El resto de semana transcurre en medio de una feliz
monotonía para Luciana y Gerard. Todas las mañanas él la espera mientras ella
se cambia sus trajes por la túnica de trabajo y luego viven un íntimo momento
para el saludo matutino que es gustosamente acolitado por Abril, que se encarga de vigilar para que los
jóvenes enamorados no sean sorprendidos por las ancianas alérgicas al amor como
ella llama a las monjas del hospital.
Aquel beso matutino cada vez se
vuelve más intenso y necesitado a medida que pasan los días. Luciana se siente
más confiada y Gerard más decidido a aprovechar
aquel pequeño cuarto donde puede disfrutar
de un beso que les debe durar por el resto del día, en el que se limitan a
pequeñas conversaciones estrictamente laborales y a calurosas miradas en la
distancia que son bien disimuladas en la presencia de las monjas. Muy
ocasionalmente, Gerard se arriesga por un roce de manos o una palabra dulce y
Luciana por una sonrisa comprometedora, pero por más que lo intentan, no pueden
engañar al eminente doctor Almenares que disfruta de aquellas efímeras escenas
a medida que también se encuentran complacido con la habilidad, buena praxis y
excelente trato que Gerard ejerce con sus pacientes.
Al finalizar el día laboral ambos
salen acompañados por Abril para evitar suspicacias. Luego de dejarla en su
casa Gerard camina con Luciana más lento de lo necesario tratando de alargar el
tiempo que pasan juntos.
El martes hablan del personal
médico y el concepto que cada uno tiene de ellos. El miércoles son las monjas el objetivo de la
conversación y muy pocas salieron bien libradas del juicio. Sobre todo por las
apreciaciones que Luciana hace de ellas, ya que a lo largo de cuatro años ha
logrado presenciar y soportar algunos comportamientos no muy propios de mujeres
que se creen tan cerca de ser santas.
El jueves la conversación se
tornó un poco más personal cuando Gerard le preguntó sobre su vocación de
enfermera a lo que Luciana responde con algo de evasivas. Le explica su deseo y
necesidad de cuidar a su hermana desde que eran niñas pero sin hablarle sobre
la extraña enfermedad de Scarlet y del artesanal medicamento con el que ella
lograba mantenerla con vida. Luego desvió la conversación indagando la causa por la cual él había abandonado
Francia donde la medicina era tan próspera. No entendía por qué en dejar un
lugar con el que ella sueña y en donde se puede aprender tanto, pero Gerard
también responde con evasivas sobre la pérdida de toda su familia y su deseo de
ayudar a otros en situaciones más precarias
sin mencionarle a Abigal y como su muerte fue un determinante en su
decisión de huida.
Para el viernes
permanecieron en silencio
mientras caminaban tan solo disfrutando de la compañía del otro, ya que sabían que ese fin de semana no compartirían
tiempo juntos, ya que al dia siguiente él se mudaría con Cedric a la nueva casa y
aunque él sugirió acompañarla el domingo a
entregar los arreglos florales ella lo convenció en esperar hasta el
lunes para verse en el hospital, para no seguir levantando especulaciones. Cuando llegaron al habitual punto de despedida volvieron a fundirse en un agitado beso protegido
de las miradas de extraños por la cómplice
y oscura noche que era ayudada por un grupo de pequeñas palmas en fila que custodiaban
la estatua de un prócer de la ciudad.
Luciana sentía con cada uno de aquellos besos como sus piernas
flaqueaban, lo que hacía que Gerard la estrechara más fuerte entre sus brazos,
creando un magnetismo y una necesidad primitiva de saciar sus deseos que con cada
noche se hacían más salvajes. Sensaciones que Gerard bien conocía y que Luciana
por primera vez experimentaba pero que ambos disfrutaban y que con
dificultad podían limitar al contacto de
labios.
En la mañana del sábado Luciana
se despierta consumiéndose en el calor abrazador de un sueño obsceno provocado por el recuerdo de sus besos con
Gerard. Estaba sonrojada por el calor y
la vergüenza de ser la
protagonista de escenas propias de amantes indecentes, sin embargo, ese
recuerdo la acompaño el resto del dia
como un bálsamo que le ayudaba a
sobre llevar su primer dia sin él
mientras se ocupaba de la casa y ayudaba a Scarlet a terminar sus arreglos
florales.
