Scarlet da de nuevo
un chillido de emoción y baila por el reconocimiento de su hermana. Por fin ha
conocido un hombre que logra aflorar sus sentimientos. Aquella noticia le da de nuevo la esperanza de
encontrar el amor. De encontrar un hombre que la acepte con su enfermedad,
porque esta segura que el amor es tan poderoso que lograría curarla
definitivamente para poder entregarle su cuerpo y su alma.
Luciana pone los
ojos en blanco con la actitud infantil de Scarlet pero no puede evitar sonreír.
El recuerdo de todas las sensaciones que su cuerpo experimento mientras se
encontraba en los brazos de Gerard hace que se sienta de excelente ánimo.
Rápidamente se aleja y sube las escaleras en dirección al cuarto para alejarse
de la inquisición de preguntas, aprovechando que Scarlet baila como una niña con los ojos
cerrados. Cuando llega a su habitación y comienza a quitarse su vestido Scarlet
la alcanza. – No te librarás de mi tan fácil- le reprocha con dulzura colocando
las manos en la cintura.
-No quería
interrumpir tu baile- Responde con una
sonrisa terminando de retirarse en vestido quedando en su camison.
- Bailemos Juntas-
Pide y la toma de las manos. Ambas comienzan a girar
velozmente mientras ríen como lo hacían cuando eran niñas y recibían cartas que anunciaban la llegada
de su padre luego de estar meses por fuera por motivos de negocios.
Cuando por fin se
detienen, ambas se tiran en la cama para
componerse del mareo y tomar un poco de aire luego de las risas. La felicidad esperanzada de Scarlet es
ligeramente opacada por la felicidad de Luciana al saber que puede amar y que
aquel sentimiento puede generarle tantas emociones fuertes.
-Cuéntame mas,
quiero saberlo todo- exclama Scarlet con la mirada fija en el techo.
-Ya te lo he dicho
todo- Responde con un poco de aprensión. Por primera vez en su vida no desea
compartir información con su mayor confidente. No quiere que se emocione ya que
ni ella misma sabe en que puede terminar su relación con Gerard. Quizás tan
solo sea un mujeriego con una nueva conquista que realizar. Tal vez se
obsesiono con ella después de verla casi desnuda en la playa. Aunque algo de
aquel beso lleno de ternura y adoración le dice que no es un beso más para
él, y
aunque ella no tiene experiencia en esas manifestaciones de amor y
deseo, sabe que el fuego que sentía en su interior mientras se besaban era el
mismo fuego que lo consumía a él.
-Por favor Luciana,
no seas egoísta. Tienes veinticinco años y yo tengo veinte. Ambas somos adultas
y podemos hablar de hombres-
-No es eso Scarlet,
no me avergüenzo por ello-
-¡Claro que no!, no
es vergonzoso enamorarse-
-Esa es la cuestión
Scarlet, aun no se de que se trata todo, no se si el esta enamorado de mi-
- ¡Por Dios
Luciana! Media ciudad esta enamorada de ti. La otra mitad no lo esta solo
porque son mujeres- Exclama acomodándose
de lado y apoya el codo sobre la cama para sostener su cabeza con la mano. –
¡¿Que hombre no se enamoraría de ti?!-
-Scarlet él no es de esta ciudad. Llego hace poco y no
lo conozco lo suficiente como para poder juzgar sus intenciones. Además,
quiero ir despacio antes de aceptar cualquier ofrecimiento de su parte- Responde un poco avergonzada al recordar la
facilidad con la que se dejo besar, un acto
muy poco decente a los ojos de una sociedad tan conservadora.
- Creo que debes
traerlo a casa y presentarlo. No te preocupes que yo te daré mi consentimiento
para que puedan continuar una relación- Se burla y se muerde los labios para evitar reír al observar la reacción de Luciana.
- ¿Y por que crees
que debería traértelo para que lo apruebes? – Se queja fingiéndose ofendida y quitando
su mirada del techo y fijándola en
Scarlet.
- Soy tu única
familiar y alguien debe bendecir esa unión. Además, así se calmarían las malas
lenguas y entendería que tu relación es respetable y aceptada- Responde levantando ambas cejas y fingiendo
superioridad.
-Eres mi hermana
menor, no necesitaría tu aprobación. En cambio tu si necesitarías la mía- Ahora es Luciana la que se burla y hace
que Scarlet esboce un puchero
suplicante. Ambas sueltan de nuevo la carcajada
pero rápidamente son
interrumpidas por Maya que abre la puerta del cuarto.
- Buenas noches niña
Lu. No queria incomodarlas pero abajo hay un hombre que desea hablar con usted-
El corazón de
Luciana se agita ferozmente. Mientras
que su palidez delata su pensamiento frente a Scarlet
-¿Es él? ¡Viene a buscarte!- Exclama Scarlet con
emoción.
