-¿De qué hablas, quien es Gerard y
porque no dejas que toque?-Pregunta Abril sorprendida por la reacción de
Luciana mientras le sostiene su mano.
-Ven, vámonos- Susurra Luciana
desesperada e intentando alejar a su compañera de la puerta. No entiende por
qué Gerard está con el doctor y cuáles sean sus intenciones. Una idea fugaz se
le cruzó por la mente… Probablemente ha venido a buscarla. Pensar en esa
posibilidad la asusta y aunque no lo acepte, la alaga.
-¡Qué!, ¿estás loca?-Abril chilla
e inmediatamente Luciana se llevó un dedo a la boca suplicando su silencio y
tratando de alejarla más de la puerta.
-Cállate y ven conmigo, luego te
lo explico-Susurra aún más bajo arrastrándola por el pasillo, pero a tan sólo
cinco pasos de su huida la puerta tras ellas se abre.
-Aquí están- La voz del doctor
Almenares las detiene. Abril se gira y le regala un asentimiento de cabeza,
pero Luciana permanecer inmóvil en su lugar, aterrada por la inminente reunión.
–Sigan por favor, hay algo que deseo informarles- Agrega desde el umbral con la puerta entreabierta.
Abril inicia obediente su camino hacia el consultorio, pero Luciana continúa estática en su lugar sin saber qué hacer para evadir la situación, pues sabe que en cuanto ingrese la reconocerá. Había decidido olvidarse de él después de su último encuentro y evitar cualquier tipo de contacto, porque no podría soportar una humillación más por parte del único hombre que lograba despertar en ella una extraña emoción. Un sentimiento tan fuerte que lograba estremecer los cimientos de la muralla que ella había levantado para protegerse del amor.
Abril inicia obediente su camino hacia el consultorio, pero Luciana continúa estática en su lugar sin saber qué hacer para evadir la situación, pues sabe que en cuanto ingrese la reconocerá. Había decidido olvidarse de él después de su último encuentro y evitar cualquier tipo de contacto, porque no podría soportar una humillación más por parte del único hombre que lograba despertar en ella una extraña emoción. Un sentimiento tan fuerte que lograba estremecer los cimientos de la muralla que ella había levantado para protegerse del amor.
-¿Señorita Lemaitre?- Llama el doctor
al ver que ella no reacciona. Luciana arruga la cara por el dolor que le causa
tener que recurrir a la única opción que le queda. Debe salir corriendo del
lugar y afrontar las consecuencias de su decisión. Debe huir aunque esto le
cueste su nuevo oficio, o incluso su empleo. Se recoge con las manos a la
altura de sus muslos la túnica y la enagua para poder hacer una mejor carrera,
pero la razón interviene acompañada de la lucidez y le envía una idea como salvavidas para
ayudarla en el mar de angustia en el que se ahoga.
Saca del bolsillo del delantal el
tapabocas que había utilizado previamente en la cirugía y se lo coloca. Piensa
que con su cabello recogido bajo el tocado blanco y con el rostro parcialmente cubierto no le sería fácil reconocerla. De esa manera, lograría superar la
situación y saber qué hacía él en el hospital. Se gira e inicia su camino a
pesar de que sus piernas son como dos barras de gelatina, ve como Abril ingresa al consultorio mientras
que el doctor sostiene la puerta y la observa desde el umbral con el ceño
fruncido.
-¿Que sucede Luciana?- Pregunta
confundido el doctor al ver su extraño comportamiento y la palidez en su rostro.
-¿Por qué llevas el tapabocas puesto?-
-Creo que estoy enfermando- Responde al acercarse. Cuando llega al umbral,
puede ver a Gerard sentando en una de las sillas de espaldas a la puerta,
golpeando rítmicamente los dedos en el respaldo de los brazos de la silla. – No quisiera contagiar a nadie y por eso lo
llevo puesto- Agrega con pánico en la voz por la visión, lo que interpreta el
doctor como un síntoma de la fingida enfermedad. No discute por ello porque
está convencido de que ella sabe manejar a la perfección la asepsia y
desinfección, y mejor aún el control de infecciones.
-Está bien, solo quiero
informarlas sobre un anuncio que hice ayer en el cual no estaban presentes-Exclama
el doctor permitiéndole la entrada a Luciana y cerrando la puerta. Abril se
encuentra en una esquina de la habitación observando con ojos ilusionados a
Gerard y con la boca ligeramente abierta,
lo que hace que Luciana recobre el color de sus mejillas por el coraje que le da la reacción de su compañera, pues pareciera que deseara rendirse a los pies de Gerard. Piensa que es algo muy impropio de una señorita decente, pero en realidad, son los celos los que se hacen presentes en sus mejillas.
lo que hace que Luciana recobre el color de sus mejillas por el coraje que le da la reacción de su compañera, pues pareciera que deseara rendirse a los pies de Gerard. Piensa que es algo muy impropio de una señorita decente, pero en realidad, son los celos los que se hacen presentes en sus mejillas.