Por su parte Gerard trataba de sentirse cómodo con la presencia de Amaury mientras les entregaba a Cedric y a él la
nueva casa explicado los arreglos que le había hecho, vanagloriándose por haber
realizado un trabajo tan esplendoroso en tan poco tiempo, lo que hacía que
Gerard se sintiera más irritado con su
presencia. Finalmente, al terminar el dia pudieron instalar sus cosas y al percibir que la casa
era demasiado grande para ellos acordaron
buscar a alguien para atenderla. No tuvieron que debatir mucho y se decidieron
por Martina. Gerard sentía cariño y
compasión por ella luego de que la ayudo a traer al mundo a sus
hijas, además sabía que era una mujer que no caería fácilmente en las sabanas
de Cedric ya que era una mujer bien atendida por el hombre más viril y
elongado de toda la región, y no cedería
a sus acosos para poder mantener un empleo que le permitiese estar con sus
hijas. Cedric por otro lado lo hacía por
una razón más simple, le encantaba como ella cocinaba.
El domingo Luciana inicia el
dia más climatizada por la ausencia de
un sueño provocativo, pero aun acompañada por el recuerdo del anterior.
Mientras que Gerard fue quien percibió en un sueño como su hermosa
Luciana disfrutaba en el mar el choque de las olas sobre su esbelta desnudez. Decidió levantarse en el momento que sintió
que Cedric regresaba del burdel y realizar un poco de ejercicio para aliviar la
tensión sexual que le había provocado el sueño. Salió a correr por la playa
acompañado del sonido de las olas que morían en la arena, desviando su mirada del camino para observar el mar,
con la tonta ilusión de encontrar entre las olas la escena que su mente le
había ofrecido mientras dormía la noche
anterior, y luego de varios kilómetros regreso al darse cuenta que necesitaría
una ducha fría para ayudarse en el deseo, y si acaso el agua no
le ofreciera el sosiego necesario, tendría que ocuparse de la situación
por su propia mano.
Mientras tanto Luciana terminaba sus entregas habituales y se
dirigía al mercado para encontrar buenas noticias de parte de Aurelio el
comerciante, pero el aliento se le quedó
atrapado en el pecho cuando este le da
la noticia que ella no quería escuchar.
-Lo lamento, pero no conseguí que
alguien más traiga sus bolsas de pastor-
Le dice el anciano en cuanto la ve acercarse con la mirada escrutadora pero
esperanzada.
-¿Por qué no? ¡Pagare bien por
ellas!- exclama casi en un grito con el temor a punto de sacarla de sus
cabales.
-Nadie lo considera un buen
negocio. Es un viaje largo para tan
pequeña cantidad. Los gastos de trasporte superarían por mucho lo que me pagaba
por ellas- Responde colocándole una mano
sobre el hombro explicándole lentamente como si para ella fuera muy difícil de
entender. – Yo las traía porque tenía
que visitar a mi hermana y aprovechaba la ocasión para hacerlo- Agrega.
-¡Pagare lo que sea! Por favor
ayúdeme a encontrar a alguien- suplica desesperada. El anciano se apiada de
ella y le ofrece una alternativa.
-No creo poder encontrar a
alguien, y si lo hiciese pronto usted caería en la ruina. Tal vez pueda haber
otra solución- Le dice llevándola a una
silla que se encuentra cerca y ofreciéndole un pañuelo para que Luciana pueda
limpiar las lágrimas que comienzan a rodar por sus mejillas.
Lentamente Aurelio le explica una posible estrategia para
abastecerse de la preciada planta, y a medida que la detalla, la esperanza crece
en el corazón de Luciana. Una carta, la confianza y un viaje son los
ingredientes de la solución, y Luciana aunque temerosa decide aceptarla.
Toma la carta que el anciano
rápidamente escribe, y se dirige a la casa del doctor Almenares. Él interrumpe
su almuerzo alarmado cuando es informado
por la criada de la presencia de Luciana
en la puerta. Imaginando que algo le ocurre a Scarlet toma su maletín y
sale rápidamente pero su ansiedad se transforma en confusión cuando Luciana le
pide uso minutos para hablar.
Cuando se encuentran
en el despacho de la casa, la señora Almenares le ofrece a Luciana un jugo de sandía para refrescarse
tratando de permanecer en la
conversación pero la mirada amonestadora del doctor la hacen salir de la
habitación. Un poco mas tranquila con la privacidad Luciana inicia la conversación.