-¿Quien es el
hombre Maya?- Pregunta aterrada mientras
se levanta. La idea de que la haya seguido desde el hospital no le gusta, y
menos el atrevimiento de irrumpir en su
casa.
-No lo se niña. Vino
temprano a buscarla pero como no estaba dijo que vendría de nuevo y esta bajo
esperándola.
-¿Dijo su nombre?-
La duda comienza a apoderarse de ella.
Tal vez no sea Gerard. Él estaba en el hospital toda la tarde, a menos que haya
venido mientras hacían la cirugía, justo antes de su encuentro.
-No quiso decirlo,
dice que no es de la ciudad y que su nombre no le seria familiar, pero insistió
en hablar con la dueña de la casa-
-Esta bien. Llévalo
al despacho y dile que espere un
momento- Responde aun confundida. Maya
asiente y sale de la habitación mientras que Luciana toma temblorosa un vestido del ropero.
Scarlet la observa confundida sin entender el terror en la cara de Luciana.
Piensa que debería sentirse feliz.
-Espérame aquí
Scarlet. No quiero que salgas- Le ordena mientras se coloca el vestido.
-Claro que no,
¡quiero conocerlo!- Refunfuña.
- ¡Ya te dije que
te quedaras aquí!- La reprende.
-No lo hare- La
desafía mientras se encamina lentamente hacia la puerta con la mirada fija en
Luciana. Como la de una presa que intenta escapar de su depredador.
-No te atrevas a
salir Scarlet- La advierte al ver sus intenciones de salir corriendo.
-Intenta detenerme-
Responde antes de emprender la carrera y salir del cuarto. Siente los pasos
apresurados de Luciana que la sigue mientras bajan por las escaleras .Sabe que
si se deja alcanzar no podrá conocer al misterioso hombre y no es una opción
para ella seguir en la ignorancia impuesta por su hermana. Llega al despacho y abre la puerta
apresuradamente para encontrarse con unos ojos que le hielan la sangre y le
estrujan el corazón.
Se queda
paralizada mientras esos ojos la evalúan
de arriba abajo. Siente como Luciana la alcanza e inmediatamente se interpone
entre los dos, tratando de alejarla de él.
-¿Que hace en mi
casa?- exclama con terror.
----------------------------------------------------------------
A las siete de la
noche la reunión en el consultorio del doctor Almenares finaliza. Todos se encuentran muy agradecidos con
Gerard por compartir sin ningún recelo sus conocimientos y valoran mucho
su ofrecimiento de escribirle a su antiguo
tutor en Marsella para que envié publicaciones de avances médicos en Europa,
para que el los traduzca y los trasmita a sus colegas. El doctor Almenares lo
despide invitándolo a regresar de nuevo
el lunes, ya que los fines de semana solo se encuentra un medico para las
urgencias mientras que el resto descansa. Y ese fin de semana le corresponde al
doctor Bernal.
Gerard se siente
feliz por la buena acogida de sus colegas, pero sobre todo por la idea de
encontrar a Luciana en su nuevo lugar de trabajo, lo que significaría muchas
horas para estar juntos. Se despide y
sale ansioso para encontrarla, pero ni una sola alma se atraviesa en su camino por el pasillo.
Busca en los pabellones de hombres y de mujeres pero tan solo se ven los
enfermos y unas cuantas hermanas de la misericordia atendiéndolos. Se llena de
valor para abrir el pabellón de niños pero justo en ese momento ve a la
distancia a Abril que sale de una puerta casi al final del pasillo.
-¡Abril!- Le grita
para llamar su atención. Ella se exalta con aquel gesto tan impropio para un
hospital. Cuando lo ve se lleva un dedo a la boca exigiéndole su silencio
mientras se acercan y se encuentran en
mitad del pasillo.
-No debe gritar
aquí doctor Decout- Lo reprende mirando a ambos lados del corredor
cerciorándose de que nadie los ve.
-Lo lamento. Hace
mucho que no estaba en un hospital- Se disculpa. Abril le frunce el ceño
confundida por su disculpa.
-¿Como es posible
que un medico haya olvidado el comportamiento en un hospital? ¿Hace cuanto que
no esta en uno?- Pregunta desconfiada mirando fijamente a Gerard.
- Fue un largo
viaje en barco desde Francia y tuve unas largas vacaciones en Cuba antes de
llegar aquí- Explica sin dar mayor detalle para no delatar sus cuatro años
alejado de la profesión.
-Entiendo. En que
lo puedo ayudar doctor- Responde aun
especulativa.
