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martes, 25 de febrero de 2014

CAPITULO 8



Son casi las seis de la mañana y Luciana guarda en el estuche de terciopelo el último instrumento que sus lágrimas ayudaron a enjuagar. Es un extraño escalpelo con empuñadura de oro y una fina hoja que se asemeja a un cuchillo, el cual es muy apreciado por el doctor Almenares para realizar sus procedimientos.  Es un instrumento pequeño pero con un poder inmenso para abrir y desangrar, como las palabras de Gerard, que desangraron en el transcurso de la madrugada el corazón de Luciana. Ella toma el estuche y lo lleva a la vitrina, lo ubica en el estante superior, cierra la puerta con llave y la ubica sobre la mesa contigua donde se encuentran las hilachas hemostáticas. Luego sale del  lugar para dirigirse al pequeño cuarto de enfermeras que comparte con Abril. Encuentra el vestido de su compañera en un gancho que  cuelga de un clavo en la pared, entonces se  retira su uniforme rápidamente y se coloca su vestido de calle. No quiere encontrarse con ella, ya que sabe que la sermoneara por dejarla sola y cuidando de los pacientes en el pabellón, pero su animo no le permitía ser una buena enfermera. Todos sus movimientos son eficientes y coordinados, pero en su cabeza reina el caos y la tristeza.

Esta muy  enojada por el comportamiento del hombre misterioso y sus palabras despectivas, pero esta mas que furiosa con ella misma por dejar que esas palabras le afecten al punto de quebrar su coraza.  Jamás le importo lo que cualquier persona pensara, aunque nadie podría hablar mal de ella porque nunca dio motivos para  que su nombre estuviera en boca de todos.  Su recelo al matrimonio y el continuo rechazo a los hombres que trataban de cortejarla es lo mas cercano a un escandalo, pero era perdonada por la sociedad al verle su entrega y compromiso con los enfermos, y la  devoción a su familia.  Pero ahora un completo extraño se atrevía a cuestionar su virtud y su mundo se desmorona. 

Hace su camino a casa con pasos lentos y con la mente perdida en los pocos minutos que compartió con él. Sin darse cuenta constantemente sus labios dejan escapar en un susurro su nombre como si estuviera probando el sabor que le deja en la boca al pronunciarlo.- ¡Gerard!-. Los dedos de su mano se flexionan suavemente como tratando de encontrar en el aire el apretón de aquella mano mientras corrían y un leve hormigueo en su palma le recuerda la extraña pero fascinante sensación que le producía ser abrigada por la de él. De repente una sombra oscura pasa frente a sus ojos y el viento le corta el aire que inhalaba.  Es halada hacia atrás cuando un brazo la toma por la cintura bordeándola de lado a lado sacándole el poco aire que se encuentra en sus pulmones. Siente en su espalda  los botones de una chaqueta y cerca a su oído la respiración acelerada de un hombre.

-¡Debería tener más cuidado!- Solo en ese momento el cerebro de Luciana registra lo que sucedió. Unos metros mas adelante logra observar una carreta halada por un caballo negro  que por poco la atropella. Baja la mirada hacia su estomago y ve un brazo en una chaqueta café y un guante negro que cubre la mano que aun la sostiene. Ella da un paso hacia delante para liberarse y luego se gira aun consternada hacia su salvador.

Cuando sus caras se encuentran  Luciana siente un sabor amargo en la boca.  Los ojos penetrantes que mas que evaluarla la devoran hacen que quiera salir corriendo sin entregar su agradecimiento por salvarle la vida. Una sonrisa lasciva enmarcada por un bigote de  puntas delgadas y ligeramente curvadas hacia arriba le generan el la boca del estomago una punzada de desconfianza, pero coloca a un lado sus sensaciones y se dirige al extraño hombre.


-Muchas gracias señor, fue una imprudencia de mi  parte- asiente hacia él y se dispone a seguir su camino, pero el hombre no esta dispuesto a dejar que su heroísmo termine con un simple gracias.

-Tal vez debería acompañarla hasta su casa. No creo que  baje aun de la nube en que se encuentra-  El hombre se posiciona al lado de Luciana y le ofrece su brazo en un gancho. Con la otra mano, sostiene un bastón negro y lo levanta ligeramente hacia adelante como indicando el camino. Tiene un aire de grandeza y superioridad como si fuera un privilegio ofrecerle su compañía. Su mirada es altiva y sus gestos desdeñosos cuando observa una mulata que pasa junto a ellos. Esa actitud  le repugna a Luciana hasta el punto de acabar con la cortesía para darle las riendas a su rebeldía.