Gerard se gira hacia Abril desde
su silla y le regala una sonrisa incomoda con los labios planos, por la forma en que la joven lo observa, ya
que podría ser perjudicial para él que su nuevo tutor lo notara mientras hace
su camino al escritorio, luego se gira un poco más para encontrar a la otra
auxiliar de enfermería de las cuales han estado hablando en los últimos
minutos. Cuando Luciana se da cuenta, baja la cabeza y clava su mirada en el
piso mientras se posiciona al lado de Abril tratando de ocultarse tras ella.
-Como venía diciéndole doctor
Decout, ellas son las unicas auxiliares que no pertenecen a la comunidad de hermanas
de la misericordia- Declara el doctor Almenares tomando su lugar en el
escritorio. Gerard se levanta de su silla y le extiende la mano a Abril, pero
su atención se concentra en el ser tras
ella. Un extraño aleteo en el estómago le advierte sobre la importancia de la misteriosa mujer.
-Mucho gusto señorita. Gerard Decout-
-Encantada de conocerlo doctor.
Mi nombre es Abril Valdivieso- Se presenta con una sonrisa nerviosa y coqueta
de ratón, que hace que Luciana suelte un pequeño bufido de irritación. Gesto
que no pasa de ser percibido por Gerard que aún mantiene la mirada fija en
ella. Le suelta la mano a Abril y se la
ofrece a Luciana intentando descubrir el misterio que la rodea.
-Luciana Lemaitre- Se limita a
contestar en un susurro, fingiendo irritación en la voz y con la mirada clavada
en el suelo, pero cuando sus manos se tocan el extraño hormigueo de la primera
vez vuelve a invadirlos. Aquella sensación y escucharle el nombre que le dio
Cedric revelan ante Gerard la verdadera identidad de la misteriosa enfermera; ¡Ella
es su diosa de Agua!
Gerard aprieta fuertemente la
mano de Luciana en la suya. Esta más allá de la felicidad por encontrarla una
vez más y teme que nuevamente se le escape entre los dedos. Por fin todas las
piezas caen en su lugar. Luciana levanta la cabeza extasiada por la sensación y ambos se
eclipsan cuando sus miradas se encuentran. Están completamente perdidos en los
ojos del otro, en el deseo, en el recuerdo de sus cortos instantes a solas. Él tiene que reprimir el deseo intenso de
tomarla entre sus brazos para no escandalizar a los presentes, mientras que
ella hiperventila a través del tapabocas tratando de llevar aire fresco a sus
pulmones.
-la señorita Lemaitre se
encuentra enferma. Sabrá usted disculpar que lleve el tapabocas puesto- La voz
del doctor Almenares rompe la magia del momento, y Luciana se aferra a ese
instante de lucidez para retirar la mano y volver a posicionarse tras abril. La
conmoción no le permite darse cuenta que ha sido descubierta. Gerard inhala
profundamente para recobrar la compostura y no delatarse ante su nuevo tutor.
Toma de nuevo asiento y trata de permanecer impasible. Sabe que tendrá la
oportunidad de hablar con ella a solas y con mayor tranquilidad.
-Señoritas, él es el doctor
Gerard Decout, y desde el lunes trabajará en este hospital para reemplazar al
doctor Caicedo que tan solo se ocupará de la morgue- Las palabras del Doctor
Almenares drenan toda la energía de Luciana y hacen que se tambalee por la
angustia de no poder evadir con éxito por más tiempo a Gerard. Tienen que dar
un paso hacia atrás y sostenerse del hombro de abril para evitar caer por la
impresión. –Espero que sean con él igual de diligentes y lo hagan sentir
bienvenido. Complacido de trabajar en este humilde hospital- Agrega.
- Estoy más que feliz en este
momento- Exclama Gerard.
-¡Perfecto!- Vitorea el doctor
Almenares levantándose de su silla y dirigiendo luego sus palabras a Abril -
Señorita Valdivieso, ¿Podría llevar al doctor Decout a conocer las
instalaciones del hospital?- Y antes de
que ella pueda responder Luciana se disculpa para salir corriendo del lugar y
evitar derrumbarse. – Con permiso- Murmura y emprende su camino, pero antes de
llegar a la puerta su peor temor se hace realidad dejándola congelada.
-Si no le importa doctor
Almenares me gustaría que Luciana me acompañarán en el recorrido- La voz de Gerard
es aterciopelada y llena de entusiasmo. Abril no puede evitar una mueca de
disgusto, mientras que el doctor pregunta confundido la razón.