- La verdad me
gustaría que me ayudara a encontrar a Luciana. Necesito hablar con ella-
Responde en una suplica llena de ilusión que le derrite la suspicacia a Abril y
hace que sonría por la petición.
- Lo lamento
doctor, pero hace pocos minutos salió-
Gerard suelta un
bufido y tira su cabeza hacia tras por la frustración de haber perdido de nuevo
la oportunidad de estar junto a ella.
-El lunes a las
siete volverá a su turno. Descansamos los fines de semana para compartir con la
familia-
-¡El lunes!-
exclama desanimado. -Es demasiado tiempo. ¡Desearía verla ahora!-
Abril sonríe aun
mas por la intensidad de Gerard, pero no esta dispuesta a ayudarlo sin el
consentimiento de su amiga.
-Lo lamento. Pero
tendrá que esperar al lunes-
-¡llévame a su
casa!- Le pide mientras la toma del brazo.
- Claro que no-
Responde molesta. – Si Luciana salió tan rápido es por que quería evitarlo.
Tengo que hablar con ella y aclarar la situación entre ustedes para saber si
puedo y debo ayudarlo- Añade y comienza
su camino a la salida.
- Estoy enamorado
de ella Abril- Se declara Gerard agobiado por sus sentimientos mientras la
sigue. Sentimientos que creía muertos y enterrados en el mismo ataúd de
Abigail.
Abril se detiene y
se gira para encontrarse con esos ojos enamorados y llenos de ilusiones.
-Cuando el amor
es verdadero sabe esperar- Le responde
con una sonrisa y sale del hospital dejando a Gerard frustrado en el pasillo.
Él se queda unos minutos viendo como se aleja y tratando de encontrar una
manera de llegar a Luciana, pero se rinde cuando no encuentra la forma y solo
lo reconforta la idea de verla de nuevo el domingo como lo tenía pensado
inicialmente. Cuando ella le lleve las flores a Cedric.
Llega a la casa de
Petra y encuentra a su compañero que lo
espera ansioso.
-¿Como te fue? ¿Tus
colegas fueron amables contigo? ¿Atendiste algún paciente?¿Sabias como…-
-¡Tranquilo!- Lo reprende
Gerard levantando la mano para que se detenga.
– Me fue mejor de lo que esperaba- Responde con una enorme sonrisa derrumbándose en una de las sillas del
comedor.
-¿A que te
refieres?- La sonrisa en el rostro de
Gerard es muy poco común para Cedric, lo cual lo desconcierta y lo vuelve más
ansioso por información.
-¿Adivina a quien
me encontré en el hospital?-
- ¡Luciana!-
exclama emocionado y sentándose en una silla al frente, mientras que Gerard
asiente con la cabeza sin poder quitar de su rostro la sonrisa. – ¿Que hacia
allí? ¿Tiene algún familiar enfermo?-
-No. Trabaja como
enfermera en el hospital- Responde
tomando una uva del centro de mesa y disfrutando de la actitud asombrada de
Cedric.
- Vous êtes un
idiot chance*- Exclama en francés incrédulo por la fortuna de Gerard.
-No soy idiota Cedric- Responde a la afirmación de su compañero.
-¿Y ahora que?-
-¿Qué de que?-
-¿Qué vas hacer con
ella?
-Conquistarla. Y
hoy hice un gran avance-
-Suéltalo de una
vez Gerard. Me tienes en suspenso- Se queja Cedric tomando una uva de la
mesa y lanzándosela. Lo emociona saber
que su amigo esta fortalecido por el amor y dispuesto a vivir la vida gracias a
una hermosa mujer como lo es Luciana. Gerard toma una respiración profunda y le
cuenta todo lo sucedido en el hospital dejando a Cedric con la boca abierta
cuando le cuenta que la beso y ella le correspondió.
-¿Lo ves? eres un
idiota con suerte-
- Aun no puedo
cantar victoria. Ella es una mujer difícil- Se queja Gerard al sentirse inseguro. Necesita estar de nuevo
junto a ella para dejarle claro sus sentimientos y exigirle una respuesta a su
interés.
-Paciencia amigo.
El domingo la esperaremos en la plaza para que le dejes claro tus intenciones-
-Lo se. Pero se me
hará eterno-
-Ven conmigo al burdel
y descarga toda esa energía- Lo invita Cedric levantándose de la silla.
-No, me quedare
aquí- Lo rechaza. No quiere manchar el momento de amor con Luciana. Disfrutaría
mas en su cama recordando la dulzura del beso que el placer insípido en la boca
de una prostituta.
-Como quieras- Responde Cedric satisfecho por la elección de
Gerard. Sabe que eso significa que esta muy comprometido con los sentimientos
que Luciana despierta en él. – Para mañana tenemos una reunión muy importante
lo que mantendrá tu mente ocupada hasta
el domingo- Añade organizándose la chaqueta listo para salir.