-Mis pies nunca han abandonado esta humilde tierra, pero no creo que pueda decir lo mismo de usted- Responde cruzando sus brazos en el pecho haciéndole saber que no esta dispuesta a tomarlo de gancho.  El hombre la observa con ambas cejas levantadas y luego la recorre de arriba abajo con la mirada. Un escalofrió recorre a Luciana con aquella evaluación y su corazón le grita que debe salir de allí.

-Si con humilde tierra hace alusión a esta ciudad, tiene razón, acabo de llegar en el barco de la mañana y nunca antes la había pisado- Contesta con mayor altivez que Luciana y organizándose la chaqueta para disimular el rechazo a su compañía. – Soy un  ilustre arquitecto  español que viene a salvar a esta pobre ciudad de las ruinas- Agrega señalando con su bastón algunas de las casas y edificios alrededor. Luciana se envenena con la arrogancia del hombre al no poder ignorar esas palabras despectivas con las que se refiere a su tierra.

- Si, últimamente esta ciudad se esta llenando de alimañas que dañan lo poco que queda- Contesta fulminándolo con la mirada.

- Creo percibir algo de fastidio en sus palabras señorita- Murmura incrédulo. No puede creer que una mujer este siendo grosera con él. Generalmente caen a sus pies por su poder que refleja.

-Olvídelo. Que tenga buen día señor- Ella no esta dispuesta a seguir en una conversación que lo único que le provoca es irritación. Se gira para continuar su camino y se cerciora que ningún caballo o carreta venga por la calle y la lastime. Pero mientras observa en ambas direcciones el hombre le hace saber que aun no ha terminado. Las palabras a sus espaldas son como azotes para ella.

-Tal parece que esta cuidad esta llena de mujeres hermosas pero desagradecidas- El hombre escupe sus palabras indignado, pero con un propósito claro. Obtener de nuevo la atención de la hermosa Luciana. Ella se gira sin poder evitar caer en la trampa.

-Se equivoca. Esta ciudad esta llena de mujeres hermosas y agradecidas. ¡Pero no aduladoras!- Sus palabras van en creciente hasta casi convertirse en un grito. El hombre suelta una pequeña carcajada al lograr su objetivo. De nuevo tiene esos ojos salvajes posados sobre él.

-Me complace que diga lo que piensa. Es una mujer interesante y arrogante. Se ajusta a mí y a mis gustos-  Murmura.

-¡Entonces me callare!- Luciana no soporta la idea de darle gusto a un hombre tan  molesto.

-¿Quiere cortarme cualquier placer proveniente de usted?- Pregunta llevándose  el bastón bajo el brazo para sostenerlo mientras se quita los guantes de las manos.

-¡Ni en sus sueños intentaría complacerlo!-  Responde con furia y una mirada helada que bien podría congelarlo. Nunca nadie en su vida le había producido más animadversión que aquel hombre. Se gira y sale con pasos alargados por la misma calle que horas antes había recorrido de la mamo con Gerard.





Cuando finalmente llega a la casa da un suspiro de alivio. Por un segundo  envidia a su hermana que puede permanecer en la tranquilidad del hogar sin que nada la perturbe, mientras que ella se tiene que enfrentara a los peligros de la calle y los asedios de hombres.  Uno que aborrece y otro que le gustaría poder aborrecer.

En la casa como de costumbre se encuentra Atita que la espera con la puerta abierta. Desde que  Gerard la descubrió en la playa ha tenido que recurrir al baño en un enorme barreño de madera antes de encontrarse con  Scarlet por temor de llevarle algún peligro infeccioso desde  el hospital y Atita es la que se encarga de tenerlo preparado para cuando ella regrese.

-Buenos días Niña Lu. Su baño esta listo-

-Gracias Atita. ¿Y Scarlet?-

-Se encuentra aun en la cocina terminando de guardar los ingredientes de sus remedios-

-Esta bien, dile que terminare mi baño y la veré en la habitación-

Ambas entran a la casa y cada una toma su camino. Cuando llega al cuarto de baño Luciana se retira toda su ropa dejando solamente sobre su cuerpo el  collar con la esmeralda que le dio Scarlet.  Luego se introduce en el barreño para sentir el agua fresca que le baña sus pies y lentamente se sienta hasta quedar sumergida hasta la altura de sus pechos. Pasados algunos minutos Scarlet entra  en el cuarto llevando dos tazas de Te, lo que interpreta  Luciana como una invitación a conversar.

-Buenos días Luciana. ¿Qué tal tu noche?-

-Intensa- Se limita  contestar mientras arrastra un estropajo por el  hombro y sin mirarla. Sabe que tienen una conversación pendiente y su hermana no quedara tranquila hasta tenerla.

-¿Lo viste anoche también?- pregunta Scarlet colocando una taza junto a una pequeña mesa en la que se encuentran las toallas y jabones. Tiene los ojos  clavados en Luciana que al oírla levanta la cabeza para encontrar su mirada inquisitiva. – Al perro rabioso- agrega  después burlona y da un trago a su te.

-No sé de qué hablas-

-Por favor Luciana. No eres la mima desde que unos supuestos perros rabiosos casi te alcanzan. Quiero saber quién es el que  te tiene tan alterada.

-No es nadie. Ya te lo dije estaba preocupada por nuestra situación económica, pero anoche logre un buen acuerdo para nosotras- Con aquellas palabras logra desviar la atención de Scarlet.

-Fuiste al burdel?-

-Si, logre mejorar el precio y un nuevo sitio de entrega-

-No debiste ir tú, pudiste haber mandado a Tiberio-

- Por favor Scarlet, él no sabe negociar. Difícilmente escribe su nombre-

-Aun así, fue muy imprudente de tu parte-

-Basta ya de sermones. Suficiente tuve con el de Abril. Necesito relajarme-

Scarlet  se da por vencida. No quiere mortificar a su hermana y menos por intentar sacarlas de una situación difícil. Coloca su te sobre la mesa e trata de  recompensar a su hermana por su valentía. – Iré por romero para que tengas un baño relajante- Sale del cuarto de baño dejando sola a Luciana que comienza a recordar la última vez que disfruto de esa especia.


Sin querer vuelve a su mente la imagen de Gerard en el cuarto de baño de Petra. El aroma  que emanaba la habitación donde él estaba desnudo hace que su cuerpo vuelva a llenarse de una sensación desconocida que se concentra entre sus piernas.  La imagen de aquella gota recorriendo lentamente su cuerpo la arrastra con deseo. Cierra los ojos con el recuerdo de aquella  hermosa sonrisa endiablada  con unos dientes perfectos y labios perfilados que  hace que se lleve la mano a su boca delineando sus labios con los dedos. Deseando que ellos fueran esos labios. Su ensoñación es interrumpida por Scarlet solo cuando le toca a modo de caricia,  y se da cuenta de que está hirviendo.

-¡Por Dios Luciana, estas quemando!-  exclama con preocupación. Luciana se sonroja con el conocimiento de la causa de su ardor y trata de alejar de su frente la mano de Scarlet que  alcanza a detectar la baja de temperatura  cuando se recompone.

-Tal vez me enfermé. Aléjate, puede ser contagioso-  murmura avergonzada alejándose de la mano de su hermana.

-¡Eso espero!- exclama Scarlet con ilusión. Luciana la mira con el ceño fruncido sin atender  sus palabras pero antes de poder pedir una explicación Scarlet se lo aclara para dejarla en total evidencia. - ¡Porque tu estas enferma pero de amor y te está consumiendo hasta los huesos!-

Luciana abre los ojos como platos con la afirmación categórica de Scarlet. Se levanta y se estira hacia la mesa donde se encuentran las toallas, pero Scarlet las toma primero y las esconde a sus espaldas.

-Esta vez no podrás escapar de esta conversación. Así que hablas o te quedas desnuda hasta que decidas hablar-  La sonrisa traviesa de Scarlet casi parte su cara en dos. Esta emocionada como una niña  y no puede ocultarlo.

-¡Estás loca!- Luciana se estira para tratar de tomar las toallas pero Scarlet se aleja más y comienza a bailar abrazada a ellas con su sonrisa gigante. Con la felicidad de que su hermana por fin dejara a un príncipe atravesar sus altas murallas.

-¡Y tu loca de amor! ¿Quién es? ¡Dime por favor! ¿También te ama? ¿Lo haz besado? ¿Qué hace? ¡Dime, dime dime!- Pregunta sin dejar de bailar alrededor del barreño pero suficientemente lejos del alcance de Luciana que finalmente pierde el control.

- ¡Basta ya. No lo sé!-  Contesta exasperada levantando las manos para detener la fiesta que Scarlet hace a su alrededor. –Lo he visto muy pocas veces- Agrega en u susurro resignada.

-¡Si, sí, sí, lo sabía!-  Chilla Scarlet triúnfate y dando saltos de felicidad. Se acerca a Luciana y la cubre con una toalla envolviéndola por su espalda como si fuera una capa.

-¿Por qué estás tan feliz Scarlet?- Luciana no entiende aquella reacción. Cree que en realidad debería estar angustiada.

-¿Como que por qué? ¿Acaso no estas feliz de encontrar el amor?- Ahora es Scarlet la que no entiende el miedo que se le refleja  a su hermana en la mirada. Debería estar por las nubes  y con una sonrisa.

-¡Claro que no, además no estoy enamorada!- Luciana termina de envolver su cuerpo en la tolla y sale del barreño dirigiéndose hacia la puerta de donde cuelga su camisón de dormir en un clavo. Lucha con ella misma por creerse aquella afirmación pero Scarlet la sigue para tomarla de los hombros y girarla hacia ella buscando que reaccione.

-Luciana por favor. No te puedes negar a disfrutar uno de los sentimientos más placenteros que puede experimentar una persona-

-No estoy interesada en experimentar nada-

-¿Pero por qué  no?-

-¿Acaso no lo entiendes? Dejar que el amor entre en mi vida implicaría dejarte a un lado. No podría cuidarte como debería ya que un esposo demandaría más de mi atención. Sin mencionar a los hijos que seguramente este desearía tener-  La frialdad de las palabras de Luciana le congela el corazón y mente a Scarlet. Ella y su enfermedad han amputado los sueños de su hermana para formar un hogar. Es una realidad demasiado difícil de asimilar, ya que ella aún no pierde las esperanzas de encontrar el amor y un milagro para su cuerpo traicionero. Finalmente retira sus manos de los hombros de Luciana y se encoje como si hubiera sido golpeada en el estómago. Golpeada por la errónea verdad de su hermana.

-¿Scarlet estas bien?-

-No-

-¿Que tienes?- Pregunta Luciana aterrada tratado de sostenerla, pero Scarlet se sacude para que no pueda tocarla.

-Solo que tu estupidez me desgarra el alma-  Se limita a responder y sale hacia su habitación dejando a Luciana confundida en el cuarto de baño.



Cuando llega a la cama se retira su  vestido y se queda con el camisón de dormir. Levanta las sabanas y se mete debajo de ellas adoptando una posición fetal dándole la espalda a la cama de su hermana. Luego de algunos minutos siente la puerta que se abre y los pasos de Luciana. Cuando escucha el rechinar de la cama  se decepciona creyendo que  ella nuevamente evadirá la situación y desechara la oportunidad de amar. Piensa que tal vez, deberá internarse en el convento para que Luciana pueda ser feliz como ella misma desearía, pero la esperanza renace cuando Luciana suspira y le regala una respuesta.

-Creo que es un marinero o comerciante porque tiene un extraño acento. Solo lo he visto tres veces y no nos hemos besado, pero tiene una hermosa sonrisa. Ahora duerme-

Scarlet desplaza la tristeza y con una sonrisa inocente se hunde en un sueño feliz,  mientras que Luciana planta la melancolía en su corazón.

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En la cama el calor sofocante de las dos de la tarde abraza con fuerza a Gerard. Aun lleva  la ropa puesta y la botella de bourbon vacía en la mano. Un pequeño rayo de sol se cuela por la ventana entreabierta posándose directamente sobre su rostro,  y hace que su conciencia aterrice nuevamente en su cuerpo, luego de dejarla volar cuando bebió hasta el amanecer.  Paso la noche entera pensando en la diosa que vende caricias. Una mujer hermosa que ha logrado sacarlo de un estado metal catatónico para llevarlo al borde de la locura y  de los celos.

El corazón lo siente en la cabeza  con un ritmo palpitante que le recuerda el precio que se debe pagar por el placer de olvidar las penas con bourbon. No encuentra sabor en la boca, tan solo la sensación de tenerla llena de arena. Se sienta en el borde de la cama y se sostiene entre las manos la cabeza. Cuando se asegura que sus piernas le respondan, se levanta y sale de la habitación. Baja las escalas lamentado cada paso que da y que la le retumba en el cráneo. Cuando llega a la planta baja  busca el comedor. Se desparrama en una de las sillas. 


Cierra los ojos y respira profundamente para desplazar la sensación de nauseas que se le comienza a formar en la boca y estómago.  Un olor a pollo le hace abrir los ojos para encontrarse con Martina que le tiende un plato humeante frente a él.

-Es consomé de menudencias. Lo ayudara a sentirse mejor-

-Gracias-

-A usted doctor. No estaría en este mundo sin su ayuda- Gerard se estremece al escuchar cómo se dirige a él. No lo había escuchado en casi cuatro años. Y tampoco el agradecimiento de alguien por salvarle la vida.

-Pues me alegro porque soy yo el que no sabría que hacer ahora sin la suya.- Ella le regala una sonrisa compasiva y agradecida mientras el comienza a devorar la sopa. Luego se gira pero es detenida por Gerard.

-Martina.....-

-¿Si señor?-

Gerard se queda con la cuchara a medio camino a su boca, indeciso y sin saber cómo preguntarle por su diosa.  Creé haber descubierto el misterio que la rodeada y probablemente Martina sea una más de las personas engañadas por la astucia de la zorra disfrazada de mensajera de flores. Así que desiste y hace la pregunta que menos le interesa.

-¿Esta Cedric en su cuarto?-

-No señor, no vino a dormir anoche-

-Gracias Martina- Ella asiente y se retira dejando  a Gerard con el sabor en la boca de pollo y amargura.

Cuando acaba vuelve a su cuarto y se da un baño rápido. Al salir encuentra un vaso con jugo de naranja recién exprimido que probablemente Martina había dejado para él.  Al terminarlo toma uno de los tabacos de Cedric y  se acuesta en la cama.  Su mente vuelve a  recordar los instantes de la noche anterior, pero esta vez , es la hiel la que le invade el pecho cuando piensa en su diosa. Desea esperar pacientemente a que la noche llegue para ir al burdel y buscarla antes de que salga a ofrecer  sus caricias.  Su mente ya está planificando la escena donde la utilizara para su placer, con la sensación agridulce de poseerla pero sin ser exclusiva para él.

La puerta de la habitación se abre y Cedric entra silbando con la alegría que lo caracteriza cuando ha tenido una noche de amores desenfrenados. Le regala una venía a Gerard  y comienza a retirarse la chaqueta.

-¿Cuántas fueron en esta ocasión Cedric?-  Pregunta con ironía.  No le interesa realmente saberlo, pero sabe que él no podrá evitar hacer alarde de sus hazañas como amante.

-¡Todas ellas!- Responde triunfante. Solo le falta golpearse en el pecho como un  orangután cuando ha marcado su territorio.

-¡¿Todas?!-  Gerard se sienta con el rostro transformado por la furia y con los puños fuertemente cerrados sobre sus piernas.

-Ya te lo dije. Tenía que hacerles prueba de calidad- La voz de Cedric es cautelosa al ver la extraña reacción de su amigo.

-¿También con la niña Lu?-  Pregunta en un gruñido e hiperventilando. Conteniendo difícilmente la furia y deseos de abalanzarse sobre un profanador más de  su maldita diosa de agua.

-¡¿Y quién demonios es esa?!-



NOTA DEL AUTOR 

Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un  primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación.


                                                       

7 comentarios:

  1. Ay Cedric por favoooo dale un zape a tu amigo q se pasa de tontoooo. Y sacalo de su error... Perp.tambien esa tonta tontotaaaa de Luciana... Pero si son tal.para cual ... Y ese señor ahora de donde aparece ....
    Amigaaaa te extrañeeeee
    besitos

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  2. Farley amiga excelente capitulo como siempre, t creo que los hombres son idiotas, se hacen en su cabeza pajaritos preñados que bárbaros, ojala se de cuenta pronto que esta equivocado respecto a luciana, y ese hombre que llego espero que no sea un problema, por la manera que habla se huelen los problemas, gracias madre un besote.

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  3. Una cachetada es lo que le voy a dar a Gerard por mal pensado jajaja

    AME ESTE CAPITULO
    OJALA PRONTO SEPAN LA VERDAD.
    :D

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  4. ese par es uno para el otro el que no me dio buena espina es ese de bigote mmmm como que no jajajja como siempre me que con ganas demas gracias porcompartir

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  5. Hola Farley: me encantaaaaaa tu historia, y cada vez está más buena y emocionante, lástima que tus capítulos sean tan cortos, o es que cada vez deseamos leer más y más y saber que pasa con estos dos tontuelos? bueno, realmente lo haces estupendo, no sabes cuán ansiosa te espero cada semana, ojalá pudieras escribir 2 veces por semana y capítulos super largos!!!! pero ni modo, tendremos que esperarte a la próxima, pero fantástica historia. Un abrazo.

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  6. Excelente!!! Cad dia me gusta mas!!
    Saludos amiga :-* :-D


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