Translate

domingo, 3 de agosto de 2014

CAPITULO 17


NOTA DEL AUTOR


Primero que todo quiero pedir disculpas por la manera tan abrupta  en que suspendí  las publicaciones pero asuntos familiares demandaban toda mi atención y tiempo. Las publicaciones continuaran los domingos en la noche

Quisiera dedicarle esta historia a alguien muy especial que ya no se encuentra junto  a nosotros y que extrañaremos inmensamente.





Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi corazón como a un  primer hijo. Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con esta creación.


Descripción: C:\Program Files\Microsoft Office\MEDIA\OFFICE14\Lines\BD14768_.gif



Cuando  Luciana llega a casa, Atita se encuentra en el portón como de costumbre esperando su regreso. Toma el canasto de la carreta y entran en la casa para depositar la cesta en la cocina donde  Scarlet prepara la medicina.  Cuando esta ve a Luciana cree reconocerle esa mirada de amor, pero no está segura ya que su semblante refleja una profunda preocupación.

-¿Que sucede Luciana?-

-No es nada-

-Por Dios Luciana, no soy una niña- Responde irritada y se acerca a ella para  descifrarle en los ojos lo que oculta.- ¿Viste a tu Marinero? ¿Nuevamente fue cruel contigo?-Agrega dudosa. Luciana para ocultar su encuentro y no atribuirle injustamente a Gerard la causa de su angustia le cuenta su verdadero temor.

-No es eso Scarlet.  Solo que el viejo Aurelio  no va  a traer desde la capital más bolsas de pastor- Dice mientras se sienta resignada en una de las sillas  que hay junto a la mesa de la cocina. Scarlet inhala profundamente al reconocer la gravedad de la situación. Toma asiento junto a Luciana y trata de encontrar una solución antes de que el desespero se apodere de ella.

-¿Puedes conseguirlas en otro lugar?-

-Tendré que hacerlo. El viejo Aurelio me dijo que tal vez pueda ayudarme a conseguirlas con otros comerciantes-

-¿Crees que puedan ayudarnos?-

-Por un buen precio creo que podrían hacerlo-

-¿Y si no lo traen o es demasiado costoso?-

-Tendremos que encontrar la forma. Sabes que no es una opción no tenerla para tu medicina-

-Tal vez si intentamos sin…….- pero antes de que Scarlet logre expresar su idea de realizar la medicina sin su ingrediente principal, Luciana se levanta  enardecida de la silla y golpea la mesa con su puño  centrando toda su furia  e impotencia en ella.

-¡Acaso estás loca! No permitiré que experimentes con la medicina- Toma de los hombros a Scarlet que se siente enormemente abruma con aquella explosiva reacción. – ¡Eso sería jugar con tu vida!- agrega enfatizando lo que para ella es una absurda idea.

El furioso reproche de su amada hermana es para Scarlet tan doloroso como la idea de la muerte misma rondando tan cerca. Sus ojos  se inundan de lágrimas mientras que el pecho de Luciana se inunda de culpa por su actitud. La impotencia saca lo peor de ella y convirtió a Scarlet en un testigo de ello.  Toma una respiración profunda para calmarse, se sienta nuevamente y  la toma de las manos mientras las lágrimas corren libremente por las pálidas mejillas de la acongojada Scarlet.

-No te preocupes, conseguiré las bolsas de pastor-  Dice con voz pausada- Perdóname, no quería gritarte-

 -Sabes que no podemos gastar más de lo que pagamos por ellas. No tenemos suficiente dinero y nuestra casa se cae a pedazos-  Responde entre sollozos con la angustia a flor de piel.
-Encontrare la forma- Exclama Luciana  abrazando a su hermana para tratar de reconfortarla. – Así me toque ir por ellas a la capital- Agrega decidida a no dejar morir a Scarlet.


Después del almuerzo y de un té de valeriana para dispersar los nervios pasan el resto de  la tarde distribuyendo en medidas exactas las hojas de las bolsas de pastor compradas ese dia. Las envuelven en delicados pañuelos de seda pertenecientes a su madre y las guardan en una caja de cedro en la alacena. Lograron racionarlas para preparaciones de veinticinco días en los cuales  deberían de  encontrar una solución o enfrentar a la muerte.

   
Descripción: C:\Program Files\Microsoft Office\MEDIA\OFFICE14\Lines\BD14768_.gif




Al dia siguiente a  las seis y cincuenta de la mañana, Gerard se encuentra en la entrada del hospital caminando de un lado para el otro debajo del portón, mirando hacia la calle en espera de la aparición de su bella Luciana. Está ansioso por volver a verla y pasar un dia entero en su compañía, pero también se encuentra nervioso de enfrentarse nuevamente al reto que como médico tendrá que superar.  Teme que los años apartado del oficio puedan crear un enorme abismo que no le permita ejercer con claridad y seguridad su tarea. Sabe que los enfermos confían ciegamente en su médico y él no quiere defraudarlos.  Cuando un coche negro halado por dos caballos se detiene en la entrada, Gerard cree reconocerlo como el coche en el que imagino ver a Abigail unos días antes, pero cuando  el doctor Almenares se baja del  coche toda su ansiedad se esfuma.

-Buenos días doctor Decout- Lo saluda en bien se baja.

-Buenos días doctor Almenares-  Le devuelve la cortesía con una pequeña venia pero no lo sigue cuando este pasa frente a él introduciéndose en el hospital. El doctor Almenares al ver que Gerard continua parado en la entrada se devuelve y lo toma del hombro invitándolo a seguir.

-Acompáñeme mi buen doctor, no querrá ser el último en llegar y menos aún en su primer dia en este hospital-

-¿El ultimo?- Pregunta confundido. Lleva allí diez minutos y  faltan otros diez minutos para la siete, y aún no ha visto a Luciana. El doctor Almenares que reconoce inmediatamente el propósito de su espera le aclara con una sonrisa y disimulo el paradero de la joven de su interés.

-Así es mi estimado colega. Las hermanas de la caridad viven en este lugar,  el doctor Bernal nos espera luego de su turno nocturno, es el dia de descanso del doctor Caicedo  y nuestras hermosas enfermeras llegan desde las seis y media. Deben tener tiempo suficiente para retirarse los hermosos trajes y complicados corsés para  vestirse con las túnicas insípidas semejantes a las de  nuestras queridas monjitas- Relata mientras se introducen en el largo pasillo.  Gerard asiente algo avergonzado y sin estar seguro de que la información ofrecida por su  jefe tiene como fin darle a conocer el paradero de Luciana.  Camina junto a él extrañado  de que se dirija en sentido contrario a su consultorio, pero  cuando el doctor Almenares se detiene al final del pasillo frete a una pequeña puerta todas sus dudas se despejan.

-Tal vez quieras esperar aquí. Es más fresco que en la entrada y  su espera pronto será recompensada-  Susurra con una sonrisa amable y luego se aleja dejando a Gerard con la certeza de la complicidad en su búsqueda de Luciana.


Mientras tanto al otro lado de la puerta los torpes dedos de Luciana intentan introducir su hermosa cabellera bajo el tocado blanco. Abril la observa suspicaz; nunca la había visto tan ansiosa y nerviosa desde que iniciaron sus labores bajo el fuerte régimen de la madre superiora y  la desconcierta verla con un comportamiento tan impropio de su temple.
-Te tiene loca- Murmura con una sonrisa mientras coloca su hermoso vestido en el perchero.  Luciana levanta la mirada y la observa con el ceño fruncido.

-El doctor Decout- Declara para dejarle claro que conoce perfectamente la causa de sus nervios. Luciana cambia el ceño fruncido por unos ojos enormemente sorprendidos al saberse descubierta nuevamente. –Es de lo único que se habla desde ayer en la tarde- Añade.

-¿A qué te refieres?- Pregunta asustada.

-Tal vez el amor no te advirtió sobre los miles de ojos que se posaban sobre ustedes ayer en el mercado-

-Solo fue una coincidencia nuestro encuentro y debía ser amable con él-

-Pues déjame decirte que la amabilidad se te escurre por los poros cuando estas cerca al doctor Decout-

-¡Abril!- Se queja Luciana sonrojada.

-Relájate- Murmura  mientras la toma de los hombros para calmarla. - Tan solo asegúrate de que sus intenciones son honestas- Añade con seriedad.  Sabe por algunos comentarios de las amigas  de su madre que compartieron el té  el dia anterior en su casa, que se murmura que el nuevo mejor partido de la ciudad es un médico que busca diversión mientras encuentra una esposa adecuada, y Luciana puede ser una presa  fácil  luego de la muerte de su madre.  La creencia que una mujer no puede salir adelante sin un esposo a su lado alcanza incluso a la aguerrida  Luciana. La ciudad piensa que por más fuerte que sea y por mucho carácter que posea, debe conseguir un hombre para salir adelante,  vulnerabilidad que puede ser aprovechada por el nuevo galán sin la presencia de unos padres que hagan respetar su honor y la guíen por las buenas costumbres.

-Sus intenciones son honestas- Susurra Luciana con la cara encendida y una tímida sonrisa. Abril abre los ojos como platos, pero antes de bombardearla con preguntas Luciana lo aclara.  

– Ayer en el mercado me lo manifestó. Además, solicito conocer a mis padres para pedirles consentimiento de cortejarme y cuando le dije que habían muerto pude ver la compasión en sus ojos-

-¡Oh Luciana, estoy tan feliz por ti!- La abraza Abril complacida de que por fin se rindiera al amor.

-No se lo digas a nadie- La reprende Luciana para bajarla de su torbellino de emoción.

-¿Por qué no?- Murmura consternada por el pedido.  Cualquier mujer estaría más que feliz de poder gritar a los cuatro vientos sobre la conquista del  nuevo mejor partido de la ciudad.

-Tengo miedo- Logra responder alejándose hacia una pequeña silla.

-¿De qué?-

Luciana se sienta sin saber cómo explicarle a Abril su miedo. Tal vez su amiga y compañera no entienda el grado de compromiso  que desde pequeña asumió por la vida de Scarlet.  Mantenerla con vida se convirtió en su razón de vivir y verla feliz su única misión.  Siempre puso como prioridad las necesidades de su hermana, y permitirse enamorarse puede desviarla de su lucha al  direccionar su cariño hacia un esposo y posibles hijos, que necesitarían de ella al igual que su hermana. No cree tener la fortaleza para ocuparse de todos. Además, sabe del enorme deseo de  Scarlet por encontrar el amor, y cree que al hacerlo primero pueda ser interpretado como traición. Abril al ver que no responde trata de animarla.

-El amor es una dulce agonía. Solo debemos saber disfrutar de su exquisito sabor antes de que el tiempo lo convierta en una agria costumbre- Murmura con una sonrisa. Luciana sonríe y toma una inhalación profunda, se levanta y la toma de la mano.

-Vamos, tenemos trabajo que hacer-  No desea seguir la lucha en su interior. Lo que realmente desea es ver a Gerard.



Cuando abren la puerta él está caminando ansioso de un lado al otro. Nuevamente el tiempo se detiene mientras se contemplan y  se regalan una sonrisa con la mirada, solo Abril lo manifiesta con los labios al ver la escena entre los enamorados.

-Buenos Días doctor Decout- Lo saluda  Abril cuando se da cuenta que pueden quedarse el resto del dia tan solo mirándose. Gerard solo desvía su atención por un momento mientras le devuelve la cortesía. –Buenos días Señorita  Lacouture-  Luego vuelve a centrar su  mirada en Luciana que siente que su corazón palpitante se le saldrá del pecho. Abril suelta un bufido y se retira  al sentirse como la chaperona indeseada y se aleja por el pasillo.

-Buenos días Luciana-

-Buenos días doctor Decout-

-Llámame Gerard-

-No puedo. Ya le dije que no es conveniente. La madre superiora no lo aprobaría-

-Yo no la veo cerca-   afirma maliciosamente observando a su alrededor. Luciana guarda silencio algo ruborizado mientras él se acerca lentamente a ella.  Le toma el mentón con dos dedos  para enganchar aún más sus miradas- Por favor- Suplica.

Luciana comienza a respirar rápidamente por la ansiedad que le provoca tenerlo tan cerca  y haciendo el mayor esfuerzo logra expulsar de su garganta las ansiadas palabras.

-Está bien…. Gerard-  Susurra.



Esa últimas seis letras pronunciadas armoniosa y perfectamente por los labios  de Luciana son para él como una aclamación del pueblo sometido para su conquistador. Una  dulce aceptación al   dominio que llegaría a imponer en su corazón. Sin poder resistirlo, la toma entre sus brazos para entregarle en un beso que ella acepta mientras posa suavemente sobre él las manos en el pecho.

El suave roce de los labios es  un preámbulo  para las bocas que se abren lentamente mientras que el abrazo los encierra en el mágico momento. Acoplan y acunan sus labios saboreando la humedad mientras la punta de sus lenguas se exploran tímidamente y  le dan la bienvenida a un torrente de emociones que les calienta el alma y  el cuerpo.

Cuando el beso se hace más profundo y las respiraciones más agitadas, Luciana logra encontrar algo de lucidez en la locura del deseo y separa a Gerard empujándolo con sus manos desde el pecho.

-No. No podemos….- Murmura mientras intenta llevar el aire a sus pulmones y la claridad a su mente. Pero cuando le ve la cara de terror de Gerard por sus palabras  se apresura a completar su oración. – No en este lugar. No es seguro.- Agrega.

Más tranquilo por la aclaración  de ser el sitio el rechazado  y no a él,  da un paso atrás alejándose de Luciana con una sonrisa victoriosa. Esta más allá de la felicidad por experimentar de nuevo y con tanta intensidad los privilegios que otorga el amor.

-No puedo prometerte que pueda controlar el deseo de tenerte entre mis brazos- Murmura y se acaricia el labio inferior.

-Pues tendrá que intentarlo. Yo no beso mientras trabajo-  Responde Luciana con fingido desdén y mirada traviesa. Se aleja por el pasillo  mientras Gerard niega con la cabeza, complacido por aquella astuta respuesta.  –Sígame doctor Decout. Tenemos pacientes que atender- Le grita y él la sigue más que feliz.

Cuando llegan a los pabellones de hombres el doctor Almenares conversa con el doctor Bernal sobre  los pacientes que llegaron la noche anterior. Un par de ebrios que terminaron su discusión con  machetazos cuando las palabras no fueron suficientes razones.  Esa era la única razón por la que algún médico debía hacer guardia nocturna los domingos, ya que al llegar a la ciudad los campesinos de provincias cercanas, vendían sus cosechas y compraban  provisiones para sus fincas, pero también se proveían de altas concentraciones de licor que llevaban a disputas y por ende al hospital. Luciana inicia su camino y se dirige a buscar los medicamentos y vendas para su ronda mientras que Gerard y su sonrisa se une a la conversación de sus colegas.

Durante toda la mañana  apenas se dirigían palabra, y cuando lo hacían se limitaba a ser sobre un paciente  y sus necesidades. Ambos estaban complacidos y gratamente sorprendidos de poder trabajar  de una manera tan profesional  sin dejar que su deseo los dominara.  Y aunque nunca se tocaron, orbitaban uno alrededor del otro de  manera  inconsciente. Como si en el fondo temieran estar alejados.

Finalizando la tarde, Luciana se encuentra al lado del doctor Almenares cambiándole las vendas a un hombre de avanzada edad que fue sorprendido por un perro rabioso. Están muy preocupados porque el anciano pueda desarrollar la enfermedad, pero están más angustiados aun por que el perro todavía anda suelto.  De repente las palabras del doctor Almenares las sorprenden mientras ella observaba con disimulo  a Gerard en la distancia mientras él inyectaba antibióticos a un hombre unas siete camas mas adelante.

-Parece ser un buen médico- La suave voz de su jefe y su tenue sonrisa la advierte que aquella afirmación es la antesala a una conversación más personal.

-Asi parece- Responde ella sonrojada mientras se apresura por  recoger las vendas sucias para poder escapar a aquella conversación.

-Y también parece ser un buen hombre- agrega recogiendo del suelo el ungüento de heridas que Luciana dejo caer en su afán por escapar. Se lo entrega y con una mirada firme le da el visto bueno para una relación. Un consentimiento que ella no le pide, ni que él cree que le corresponda dar, pero que  por alguna extraña razón  ambos creen importante y necesaria. – Por lo tanto necesita una buena mujer. Me alegra que seas tú Luciana-  Añade y se levanta dejándola nerviosamente feliz.

Al terminar el turno, Luciana y Abril se cambian sus uniformes por los vestidos de calle. En esta ocasión Luciana  se toma más tiempo en arreglarse el cabello  y en pellizcar sus mejillas. Luego se humecta los labios con manteca de cacao que Abril le ofrece en medio de una sonrisa burlona al verla tan ansiosa por lucir bella para el enamorado hombre al que le pueden sentir los pasos cuando camina al otro lado de la puerta.



De regreso a casa, Luciana y Gerard se encuentran cómodos hablando de su primer dia de trabajo. Él se siente más vivo que nunca y le detalla cada caso y procedimiento que aplico con sus pacientes, como si Luciana no hubiera estado presente para contemplarlo, mientras que ella lo escucha fascinada al verle la pasión que le causa  su profesión. Como la de un medico recién graduado, pero por su pericia es obvio que no es un doctor recién horneado que debe recurrir a su mentor cada vez que duda. Quiere atacarlo con preguntas sobre su pasado y anterior vida como médico. Saber que lo llevo a un lugar tan alejado de la prospera Francia, pero sabe que aún no es el momento y se limita a disfrutar de su compañía.

Sin entender  como el tiempo paso tan rápido Luciana se da cuenta de que está a solo una cuadra de distancia de la entrada de su casa, en donde se puede ver a la fiel Atita esperándola como de costumbre. Se detiene abruptamente lo que hace que Gerard también lo haga  sin entender el  porqué de aquella extraña actitud.

-¿Sucede algo malo?-

-No. Es solo que estamos por llegar a mi casa-

-Perfecto. Te llevare y hablare con tu hermana si me lo permites-

-No es buen momento- chilla asustada. No se siente preparada para presentarle Gerard a Scarlet. Sus miedos se apoderan de ella  e inicia su camino dejando parado en mitad de la calle. Él se estira y la sujeta del brazo atrayéndola hacia él y sosteniéndola fuertemente en sus brazos. Le  sujeta  la cara para que lo mire a los ojos y tratar de descubrir que la tiene tan afectada.

-¿Por qué no? Pregunta tratando de que se concentre en él mientras Luciana observa nerviosa a Atita que la espera en el portón de la casa. -¿Te avergüenzas de mí?- Pregunta dolido.

-¡Claro que no!-afirma ella categóricamente. Centrando su mirada en Gerard. No le gusta verle aquella expresión de angustia, le acaricia la mejilla y le regala una verdad a medias mientras encuentra la manera de preparar a Scarlet para una noticia tan importante.

-Mi hermana se encuentra enferma. Por eso no es un buen momento-

- Por el contrario, es una oportunidad perfecta. Puedo revisarla, curarla y ganarme su aprecio-

Luciana suelta un largo suspiro deseando que fuera tan simple como Gerard cree.

-Su enfermedad es de nacimiento y el doctor almenares es su médico de cabecera. No creo que ella acepte a un desconocido en esos momentos – Miente tratando de evadir una reunión esa noche. –Esperemos a que se sienta mejor y podremos hablar tranquilamente-

Gerard acepta  al verle la incomodidad a Luciana. Cree que la hermana puede sufrir de alguna enfermedad mental que la avergüence y que piense que podría alejarlo, pero está seguro que nada podría hacer que él se quiera apartar de ella. Sin embrago lo acepta para crearle con el tiempo la seguridad que necesita demostrándole un amor sincero.

-Está bien. Esperare hasta que tú lo creas prudente-

-Gracias- responde y suelta un suspiro de alivio  regalándole una sonrisa. - Debo irme ahora- Agrega tratando de salir de  los brazos de Gerard.

-¿Sin un beso?- Pregunta con picardía sosteniéndola con más fuerza en un abrazo.

-¡No puedo besarte en la calle!- chilla ella sonrojada.

-Entonces hagámoslo en tu casa sin que tu hermana me vea- Responde  decidido a no dejarla ir sin obtener de sus labios la dulzura que ha esperado todo el dia. Luciana también anhelado aquel roce  sabe que su casa seria el peor lugar para hacerlo y que él no se rendirá fácilmente, entonces toma valor y se lanza a la boca  desprevenida de Gerard y le dan la  rienda suelta a una caricia húmeda de labios en la que danzan por algunos segundos antes de que ella salga corriendo dejándolo con una sonrisa y un creciente anhelo  en el bajo vientre.

Mientras Luciana recorre la escasa cuadra que la aleja del portón no puede darle importancia a la misma sensación que le dejo a Gerard, ya que se encuentra preocupada por  la escena que Atita presencio a la distancia, y lo confirma cuando al acercarse le ve una mirada  incrédulamente picara y una sonrisa que trata de ocultar con su mano en la boca. La toma de un hombro y la lleva adentro de la casa, y cuando cierra la puerta le da la más fuerte advertencia que sus palabras y su mirada le  pueden dar.

-Te prohíbo que hables de lo que viste. No puedes decirle a nadie, y mucho menos a Scarlet-

-¿Por qué no niña Lu?- pregunta  con tristeza.  – ¡Es bueno que usted sea feliz!- Agrega tratando de convencerla de la importancia que tiene que el amor invadiera su corazón.

- ¡Simplemente porque no quiero!-  responde tan groseramente que Atita retrocede sorprendida por aquella actitud.

-Está bien niña Lu- responde y se va compungida hacia la cocina mientras Luciana permanece de pie en la entrada de la casa sintiendo que su vida a medida que se hace más feliz también se hace más complicada.














4 comentarios:

  1. Amiga mia, ya te extrañaba mucho pero entiendo perfectamente todo y se que tus demas lectoras tambien, sabes q te quiero mucho y que cuentas conmigo hoy mañana y siempre... ahora entrando en el tema de la histria... oh Gerald me encanta cada dia mas, luciana bueno espero que ese humor que trae se le pase por q se esta desquitando con todos el estres es mucho peroooo un final feliz por favor!!!!

    millones de besos nena tkm

    ResponderBorrar
  2. Que alegria que estes de regreso
    Que pena x la perdida de tu familiar lo siento mucho.
    Nos leemos en el sig. capitulo :-*

    ResponderBorrar
  3. hay que bien que regresaste no tiene que pedir disculpas de nada!!!! aca estamos fiel a vos y a a historia!! amo a gerald...besos y aca estaremos todos los domingos!!!

    ResponderBorrar
  4. me alegro mucho que volvieras espero todo este mejor gerald y luciana me encantan juntos de verdad que espero que cuando el vea a la hermana sus sentimientos no se confundan hasta un punto infleccible un gran beso y un abraso feliz que ya estes con nosotras de vuelta

    ResponderBorrar