-¿De que se trata?-
Pregunta curioso. Creía que el sábado seria un día de tedio en la casa de
Petra. Y no esta dispuesto a asistir a una fiesta lujuriosa de las que
acostumbra su amigo.
-Mientras tú besabas
a la bella dama, yo estaba en el banco conociendo a un nuevo arquitecto que
llego a la ciudad-
-¿Para que?-
-¡Por Dios Gerard!
Tenemos que salir de esta casa y ocupar la nuestra. Pero sabes que no esta en
buenas condiciones para habitarla, así que él realizara los ajustes necesarios
para que podamos mudarnos pronto-
-Esta bien- Responde. Cedric se va satisfecho dejándolo solo en el comedor con sus
recuerdos, hasta que Martina aparece con una bandeja. El olor delicioso olor
proveniente de los platos hace que Gerard se olvide de su día y se concentre en
el manjar depositado frente a él.
----------------------------------------------------------------
Por una razón que Luciana no entiende, aquellos ojos verdes generan en
ella una terrible animadversión. La primera vez que los vio en la calle la
punzada de desconfianza en la boca del estomago le advertía sobre un peligro
desconocido, y la reacción de terror que obviamente le producía a Scarlet era
una razón mas para aborrecerlo.
-Buenas noches Señoritas- Exclama el hombre peinándose las puntas del
bigote. –Su recibimiento no es una forma educada para las visitas- Le recrimina
mientras observa a Luciana de arriba abajo con deseo mal disimulado.
-Usted no es mi invitado. Así que diga rápido lo que desea y lárguese
de mi casa- Contesta Luciana con irritación mientras que Scarlet la toma del
brazo y se resguarda tras ella.
-Primero que todo déjeme presentarme- Responde el hombre con una
postura desafiante acercándose a Luciana y extendiéndole la mano. – Mi nombre
es Amaury Barón.
Ella observa la mano extendida frente a ella y requiere de todas sus
fuerzas para estrecharla como su arraigada
educación le exige. -Luciana Lemaitre- Responde dándole solo la punta de
los dedos de la mano y retirándola rápidamente.
-¿Lo ve?- Exclama el hombre con una sonrisa cínica- No es peligroso estrechar
mi mano ni regalarme su nombre-
-Tal vez no lo sea pero tampoco es agradable- Responde Luciana sin
poder disimular su fastidio, borrándole la sonrisa al hombre de la cara.
-Es usted demasiado grosera señorita Lemaitre, pero por alguna extraña
razón me gusta eso- Amaury escupe las
palabras con arrogancia mientras que Luciana se exaspera mas con su presencia.
-¿Que quiere?- pregunta arrastrando las palabras y conteniendo su
furia.
-Ofrecer mis servicios-
-¿Para que?- Pregunta estrechando sus ojos sin entender el
ofrecimiento.
-Como ya le dije soy arquitecto, y deseo restaurar su casa- Responde
mientras observa el techo y las paredes
de la habitación con desdén. –Necesitan
mantenimiento antes de que se venga abajo-
-No estoy interesada. Ahora salga de mi casa-
-¿Estaría interesada en vendérmela?-
Sondea sin dejar que Luciana perciba el fuerte deseo de tener esa casa.
Su arquitectura le recuerda las casas españolas y hace que la ambicione para
instalarse en ella mientras vive en la ciudad.
-Nunca. La prefiero derrumbada antes de entregarla a alguien más-
La declaración de Luciana enfurece a Amaury, mas por su rechazo que por
la dureza de sus palabras. Trata de relajarse cerrando los ojos mientras
encuentra estabilidad para no arremeter contra su insolencia. Cuando los abre,
se encuentra con los asustados ojos verdes esmeralda que se resguardan detrás
de Luciana.
-Buenas noches Jovencita- La saluda levantándose suavemente el
sombrero. – ¿Cual es su nombre?-
Pregunta tratando de desviar la incomoda conversación y su furia mal contenida,
pero inmediatamente Luciana arremete contra él interponiéndose aun más entre
ellos.
-¿Para que necesita saberlo?-
-Por educación al conocer a alguien, y simple curiosidad- Le gruñe.
-Ya le dije que no estoy interesada .¡Lárguese de mi casa!-
-¡Muchacha insolente!- Le grita cuando se sale de sus cabales. Se
acerca a Luciana lentamente haciendo que
ambas retrocedan por la mirada asesina que destellan sus ojos.
-¡Tu y esta casa serán mías!- Le susurra con odio antes de emprender el
camino dejándolas a ambas temblando con aquella nefasta sentencia.
* Vous êtes un idiot chance: Eres un idiota con suerte en frances
NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación.