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domingo, 9 de febrero de 2014

CAPITULO 6


Nota del Autor


Queridos lectores

Quiero disculparme por no publicar el domingo pasado, pero pase por un momento familiar muy difícil y no pude hacerlo. Espero me entiendan y no lo tomen como una falta de respeto hacia ustedes.
Los invito a continuar leyendo esta historia que con cada capitulo se vuelve mas interesante, pero también quiero invitarlos a que busquen a sus seres amados y les digan cuanto los aman.


Un abrazo y gracias nuevamente por leer Corazones Sangrantes.  


L. Farley





Gerard corre de nuevo al interior de la casa y se encuentra con las mujeres en el comedor que lo observan con la boca abierta, tal como lo hacen los niños en la vitrina de la dulcería de la plaza. Inclusa Petra no puede disimular el encanto que produce aquel pecho y abdomen tan bien formados.

-¿Quien era la mujer que acaba de salir?- Les pregunta pero ninguna responde. Tan solo Petra sonríe y continúa cortando las sabanas para hacer pañales para las cuatro nuevas criaturas. Ella sabe quien es y  sabe que su huésped es uno más que ha caído bajo el encanto de Luciana. Piensa que es una lastima que ella deje otro corazón roto.

-¡Respondan por favor!- Insiste con un tono de voz mas fuerte, que saca a las criadas de la ensoñación de aquel gran exponente masculino.

-Es la chica de las flores- finalmente responde la menor de ellas ruborizándose y con una sonrisa coqueta.

-¿Como se llama?-

-No lo sabemos- Responde encogiéndose de hombros. –La señora Petra y  Martina son las que siempre tienen contacto con ella- Agrega con un poco de desdén al descubrir el interés de Gerard.

-¿Señora Petra puede usted decirme quien era esa mujer?, ¿donde puedo buscarla?- Pregunta acercándose a ella, pero la anciana levanta la mirada y le da una sonrisa lastimera junto con unos pequeños golpecitos en la mejilla. Luego vuelve a tomar las tijeras para seguir cortando.

- ¡Por favor!- Insiste Gerard tomando una mano de la anciana.

-No puede hablar por una semana- Le recuerda la  criada. Sabe que su patrona es una mujer de palabra y no hablara por siete días tal como lo prometió.

-¡Mierda!- exclama Gerard con frustración, pero cuando recuerda que Martina también la conoce sale disparado hacia la habitación posterior. Abre la puerta sin llamar pero Martina se encuentra profundamente dormida.  Él se lleva las manos a la cintura y suelta un bufido al comprender que deberá esperar un poco mas para saber quien es la diosa del agua que no ha podido quitarse del pensamiento. Sale de la habitación cerrando la puerta de manera mas educada y sube las escaleras para llegar a su habitación. Cuando llega toma uno de los tabacos de Cedric y se recuesta en la cama para pensar nuevamente en su diosa.


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Cuando la carreta llega a la entrada de la casa Lemaitre, Atita abre una de las puertas del gran porton. Luciana se baja de la parte posterior de la carreta sin esperar la ayuda de Tiberio y entra en la casa apresuradamente. En la mitad del patio se encuentra a Scarlet quien al verla sabe que algo ha pasado.

-¿Luciana que pasa? ¿Estas bien?-

- Si estoy bien, solo un poco acalorada- Responde abanicándose con su mano y soltando un suspiro. Aun esta sonrojada y no entiende  la reacción de su cuerpo por aquella visión.

- Luciana, ¿con quien crees que esta hablando? Sabes que te conozco muy bien, y es la segunda vez que te veo… esa mirada.- Scarlet toma su rostro entre las manos y la mira fijamente. – ¿O vas a decirme que hoy también te encontraste con perros rabiosos?- Añade sarcástica pero con una sonrisa.

