Luciana le extiende la mano a
Cedric como despedida. Esta agradecida con él por permitirle haber llegado a un
acuerdo más que justo para ella. Logro hacer que él le pagara el doble por sus
arreglos y también logro que fijaran un punto intermedio para la entrega. Ella
los llevaría hasta el mercado de domingo y uno de los empleados del burdel los recogería
allí en otra carreta, y el pago seria enviado por correo. Ella sabe que él es
un hombre de vida alegre y también un hombre peligroso por la cicatriz que sale
en su cuello, pero extrañamente se siente cómoda cerca a él. Lo siente como un
viejo amigo o el hermano mayor que nunca tubo, como si fuera un aliado para
ella en una lucha que aun no vive y esa sensación la desconcierta.
-Buenas noches señor Fouguet, y
gracias por todo-
-Buenas noches señorita Lemaitre-
Responde Cedric aprontándole la mano. –
¿Desea que alguien la acompañe hasta su casa?-
- Se lo agradezco pero no creo
que sea una buena idea- Replica
Luciana girándose hacia la puerta.
- Lo entiendo, pero tenga
cuidado, la noche conlleva muchos peligros para una mujer sola- Cedric corre hacia la puerta de su despacho para que ella pueda
salir.
-Créame que he sabido sortearlos- en ese momento ella vuelve a recordar las dos
ocasiones en las que se encontró con aquel enigmático hombre que la persigue
hasta en los sueños.
-Me complace saberlo. Las mujeres
a veces se subestiman- Cedric toma la
manija de la puerta pero aun no la abre.
-¿Nos subestimamos nosotras
mismas o son ustedes los hombres quienes los que lo hacen?-
-Me temo que ambos, aunque con
usted podría decirse que es difícil. No conozco chicas tan arriesgadas,
inteligentes y buenas para negociar como usted- Cedric nuevamente le regala una
sonrisa amplia y fresca y abre la puerta.
-Lo tomare como un cumplido,
aunque la mayoría de hombres de esta época encuentran esas características intimidantes
en una mujer- Responde Luciana tapándose la cabeza con la túnica lista para
salir del lugar.
-Lamentablemente es así. Pero no
cambie señorita. Ningún hombre la merece
si espera de usted lo contrario-Las palabras de Cedric son sinceras y ella lo
ve en sus ojos. Le devuelve una sonrisa agradecida y empieza su camino escalas
abajo. Al tercer escalón siente como la puerta se cierra tras ella y la
incomodidad de volver a ver al guardián de la puerta al final de la escalera le recuerda el
desagradable lugar en donde se encuentra, y mas aun al verle al hombre una
sonrisa maliciosa.
-¿Logro un buen precio? Pregunta finalmente
el hombre cuando Luciana llega a la planta baja. Ella desea salir lo mas pronto
posible pero sabe que el no le abrirá la puerta sin obtener una respuesta.
- Claro que si- Responde con voz
tímida y concentra su mirada en la puerta para evitar dar lugar a una
conversación. El hombre interpreta su comportamiento y para alivio de ella abre
sin decir una palabra más.
Cuando la puerta se abre la brisa de la noche entra en la casa acariciando el rostro de Luciana y
desplazando el olor de tabaco y alcohol del lugar. Ella cierra por un segundo los
ojos absorbiendo la frescura de la noche
y dando dos pasos atraviesa el umbral de la puerta, pero cuando los abre tiene
que llevarse las manos al pecho para evitar que su corazón se le salga. Una vez
mas y sin viso previo él esta frente a
ella.
Como cada vez que se encuentran la
incredulidad se cierne sobre ellos. Se observan fijamente perdiéndose cada uno
en la mirada del otro. Sus corazones se
agitan en sincronía y con tanta fuerza que es casi audible. Gerard comienza una lucha en su interior.
Esta feliz de encontrarla pero no del lugar en donde lo hace. Esa guerra se
refleja en sus ojos y ella no puede
soportar la intensidad de aquella mirada por lo que sale corriendo del lugar.
Gerard aprieta sus puños y arruga el rostro mientras que la lucha en su
interior continua, hasta que el deseo
finalmente vence al asco y sale corriendo tras ella.
-¡Espere!- Grita, pero ella
continua corriendo por la calle atravesando la espesura de la noche. Luciana
corre con toda su fuerza haciendo que el viento le descubra el rostro a tirar
la túnica hacia atrás y dejando que su cabello flote en el aire. Pero su
vestido no le permiten hacerlo con mucha agilidad por lo que cada vez siente
los pasos de él más cerca. Finalmente Gerard la alcanza y la sostiene por un
brazo. – ¡Espere!- Logra decir con voz agitada. Ambos se detienen y tienen que
tomarse unos segundos para volver a llevar el aire a sus pulmones. Luciana da tres pasos hacia su derecha y recuesta su
espalda en un muro de una casa cerca a una ventana. Cierra sus ojos y se
concentra en respirar mientras que Gerard avanza cerca a ella y coloca una mano
sobre la reja de la ventana para evitar
que comience de nuevo a correr. Luego de algunos segundos ambos están más
estables y Luciana abre de nuevo sus ojos para encontrarse con la mirada penetrante
e inquisidora de Gerard.
- ¡¿Qué quiere?! Pregunta
desafiante.
Él se sorprende de nuevo con la dulzura de esa
voz, que aunque desafiante le recorre el
cuerpo como miel. Sin embargo mantiene su rostro inexpresivo aunque continua
con la mirada acusatoria. Aun no esta contento por encontrársela en el burdel
de Cedric. ¡A decir verdad de su burdel!
-¿Si no tiene nada que decir para
que me detiene?- Le gruñe Luciana. No soporta tenerlo tan cerca y sentir su
aroma, que hace que las piernas le tiemblen y el estomago se le sacuda como si
tuviera miles de mariposas en el. Tampoco entiende las extrañas cosquillas que
le recorren el bajo vientre, pero principalmente no soporta verle esa mirada
desaprobatoria.
Gerard se endereza y suelta la
reja. Se acaricia la barbilla y continúa
mirándola intensamente tratando de poner sus ideas en orden.
-Tal parece que la juzgué mal. Si
eres mujer de la mala vida – Finalmente responde sin evitar que un poco de desprecio se cuelgue en sus
palabras. Esta furioso al imaginar que
la diosa de agua es efectivamente una prostituta. Cuando ella se lo insinuó en
la playa el no le creyó. Pero dada las circunstancias no quedaba duda de ello.
No es una mujer de la cual deba enamorarse.
Luciana logra sentir el desprecio
en aquellas palabras y las extrañas sensaciones son remplazadas por el enojo.
Se siente ofendida de que él piense que es una prostituta. Sabe que el lugar de
donde sale podría hacérselo creer, pero también sabe que ella no tiene un
estilo tan vulgar como la de las mujeres que habitan el burdel. Además, le
enfurece que ni siquiera indague un poco más antes de hacer una afirmación tan insultante.
-Creo que tiene razón. ¡No es muy
bueno juzgando a las personas!- Replica resentida.
-¿Acaso la he ofendido?- Pregunta
Gerard Incrédulo. No entiende como puede estar tan alterada cuando es ella la
que se dedica a un oficio tan bajo.
-La patada se recibe dependiendo
del asno del que provenga, y usted para mi no es nadie como para que me sienta
ofendida – Responde Luciana separándose de la pared y adoptando una postura mas
erguida frente a él. Aunque Gerard no esta
muy seguro de lo que ella intenta decir con aquellas palabras, supone que es
una expresión local para referirse a la
importancia que se le puede dar a algo teniendo en cuenta la fuente de donde
proviene. Y ella tiene razón, aun no se conocen como para que sus palabras le
importen.
- Entonces creo que es momento de
conocernos- Le extiende la mano. - Mi nombre es Gerard Decout-
Luciana observa aquella mano
frente a ella si saber que hacer. Su educación no le permite dejar a alguien
con la mano estirada, pero tampoco quiere que aquel hombre conozca más de ella.