-Necesito pedirle unos días para
faltar a mi trabajo-
-¿Qué sucede?- Pregunta sorprendido de una solicitud tan
extraña por parte de Luciana. Generalmente
tiene que rogarle para que tome
vacaciones. – ¿Te encuentras enferma?- Agrega sin poder encontrar una razón lógica.
-Estoy bien, pero necesito viajar
a la capital-
- No lo entiendo. ¿Qué harás en
la capital?-
-El hombre que me vendía las
bolsas de pastor para la medicina de Scarlet no puede hacerlo más, pero me dio esta carta para que visite a su
hermana y pueda negociar con ella un trato que nos beneficie a ambas- Exclama entregándole la hoja de papel al
doctor. Él lee con detenimiento como el anciano le pide a su hermana que
negocie un cambio justo con Luciana. Sugiriendo el intercambio de telas recién
llegadas a puerto de la ciudad provenientes de Europa por las plantas que ella
tanto necesita.
-¿Por qué no buscas otro
comerciante?- Pregunta devolviéndole la carta.
-Ya lo intenté pero nadie está
interesado-Responde con la voz
entrecortada.
-Las telas importadas son más
costosas que las bolsas de tabaco- el trata de hacerle entender que la
inequidad en ambos productos.
-Por eso necesito viajar, para
pactar un intercambio justo-
El doctor Almenares asiente
comprendiendo la importancia pero aun no muy convencido -¿Quién te acompañara?- Pregunta.
-Nadie. Iré yo sola- Responde
tranquila, pero cuando ve los enormes ojos del doctor aterrado con la idea se
apresura a dar la explicación. –No tengo dinero suficiente para llevar a
alguien mas-
-¡No es seguro que una mujer
viaje sola!-
-Estaré bien. Se cuidarme-
-Eres muy ingenua Luciana. Es
demasiado peligroso que una mujer viaje
por barco sola. El camino es largo y podrían aprovecharse de ti. Es peligroso
incluso para los hombres – La reprende.
-Lo entiendo, pero no tengo mucho
dinero para llevar a alguien más y si lo tuviera ni Tiberio ni Atita serian de
gran ayuda. No tengo opción- Responde tratando de que el hombre que ella
considera como un padre comprenda y acepte.
- ¿Cuándo te piensas marchar?-
pregunta resignado pero con una idea formándose en su cabeza.
-En el barco que sale esta noche-
-¡nada de eso! Saldrás mañana en
la noche acompañada del doctor Caicedo- Responde decidido como quien impone una
ley.
-¿Con el doctor Caicedo?- Pregunta
sin comprender porque él la acompañaría en su viaje. Pero el doctor Almenares
se lo explica con la tranquilidad de una excelente solución.
-El viajara mañana a la capital para iniciar su especialización en
patología. Recuerda que afortunadamente pronto será el encargado de la morgue- Le responde con una mirada cómplice ya que ambas saben que el
doctor Caicedo tiene muy poco tacto para
pacientes vivos.
-Está bien. Me parece una buena solución.
Empacare para el viaje- Exclama levantándose de su silla con la esperanza
renovada.
- Y yo me encargaré de avisarle
al doctor Caicedo para que también coordine
tu viaje de regreso- contesta mientras se
acerca a la puerta para acompañar a Luciana hasta la puerta de la calle.
-Muchas Gracias doctor. No sé cómo
agradecerle-
-Tan solo mantente a salvo y viaja
tranquila que yo cuidare de Scarlet-
Luciana suelta un suspiro cuando
su mayor preocupación es aliviada con las palabras del doctor. Y sale de la casa con rumbo a un destino arriesgado
que no estaba en los planes pero muy necesario. Le pide a Tiberio que se vaya a
casa mientras ella inicia su camino Hacia la calle del
Molinete.
Cedric se levanta y se encuentra
con Gerard que regresa sudoroso de su recorrido. No quiere esperar que se duche y decide ir solo a la
casa de Petra para saldar la deuda pendiente por los días que permanecieron en
la posada, y aprovechar la
oportunidad para hablar con Martina y
ofrecerle el empleo. Toma de la cocina las pocas galletas que
encuentra para entretener su estómago mientras
que Gerard se sumerge en la nueva tina de agua helada que tanto
necesita. Cedric sale de la casa e inicia su camino a casa de Petra pero a uno pasos de distancia de la puerta escucha una voz que lo llama. Se gira y ve a
Luciana que viene corriendo. Sorprendido se devuelve y finalmente convergen en
la entrada de la nueva casa.
-Buenos días Luciana. ¿En qué puedo ayudarte?-
-Estoy buscando a Gerard- Responde
tímida.
-Pues tan solo debes entrar y lo
encontraras-
-¿Puedes llamarlo por mí?- Le pide aún más tímida. Suficientemente incomodo
es ir hasta su casa para buscarlo y lo sería aún más si entrara sin la compañía
de alguien que desvirtúe las especulaciones de una joven en la casa de un hombre
soltero. Cedric con una sonrisa
maliciosa y casi dibujándose un par de cuernos en la cabeza por la travesura
que va a propiciar se excusa.
-Lo lamento pero estoy algo
apresurado- Saca la llave de su bolsillo
y abre la puerta de par en par iniciando su camino y dándole indicaciones a la sorprendida Luciana para
que encuentre a Gerard. –Su habitación
es la primera a la izquierda. ¡Su sueño es tan pesado que creo que deberás
despertarlo tú!- Afirma regalándole un fuerte guiño y alejándose con su sonrisa
traviesa.
Luciana permanece indecisa en la
entrada, pero cuando se da cuenta que mientras más tiempo permanezca allí mayor sería la probabilidad de ser vista por
alguien, decide entrar. Camina admirando
la decoración y la elegancia simple de una
casa ubicada en una calle tan deprimente y esperando que su agitado corazón se
calme para poder informarle a Gerard sobre su viaje. Después de tomar valor se acerca a la puerta y llama tímidamente, pero
Gerard se encuentra en el baño sumergido en la tina y no logra escuchar el
llamado. Luego de algunos segundos ella lo intenta nuevamente golpeando con
mayor fuerza la puerta. Gerard siente
suavemente el llamado pero no le da importancia creyendo que es el crujido de
las tablas del techo que sucumben al calor abrazador del medio dia.
Al no obtener respuesta Luciana
cree en las palabras de Cedric cuando afirmaba que su hombre tiene un sueño
profundo e intenta despertarlo de diferente manera.
-¡Gerard!- Exclama golpeando la puerta. Él escucha la voz pero le parece imposible
que sea verdad y lo atribuye a su imaginación y deseo por ella.
Luciana lo intenta nuevamente
frustrada y temiendo que deba abrir la
puerta y entrar para despertarlo. -¡Gerard abre la puerta por favor!-
Gerard confundido se levanta de la
tina. Esta sorprendido por las magnitudes de su imaginación y decide salir del
baño a la habitación sin tomarse la molestia de tomar una toalla. Cree que su
mente juega con su deseo y no es realmente Luciana la que llama. Justo en ese momento ella decide
entrar para despertarlo, pero una vez más se
encuentra con su escultural cuerpo desnudo por el que resbalan gotas de agua. Ambos se quedan
paralizados en su lugar sin imaginar que el destino les tenía predestinado este
encuentro para poder fortalecer su amor antes de ponerlo a prueba.
NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare mi
corazón como a un primer hijo.
Igualmente agradezco sus comentarios ya que son el combustible que me empuja a
continuar con esta creación.
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Oh santo.por dios..... Q vista ha de habrr tenido Luciana... La suerte q tiene la condenada.
ResponderBorrarA punto de dormir pero no me puedo perder un capitulo :D
Simplemente me encantaaaa porda porfa q todo salga bien en el viaje besitos amiga tkm
Waw lo ve desnudo, ese viaje de ella no sera una trampa? quien la ayudara? todo es incierto y que sufrimiento de ella por su hermana. gracias farley hermoso capitulo, como siempre te quedo genial.
ResponderBorraraaahhh noooo!!! no podes dejarnos asi en la mejor parte y ensima esperar hasta el domingo??? foooo que bajon!!! pero bueno espero que el próximo este igual de genial que este!! la cosa se viene poniendo interesante!!!
ResponderBorrarAhhh muy bueno,pero que suertuda. Luciana encontrarselo adi bueno Cederic los ayudo jaja
ResponderBorrarOye que todo salga bien en ese viaje. .
Saludos guapa :*
No me podes dejar con esta intriga.
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