- Por Dios Scarlet, ¿a ti no se te escapa nada verdad?-

-No cuando se trata de ti-

Luciana la toma de la mano y la lleva  hacia la hamaca  que se encuentra  debajo de unos de los arcos de la casa. Sabe que no puede ocultarle nada a su hermana y que ella no descansara hasta que le cuente lo que sucede.  Pero no quiere que sepa que por  fin un hombre ocupa sus pensamientos. Puede interpretarlo como una señal para rendirse en la búsqueda de una cura para su enfermedad, si ella concentra su mente en algo o alguien más. Cree que dejar que un hombre se acerque significaría que esta dispuesta a formar una familia y ella no lo haría si su hermana tampoco puede hacerlo sin morir en el intento.

-Solo estoy preocupada- Exclama tomándola de las manos y abrigándolas con las suyas.

-¿Por que?- Pregunta Scarlet un poco angustiada, pero antes de que Luciana pueda responder ambas escuchan un grito de su madre desde el despacho y el sonido de algo rompiéndose. Se levantan y corren hacia el despacho donde encuentran a su madre maldiciendo y arrojando a la pared todo lo que se encuentra a su paso.

-¡Maldita sea, cerdos asquerosos!-  Grita.

Luciana corre hacia ella y la toma de los hombros sacudiéndola mientras que  Frederika continua  lanzando improperios al aire.

-¡Cálmate mamá!- Le grita tratando de concentrar su atención en ella pero Frederika no deja de llorar y de maldecir. Scarlet se acerca a ellas y toma el rostro de su madre en sus manos como lo hizo con Luciana y con una suave voz la tranquiliza un poco.

-Cálmate, estamos contigo- Le susurra. 

Frederika se derrumba entre lágrimas de dolor y cae en sus rodillas. Luciana la sigue en el piso y la acuna en un abrazo mientras que Scarlet le acaricia el cabello. Esperan en el piso pacientemente a que las lágrimas de su madre cesen para realizar las preguntas adecuadas y entender la situación. Finalmente Frederika  sale del abrazo de Luciana y se limpia las lágrimas  con el dorso de la mano y sin dejar de mirar al piso les  da a sus hijas lo que para ella significa la peor de las tragedias.

-Lo hemos perdido todo- su voz apenas es audible.

Luciana toma su barbilla y la levanta para que pueda observarla.

-¿Qué quieres decir mamá?-  Pregunta angustiada.

-Entregue nuestros últimos ahorros a algunos comerciantes de  Santa Marta intentando sacar el negocio a flote, pero los desgraciados no me entregaron mercancía ni me devuelven el dinero, tan solo me enviaron una carta amenazadora pidiendo que no los busque ni les reclame nada-  Los ojos de Frederika se vuelven a  inundar con lagrimas. Scarlet se lleva las manos a la boca tratando de ahogar un grito mientras que Luciana se levanta  furiosa y comienza a caminar por el despacho con las manos en la cintura. Todas  saben que los pocos ingresos que el negocio familiar dejaba apenas lograba cubrir las cuentas de los gastos de la casa, pero sin esa entrada de dinero la situación seria aun más difícil.

-¡Iré con Tiberio a Santa Marta  a buscarlos y reclamar el dinero!-  Exclama Luciana  con una determinación que asusta a Scarlet. Se levanta del piso y corre hacia ella tomándola de las manos.

-No lo hagas, Sabes que es demasiado peligroso-  Ruega con la voz entrecortada.

-¡No puedo quedarme aquí a ver como nos dejan sin nada Scarlet, tenemos que recuperar el dinero!- Contesta furiosa. No esta dispuesta a dejar que nadie se aproveche de ellas.

-Estaremos bien, no vayas por favor- Las lagrimas corren por las mejillas de Scarlet.  Pero Luciana aun esta decidida a recobrar lo que por derecho les pertenece.

-Claro que iré, si no recuperamos ese dinero, no podremos tener a Maya ni Atita y mucho menos a Tiberio.-  Responde soltando el agarre  y dirigiéndose a el escritorio para buscar la carta.

Scarlet se lleva ambas manos al rostro a cada lado de sus mejillas  al entender la magnitud de la situación mientras que Frederika aun permanece en el piso ahogada en un mar de lágrimas y arrepentimiento.