No quiere darle su nombre pero tampoco se siente capaz para darle un nombre
falso. Finalmente una genial idea llega a ella y extiende la mano para
entregarle una verdad a medias.
-Soy la niña Lu-
Sus manos se unen y un extraño
hormigueo les sube por las manos hasta alojárseles en el pecho. El vuelve a
sentir la sensación de tibieza esparciéndosele como miel por todo el cuerpo,
pero Luciana retira rápidamente su mano sorprendida de que aquella corriente le
alborotara nuevamente las mariposas en el vientre. Solo en ese momento Gerard
se recompone de la sensación y su razón vuelve al juego.
-¿Niña Lu? ¿Que clase de nombre
es ese?- Pregunta. Pero justo en ese instante una luz que sale
de la ventana y una voz chillona
proveniente del otro lado los interrumpe.
-¡¿Quien demonios esta afuera y
por que no dejan dormir?! –
Luciana mira a Gerard alarmada.
No puede ser vista en la calle a altas horas de la noche y en compañía de un
hombre. Él se da cuenta que ella no se quedara allí, entonces la toma de la mano y ambos salen corriendo
por la calle. Al llegar a la esquina él intenta seguir en línea recta pero ella
gira y tira hacia la derecha.
-¿Que pasa?- Pregunta Gerard deteniéndose
y agarrándola mas fuerte de la mano. No quiere romper ese pequeño vínculo. Le
encanta tener la delicada mano de ella abrazada por la de él.
-Por aquí es el camino- Responde
Luciana en un susurro sin dejar de observar a su alrededor. Quiere cerciorarse
de que nadie la vea.
-¿A donde?-
-¡Al hospital!- Responde ella
exasperada de seguir en el mismo lugar y no huir.
-¿El hospital?- Pregunta
confundido. El creía que ella se dirigía a las troneras donde atendía a sus
clientes. – ¿Para que quieres ir al hospital?-
Solo en ese momento Luciana
recobra la cordura y se da cuenta que ha entregado demasiada información. Su nombre había sido
una buena jugada evasiva pero decirle que trabaja en el hospital le daría un
lugar en el cual buscarla. Entonces
nuevamente respondió con una verdad inconclusa.
-Debo llegar allí para cuidar a
alguien- Susurra.
Gerard la observa tratando de
encontrar algo mas de información en aquel hermoso rostro, pero solo logra ver
la angustia en el. Decide entonces correr con ella en la nueva dirección y
dejar para mas tarde las preguntas.
Dos cuadras mas adelanta Luciana
se detiene agotada y se lleva la mano
libre a la cintura y la cabeza hacia atrás tratando de respirar profundamente.
Gerard se detiene pero no la suelta. Le encanta tener ese pequeño vínculo con
ella. Comienzan a caminar lentamente y con la respiración agitada sin decirse
una sola palabra. Tan solo la brisa y el sonido distante de las olas del mar
los acompañan en su caminata. El desea bombardearla con mil preguntas pero no
quiere acabar con el encanto del momento. Ella desea salir corriendo y alejarse
de la inquisición de preguntas que él posiblemente tiene para ella, pero
también esta deleitada con esa vibración en el cuerpo que le produce su
cercanía. Finalmente Luciana reúne sus fuerzas y se suelta del agarre de
Gerard. Toma de nuevo la capucha de su túnica y se cubre el cabello y el
rostro.
-El hospital esta cerca. Puedo
seguir sola-
-No me importa. Iré con usted-
-No es necesario- Responde ella
agilizando el paso. Pero para él no es problema mantener su ritmo.
-Lo se, pero quiero saber mas de
usted- Responde decidido a no seguir permaneciendo en la oscuridad y resolver
el enigma que rodea a su diosa de agua.
-No hay mucho que decir- Replica Luciana angustiada por descubrirse mas ante él. Quiere crear la mayor distancia entre ellos
para evitar esa presencia que le genera tantos sentimientos confusos.
Sentimientos que ningún hombre antes lograba despertar en ella.
