buena mano y el amor observa sus cartas temiendo que ha perdido en su mas grande apuesta.
NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi
corazón como a un primer hijo.
Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a
continuar con esta creación.
-
q!!!!!!!!!!!!! noooooo no me hagas esto!!!! Farley!!! nooooooooooooooooooooooo
ResponderBorrarHeeeeeeeeeeeeeey qué pasa? te he esperado por semanas desesperadamente para leeerte y qué sucede eh?!!!!Noooooooooooo!!!!!!
ResponderBorrarNoooo puede ser no yo no quiero que se quede con ella ahhhh :(
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