-No se preocupe por nosotras Niña Lu- La voz de Maya en la puerta acompañada por Atita las  sorprende. – No tienen que pagarnos nada, nos quedaremos con ustedes si así lo desean.- añade mientras que Atita asiente fuertemente con la cabeza reiterando las palabras de su madre.

Las hermanas Lemaitre se observan entre si sorprendidas por la intrusión y la petición de las mujeres que mas que criadas consideran familia. No tener que pagarle por sus servicios seria demasiado injusto.  Luciana considera que darles un techo y alimento no es suficiente.

-No te preocupes Maya, iré a recuperar lo que nos pertenece y todo será como antes.- Sonríe tratando de trasmitir seguridad, pero por dentro el pánico de fracasar le aprieta el corazón y  le sacude el estomago.

-No lo haga niña Lu- exclama Maya corriendo hacia ella  y colocando sus manos  juntas frente al pecho en una suplica. – Si algo le sucede será peor, ¿Y quien cuidara como usted a la niña roja?-

Las palabras de Maya dan justo en el corazón de Luciana,  ella nunca ha sabido pronunciar el nombre de su hermana, por lo cual siempre la llama la niña roja haciendo referencia  a su cabello y a su nombre. Pero tiene un punto. Solo ella cuidaría adecuadamente de su hermana.

-Maya Tiene razón- exclama Scarlet. Sabe que es su punto débil y lo utilizara a su favor para evitar que su hermana salga a buscar un peligro mayor.

-¡Pero aun así será muy difícil! Tendremos que renunciar a Tiberio y algunas comodidades-  Luciana aun trata de buscar excusas para  salir a buscar su dinero.  La cordura le dice que no es una buena idea, pero la rabia le nubla el panorama.

- Estoy segura que Tiberio también podría quedarse con nosotras, no tiene mas a donde ir, y si lo tuviera no lo haría porque tu sabes que para el somos su familia- exclama Scarlet-  Y en cuanto a las comodidades nos acostumbraremos a vivir sin ellas.  No necesito tantos vestidos si no puedo salir a la calle y lucirlos-  La crudeza de sus palabras  golpean a Luciana. Debe mantenerse a salvo para poder cuidarla.

-Esta bien, esta bien- Refunfuña. – No iré a buscarlos-

El resto de las mujeres sueltan un suspiro de alivio, menos la madre que continua en el piso llorando. Maya y Atita la levantan y la llevan a la habitación mientras que las hermanas se quedan en el despacho. Luciana se sienta en la silla y coloca ambas manos sobre el escritorio sosteniendo su cabeza entre ellas, mientras que Scarlet se sienta frente a ella.



-No te preocupes, lo superaremos-

-No lo se Scarlet, las cosas cada vez se ponen mas difíciles-

-¿Por que lo dices? ¿Que ha pasado?-

- Madame Cleo,  vendió su…. negocio y ya no necesita nuestras flores-Responde Luciana con voz cansada. Los enormes ramos que ellas entregaban en el burdel les daban buenas ganancias, y ahora era una entrada menos de dinero.

- ¿Eso es lo que te tiene tan… extraña?- Pregunta Scarlet aun sin mucha seguridad de que eso sea lo que tiene a su hermana tan alterada. Luciana aprovecha la oportunidad para distraerla  de la verdadera razón.

- Si, me lo dijo Tiberio luego de hacer la entrega- Responde sacando la cabeza de entre las manos y recostándose en la  silla para mirar el techo, tratando de esquivar la mirada inquisitiva de su hermana.

- ¿Mmmmm y que te altero la semana pasada?-  La pregunta de Scarlet le confirma que no esta convencida, tiene que buscar una excusa convincente y la encuentra  en lo que le sucedió en la casa de Petra. No puede volver a aquel lugar, entonces será un cliente menos.

- De regreso del Hospital me encontré con la anciana Petra. Me dijo que no volviera a su posada  porque ya no compraría mas flores- Responde con la mirada aun fija en el techo para no delatarse.

-¡Oh Dios, eso es terrible!-   La declaración de Luciana la aterroriza y logra convencerla. Sabe que con lo que gana Luciana en el hospital y lo poco que quedara como ganancia de sus flores no será suficiente para sostenerse.

-Tranquila, saldremos de esta-

-No lo creo Luciana, tal vez sea hora de que yo….- Scarlet se detiene sin ser capaz de pronunciar las palabras. Luciana se endereza en su silla para buscar la mirada de su hermana que ahora se concentra en la madera del escritorio.

-¿De que tu que?, Scarlet-

-Tal vez yo deba internarme en el convento, así tú podrás casarte y formar una familia con un esposo que te acepte junto con nuestra  madre- Responde con voz entrecortada por el dolor de tener que aceptar una dura realidad. Pero la respuesta de Luciana la hace sobresaltar en su silla

-¡Te prohíbo que vuelvas a decir eso Scarlet!- Dice con voz furiosa.

- No hay otra opción- responde apenas en un susurro.

-Claro que la hay- Responde Luciana levantándose del escritorio y rodeándolo para llegar a su hermana. La toma de la barbilla y levanta su rostro. –  Hablare con el nuevo dueño del burdel y  buscare mas clientes para tus flores-  Añade con un poco mas de suavidad y regalándole una sonrisa a su hermana que deja caer una sola lagrima pero que le devuelve una sonrisa agradecida por no dejar que ella renuncie a su sueño de enamorarse algún día.



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Gerard concentra su mirada en el techo de la habitación pero su mente se concentra en el momento que vio por primera vez a su diosa. Recuerda perfectamente  como la tela de su camisón transparentado por el agua permitía vislumbrar aquellos seños turgentes que se movían suavemente mientras ella caminaba sin percatarse de su presencia. Se lamenta de no haber tenido mas tiempo para admirar el resto del magnifico cuerpo que posee aquella mujer. Se pregunta si ella sentiría el mismo deseo que el cuando lo sorprendió en el baño. Sabe que la mirada que ella tenia mientras le recorría el cuerpo era una mirada lujuriosa, y esa ilusión le alegra el alma y lo llena de orgullo. Sabia por las prostitutas en Cuba que era un hombre apetecido, pero pensar que era  deseado por aquella mujer lo llenaba de satisfacción.
Un toque en la puerta y una mano asomada agitando un pañuelo blanco lo  aparten de sus pensamientos. Cedric finalmente asoma la cabeza con una sonrisa burlona.

-¿Es seguro entrar o tendré que dormir en nuestro nuevo negocio?-

-Vete a la mierda Cedric- Responde Gerard pero su voz es tranquila. – como si para ti fuera muy difícil dormir en una casa llena de mujeres fáciles- Agrega y no puede evitar sonreír. Cedric  sabe que esta en terreno seguro. Entra en la habitación y se sienta en una mecedora que esta cerca a la cama de Gerard. Coloca el pañuelo en la mesa que se encuentra entre la cama y la mecedora y toma un tabaco de la caja que hay en ella.

-Lo lamento amigo. Pero si te lo decía sabia que te negarías- Corta la punta del tabaco y luego lo enciende con un fosforo que lleva en el bolsillo. -¡Ese es un buen negocio!- Añade  chupado su tabaco y luego soltando el humo.

-Siempre y cuando no te comas la mercancía- Responde Gerard con ironía.

-No lo hare, ¡Aunque inicialmente si debo hacerles prueba de calidad!- Responde con una enorme sonrisa y luego vuelve a aspirar su tabaco.

- Eres un pervertido – exclama Gerard negando con la cabeza.

- Y tu un mojigato amigo, debes venir y sentir la satisfacción de un buen abrazo de piernas-

-¡No me jodas Cedric!- Le advierte pero su voz no es lo suficientemente intimidante.

-¡Vamos Gerard!- Lo alienta Cedric estirándose y dándole un puño en brazo. -No te puedes pasar el resto de tu vida tan solo…. alimentado a las prostitutas, ellas también tienen otra boca por la cual comer-  Se burla. El conoce bien las tradiciones lujuriosas de su amigo. Se prepara de nuevo a correr cuando Gerard se endereza y se sienta en el borde de la cama, pero su pregunta lo desconcierta y lo deja estático en la silla.

- ¿En realidad estabas dispuesto a ayudarme y escapar cuando creíste que había matado a esas mujeres?-

-Claro que si, no te lo hubiera dicho si no fuera verdad- Responde con cautela.

-¿Pero por que? Si escapábamos lo perderíamos todo-

-Supongo que así seria, pero podríamos hacer fortuna en otro lado- Cedric trata de sonar despreocupado. Pero sabe que es una conversación demasiado seria.

-¿No seria mejor dejarme en la cárcel para que te pudieras quedar con todo?-

-¡Por supuesto que no!, No podría dejar que algo te pase- Responde ofendido.

-¿Por que no?- insiste Gerard. Aun no entiende que motiva a su amigo a mantenerlo a salvo a pesar de su propio beneficio.

-Porque aun me siento en deuda contigo- Resopla Cedric y recuesta su espalda en la silla y comienza a mecerse.

-Te libero de ese peso.  Lo habría echo por cualquier otro. Esa era mi misión como medico Cedric-

-Lo se, pero aun así siento que aun no te he retribuido el regalo mas grande que me diste- Cedric vuelve a erguirse y detiene el vaivén de la silla. Observa a Gerard que aun no parece entenderlo. – Mi vida vale más que todo el dinero que tenemos.  Hare lo que sea para que vuelvas a vivir, como yo lo hice gracias a ti-

- Gracias Cedric, pero yo estoy vivo gracias a ti- responde Cedric con una mirada agradecida.

-Pero aun no tienes amor por la vida, aunque…. Parece que esta ciudad te sienta bien- Cedric exclama con una sonrisa  traviesa. Ha visto que Gerard sonríe más desde que están en la ciudad y sospecha que se debe a una mujer.

-Tal vez amigo, tal vez- Se limita a responder y su sonrisa se hace enorme. Cedric confirma sus sospechas y se siente feliz por su amigo.

-¡Lo sabia!-  exclama y le golpea nuevamente le brazo. – ¿Quien es la chica?- pregunta emocionado-

- Eso es lo peor Cedric. Aun no lo se- Responde hundiéndose nuevamente en su cama y dejando a Cedric aun mas confundido.



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Cuando el reloj del hospital marca la una de la madrugada, Luciana abandona la limpieza y se dirige al pabellón de mujeres donde su Amiga Abril Lacoture pasa ronda. Abril es una chica de buena posición económica que no necesita trabajar, pero tiene una pasión por la medicina que supera a la de Luciana. Ambas sueñan en viajar a Francia para estudiar y graduarse como enfermeras profesionales en la escuela de enfermería de Marsella. Un sueño que su familia no comparte. Ellas son las únicas mujeres que no son monjas de caridad en el hospital, y ambas se encuentran trabajando  en el hospital gracias a la ayuda del doctor Almenares.
Luciana la toma de la mano y la lleva al pasillo frente a la entrada del pabellón.

-Abril, necesito que me cubras, tengo que salir-

-¿Pero a donde vas? ¡Y a estas horas de la madrugada!-

-Debo ir a la casa de Madame Cleo, ella vendió su casa alguien mas y debo negociar con el nuevo dueño  la venta de flores- responde Luciana con el fastidio que su tarea representa.

-¡Estas loca! No puedes ir a un lugar como esos. Si se entera alguien tú reputación se arruinaría y te echarían del hospital- Abril trata de persuadirla.

-Lo se Abril, pero no tengo otra opción, por eso debo ir ahora cuando la ciudad duerme-

-¿Y si alguno de los hombres que va a esa casa te ve y luego sale a contarlo?- Pregunta Abril con las manos cruzadas en el pecho e inclinando la cabeza hacia un lado. Luciana comienza a caminar de un lado a otro frente a ella con una mano en la cintura y la otra en un puño cerrado sobre su boca. Sabe que ya adentro de aquel lugar no le será fácil ocultarse.  Esta por desistir en su locura pero una brillante idea  la encamina de nuevo en la arriesgada misión.

-Tomare la túnica del padre Marino. Servirá para cubrirme el rostro-  Afirma con una sonrisa triunfante al encontrar una solución.

-¡Pero si ven la túnica pensaran que el padre esta visitando a esas mujeres!- Exclama Abril horrorizada. Luciana levanta las cejas con ironía. Es un secreto a viva voz de que el padre Marino visitaba varias veces la casa de Madame Cleo y no precisamente para confesar a las mujeres que viven allí. Ambas sueltan una carcajada y se dirigen al cuarto de ropas donde el sacerdote guarda una túnica negra que utiliza cada vez que va a ungir los santos oleos en algún moribundo.

 Luciana toma la túnica y sale ayudada por Abril por una de  las ventanas del pabellón que da hacia los jardines del hospital. Lo atraviesa y salta un pequeño muro que separa el jardín de la calle.  Se pone la túnica y comienza su camino hacia La casa de Madame Cleo dispuesta a negociar una buena tarifa por las flores de Scarlet.

Luciana por fin llega a la puerta de la casa de Madame Cleo, luego de encontrase en el camino con tres gatos, un borrachos y dos hombres que se acariciaban de manera sugerente en un muro de la muralla. Toca la puerta y un hombre abre una pequeña  ventana al lado de la puerta donde solo su cara asoma.

-¿Quien es y que quiere?- Pregunta el hombre con voz gruesa y atemorizante.

- Hablar con el nuevo dueño, necesito negociar con el-  Luciana responde con voz pausada para ocultar el miedo que comienza a apoderarse de su cuerpo. El hombre entrecierra sus ojos  y frunce los labios. Luego de algunos segundos que a Luciana le parecieron eternos él cierra la ventana y abre  la puerta.

El sonido de las notas alegres de un piano y las risas de hombres y mujeres inundan los oídos de Luciana. La luz detrás de las cortinas que hay al final del pasillo por el que ella camina le advierte de la gran fiesta en las que todos  se deleitan.  Sabe que no puede llegara allí sin  ser percibida, trata de dar vuelta y regresar pero el hombre ya a cerrado la puerta.  Ella se queda congelada en su lugar hasta que el hombre le señala unas escalas frente a ella. Luciana asiente y comienza a subir agradecida de que no tenga que pasar por el salón principal. Cuando va en la tercera escala el hombre le da una recomendación que la deja aun mas avergonzada.

-Cuando negocie con el Señor, eleve mucho su tarifa. Este lugar no ha visto mujer más hermosa que usted y cualquiera estaría encantado de pagar un alto precio por sus servicios-

Luciana continúa su ascenso  enfadada por ser confundida con una prostituta, pero  se traga su orgullo y toca la puerta que hay al terminar las escalas.

-¡Adelante!- Grita una voz del otro lado. Ella toma la manija temblando y empuja la puerta. Cuando ve al nuevo dueño sentado en la silla con ambos pies sobre el comedor y fumando un tabaco, lo reconoce como el amable hombre que salía de la casa cuando ella entregaba las flores.

Cedric se levanta de su silla sorprendido al verla allí y vestida con una túnica.  Pero una sonrisa se le escapa del rostro cuando comprende el motivo para que la lleve. Es una chica prevenida y muy valiente.

-Señorita, que sorpresa verla aquí-  le sonríe para tranquilizarla y extiende la mano a la silla frente  al escritorio. –Por favor siéntese- la invita.

-Muchas gracias señor, pero no me llevara mucho tiempo esta visita-  Responde ella con un poco mas de tranquilidad. Aunque no lo conoce hay algo en él que le genera confianza.

-Mi nombre es Cedric Fouguet, pero usted me puede llamar Cedric-

-Gracias nuevamente pero prefiero llamarlo Señor Fouguet- Responde ella incomoda.