-Claro que si. ¿Dígame que hacia
en la playa?- Le demanda como si tuviera
algún poder o derecho sobre ella.
-Dándome un baño. ¿Acaso no era
obvio?- Responde Luciana incomoda y avergonzada al recordar ese amanecer en que
el la vio casi desnuda. Sabe que falta poco para llegar así que levanta un poco
su vestido para poder alargar sus pasos y llegar más rápido.
-Esta bien tiene un punto allí.-
declara él con una sonrisa.- ¿y que hacia en la casa de Petra?-
-Entregando unas flores-
-¿De quien y para quien?- Sabia
que no había nadie hospedándose aparte de él y Cedric.
-Un encargo para Petra de la más
prestigiosa florista de la ciudad-
- ¿Y por que las entrego usted?-
Pregunta aliviado pero aun mas intrigado.
Ella no responde y tan solo agiliza mas su paso, pero cuando están a
punto de llegara a un gran portón que él supone es la entrada del hospital,
ella se detiene abruptamente.
Luciana se da cuenta que no puede
entrar por la entrada principal. Eso la descubriría ante las monjas de la
caridad que harían un gran escandalo al verla en la calle y acompañada de un
hombre. No tiene más opción que entrar por el mismo lugar por el que salió. Atravesando el muro.
Se gira y se devuelve por el
camino en que venían. Gerard la observa intrigado sin entender que le sucede.
-¿A dónde va?-
- Tengo que dar la vuelta al
hospital y entrar por otra parte-
- ¿Y por que no lo hace por la
puerta principal?-
-Porque no puedo-. Ella se para
frente al pequeño muro que le llega al pecho y recoge el bajo de su vestido
para subir.
Una triste idea se le cruza por
la mente a Gerard y hace que el estomago se le revuelva y la rabia se apodere
de él.
-Ya lo entiendo, ¡usted es como
una Geisha!-
-¿Una que?- pregunta Luciana. Nunca antes había escuchado
esa palabra por lo que no sabia si ofenderse o sentirse adulada. El extraño pero
seductor acento de aquel hombre le indicaba que era un extranjero. Tal vez lo había
descubierto y la palabra Geisha en su idioma significaba enfermera.
-Ya lo sabe, una de esas amantes
finas. ¡Que acompañan y complacen a
hombres pudientes!- Gerard responde con
fastidio y con los puños apretados. Finalmente
cree haber descubierto el misterio de la diosa, y no esta feliz lo que encontró.
¡La única mujer que logró despertarle la ilusión del amor, es nada más y nada menos,
que la puta de los ricos!
-¡¿Es un medico su cliente esta
noche?!- Pregunta Gerard en un gruñido.
Luciana se queda estupefacta. Poco
a poco el dolor de esas palabras escupidas con odio, le cierra la garganta haciéndole
un nudo que no le permite contestar. Cuando se da cuenta de que las lagrimas
amenazan con formarse en sus ojos, le retira la mirada y toma la parte superior
del muro y se empuja para terminar sentada en el. Pasa sus piernas por encima y antes de saltar
al otro lado le devuelve una mirada igual de asesina a la que él posee.
-¡Es usted un maldito idiota!-
Gerard se queda observando por
encima del muro como Luciana corre hacia una enorme ventana y se pierde en ella.
El dolor de verla alejarse es casi tan dolorosos como el de creer que aquella hermosa
mujer se entrega a las compañías y caricias clandestinas, probablemente mostrándose
de día ante la sociedad como una vendedora de flores, que justificara de algún modo
el ingreso de dinero para una mujer soltera.
Da la vuelta y comienza a caminar
deseando encontrara algo que patear para descargar la furia que se le acumula
en el pecho. Sabe que sería fácil tenerla de nuevo. Solo necesitaba pedirle sus
servicios a Cedric y no tendría ni que pagarle, incluso la podría mantener con
un servicio exclusivo para él. Pero al imaginarse que en ese momento se entregaría
a las caricias de otro hombre hacia que el dolor le carcomiera el alma.