-Como usted guste- Responde Cedric asintiendo con la cabeza.  -¿A que debo el honor de su visita señorita?- Añade

-Quisiera negociar con usted la tarifa para los arreglos florales-

-¿Antes que nada puedo Saber cual es su nombre?-

Luciana se mueve incomoda. Pero finalmente contesta. –Me llamo Luciana Lemaitre-

-Bueno señorita Lemaitre, Madame Cleo me informo que los arreglos florales son muy importantes para la decoración del lugar, así que no se preocupe. Continuare comprándole las flores-

-Me alegra escuchar eso- Responde ella. –Ahora negociemos la nueva tarifa- Añade un poco más  segura en la conversación. Cedric levanta ambas cejas sorprendido por la osadía de Luciana.

-¿Y que la hace pensar que aceptare que aumente el precio antes acordado con Madame Cleo?-

- El que usted aceptara en nuestro anterior encuentro que debo cobrar mas por la vergüenza de tener que traer las flores, y ahora mas cuando tuve que venir a negociar por ellas- Responde Luciana con altives y una sonrisa triunfadora que hace que Cedric vuelva soltar una carcajada por su  astucia y valentía.  Ambos ríen y más cómodos, empiezan una conversación como entre viejos amigos sobre el precio y una forma de entrega más conveniente para Luciana.



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Son casi las dos de la madrugada y Gerard da vueltas en la cama sin poder pegar un ojo. Antes de irse a dormir, visito nuevamente la habitación de Martina pero ella aun continuaba dormida mientras que las criadas se ocupaban de las bebes.  No puede sacar de su cabeza aquella enigmática mujer y su  magnifico cuerpo. No tiene idea de quien es, y esa incertidumbre lo esta matando. Finalmente se rinde y se levanta. Se  viste rápidamente y se coloca un sombrero de ala ancha y levanta la solapa de su chaqueta.  Sale de la posada en dirección al burdel para buscar una mujer que apague el fuego que su misteriosa diosa a encendido, sin imaginarse que ella se encuentra con su mejor amigo conversando en el despacho del burdel.





NOTA DEL AUTOR 

Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un  primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación.


8 comentarios:

  1. jajajjaja quiero que se encuentren eso va a ser muy interesante creo que hasta pueden haber fuegos artificiales muy buen capitulo

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  2. Wau que emocion, y valiente Luciana, y Geralt tremenda solpresa la que le espera, que nervios jajajajaja, " Amiga, con respecto a tu atraso el domingo anterior, de corazon espero que se aya solucionado lo que sea que te ha pasado y que los resultados sean satisfactorios, y nada que lamentar un abrazo y esperando el domingo a por MAS ;) ;) <3

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  3. no doy la hora que llegue el domingo que vieneee!!!

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  4. no doy la hora que llegue el domingo que vieneee!!!

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  5. No habia tenido chanza de comentarte, pero si he estado pendiente de los capis, me alegro que hayas subido uno.
    No te preocupes, todos tenemos situaciones que nos complica un poco las cosas, lo importante es que todo se haya solucionado de la mejor manera.
    El capi estuvo muy bueno, me está gustando como se va desarrollando la historia. Me llama mucho la atención la enfermedad de Scarlet, veremos que tanto peso tiene esto en la historia.
    Nos vemos en el siguiente que subas, saludos y te mando un abrazo.

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  6. Amiga precioso capitulo Luciana es de armas tomar ,y puede ser la pareja perfecta para geralt ella enfermera y el medico como dicen en mi tierra para que mas, es muy interesante tu historia farley, me encanta tu narrativa te felicito madre un beso.( madre espero que no haya sido nada grave tu problema, y espero que se te solucione pronto un abrazo.)

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  7. Ahhh la va a encontrar denuevo que emocion....
    Me tienes atrapada L.Farley
    Espero que te encuentres mejor,y no te preocupes, besitos guapa!!

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  8. precioso capitulo estos dos seban a encontrar que pasara xd deseando el proximo capitulo

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