Luciana atraviesa el jardín con lágrimas en los ojos
y llega hasta la ventana por la cual salió. Al otro lado entre las sombras una
mano se extiende y la hala de nuevo al interior. Ella momentáneamente olvida su
dolor y casi suelta un grito, pero Abril le tapa la boca y
le susurra al oído.
-¡Deprisa, te están buscando!-
Luciana recobra la compostura al
ver a su cómplice angustiada mirando hacia ambos lados del pasillo. Comienza a
desabrochar la túnica en su cuello y se la retira para que ambas puedan salir
corriendo hacia la pequeña capilla del hospital donde se guarda la túnica. Cuando
todo esta en su lugar Luciana se derrumba en una pequeña banca. Abril la
observa y se da cuenta que algo no ha salido bien.
-¿Qué pasó Luciana?- Pregunta
angustiada al ver el rostro dolido de su amiga. -¿Sucedió algo malo?, ¡sabia
que no era buena idea que fueras a ese lugar!-
-Tranquila, todo salió bien,
mejor de lo que pensé- Luciana trata de tranquilizarla antes de que suelte sus
tradicionales diatribas cuando algo no le gusta.
-¿Entonces por que estas tan
alterada?-
-Es que creo que alguien me vio
saltando el muro- Miente. Abril se lleva ambas manos a la a sus mejillas
horrorizada, pero antes de que pueda decir algo Luciana la detiene.
-No te preocupes, no podrían reconocerme
en la noche y menos con esta túnica- Se levanta de la banca y la lleva al
pasillo para dirigirse de nuevo a sus oficios.
- ¿Y si le dicen a la superiora
que vieron a alguien entrando por una ventana vestido con una túnica? – Abril aun
no desecha el peligro al que se expuso Luciana.
-Entonces eso no seria nada nuevo
para ellas, creerán que es una de las visita clandestina del padre a una de sus…novicias-
Agrega Luciana con algo de picardía y un poco mas relajada. Abril vuelve a reír
con otra de las verdades mal ocultas de los representantes de la santa iglesia.
Gerard llega a la casa de huéspedes
de Petra y toma una botella de borbón de la alacena y se dirige hacia su habitación.
Se toma toda la botella lamentándose por su suerte e imaginando con profundo
dolor unas manos ajenas apoderándose de aquel glorioso cuerpo que debería ser
solo para él. Mientras tanto Luciana regresa al cuarto de insumos donde
acostumbra a limpiarlos y finalmente da rienda suelta a sus lágrimas que fácilmente
podían ayudar a juagar cada uno de los instrumentos.
muy buen capitulo pero este hombre es idiota como no se le ocurre hablar con su amigo y preguntar que de buenas a primeras lansa acusaciones asi nada mas pero ella tampoco ayuda mucho verdad uuuyyy quiero mas felicidades un beso
ResponderBorrarmalditas confuciones ... porq Luciana no le dice quien es realmente... oh si porq si no no habria historia jajaajaja mil besos amiga me encanta!!!!!
ResponderBorrarAmiga los hombres son idiotas, juzgan a la primera, si sabe de donde salio conchale pregunte pero no lance insultos que riñones precioso cap amiga amo leerte gracias y un besote.
ResponderBorrarCARAY !!!!!!!!!!!!!
ResponderBorrarPorque carajos Luciana no le dice quien y que es !!!!!
Y porque el idiota del idiota de Gerard es un prejuicioso...pobre Lu :(
Cada capitulo que publicas me gusta mas y mas esta historia!!! por favor que no tarde mucho en descubrir que ella no es una mujer de la noche sino una enfermera!!
ResponderBorrarImpaciente espero el próximo capitulo!!! saludos!!
Malditos celos, jajajajaja pero bien que se le identifica jajajaja, pero el encuentro entre ellos es inevitable si es que Gerard decide volver a ejercer su profecion, el médico y ella enfermera baya par jajajaja, buen capitulo, y se pone más interesante con cada capítulo, valga la redundancia jajajaja yo aquí te espero con impaciencia, nos leemos ;)
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