-Claro que no, pero me gustaría
entender su preferencia por la señorita Lemaitre-
-No es ninguna preferencia
estimado doctor- Miente haciendo una pequeña reverencia a Abril para no incomodarla con el rechazo de
su compañía- Pero la conocí antes y me
sentiría en más confianza con ella-
Agrega con un tono sugerente que hace estremecer a Luciana.
-¿Ya se conocían?- pide el doctor
y alza las cejas sorprendido. Luciana se
gira angustiada al darse cuenta de que ha sido descubierta. Pero lo que más la
mortifica, es la explicación que él pueda ofrecer a la forma y los lugares en
los que se han encontrado. En el primer encuentro en la playa ella llevaba muy
poca ropa, en el segundo era él quien estaba totalmente desnudo, y el tercero
sucedió en la puerta del lugar más vetado en la ciudad. Ella
lo mira con ojos suplicantes, haciendo que Gerard comparta su angustia.
No desea verla tan mortificada, y mucho menos por su causa.
-Me hospedó en la casa de Petra.
La conocía allí cuando entregaba algunas flores- Responde rápidamente y Luciana
suelta suspiro de alivio al escuchar la sabia respuesta. Ahora su mirada sólo
refleja gratitud mezclada con admiración.
-Está bien- asiente el doctor
Almenares hacia Gerard satisfecho con aquella respuesta. Luego se dirige a
Luciana para darle las indicaciones. -Por favor señorita Lemaitre, acompañe al doctor y dele un recorrido por
todo el hospital, asegúrese de que conozca todos los menesteres de la
institución y por último déjelo instalado en el antiguo consultorio del doctor
Caicedo-
-Pero señor, no creo que sea
buena idea acompañar al ilustre doctor Decout - Responde Luciana pronunciando
con sarcasmo bien disimulado sus últimas tres palabras. Sin embargo, Gerard que
es plenamente consciente del juego logra identificarlo.
-¿Por qué no Luciana?- Se apresura a preguntar a
sabiendas de que ella no podría entregar una excusa válida sin ponerse al
descubierto, pero ella lo deja sorprendido por su astucia.
- Me siento un poco enferma en
este momento. Podría contagiarlo- Ella lo observa desafiante por encima del
tapabocas y sus palabras nuevamente destilan ironía, pero él no está dispuesto
a dejarse sacar del juego y hace su jugada dejando en jaque a Luciana.
-No me preocupa. De hecho podría
revisarla y convertirla en mi primer paciente- Responde con la sonrisa
endiablada que deja al descubierto sus
dientes perfectos y hace que sus ojos se llenen de picardía. Luciana se
queda inmóvil en su lugar, hipnotizada por la carnalidad de aquel gesto exclusivo
para ella. Su memoria le recuerda la ocasión en que vio por primera vez aquella
sonrisa, cuando lo encontró totalmente desnudo en el baño de Petra. Nuevamente
el fuego abrasador le consume el cuerpo y el calor asfixiante hace que tenga
que retirarse el tapabocas.
El corazón de Gerard estalla en
júbilo al ver aquella reacción. La certeza de ser él quien la provoca lo llena de optimismo en su
tarea de conquistarla. Está decidido en hacer lo que sea necesario para que
ella no disculpe y lo acepte.
-Entonces no se diga más. Acompañe
al buen doctor y póngase en sus manos, él sabrá cómo tratarla- sentencia el doctor
Almenares haciendo su camino a la puerta. La abre e invita a todos a salir de
ella con una disculpa.- Ahora sí me lo permiten tengo mucho trabajo por hacer-
Luciana se gira frustrada y sale
como un rayo por la puerta, pero en segundos es alcanzada por Gerard y su
sonrisa triunfante. Mientras tanto Abril se queda confundida en el umbral
observando cómo ambos se alejan por el pasillo y finalmente se encoge de
hombros vencida por la ignorancia.
-¿Luciana?- él la llama pero ella
no se detiene. Por el contrario agiliza el paso a punto de correr.
-Luciana- intenta nuevamente obtener su atención y su diversión es remplazada
por la preocupación.
-Comenzaremos por el ala izquierda del hospital, allí se encuentran
dos salas de procedimientos, un cuarto de limpieza, el almacén de medicamentos
y su nuevo consultorio- Responde fría y distante, tratando de reforzar la
muralla que protege su corazón.
-Primero debemos hablar -Pide Gerard
indeciso de tomarla por el brazo para detenerla.
-Es lo que estamos haciendo
Doctor- gruñe Luciana.
-Hablar de nosotros- Aclara en
una pequeña súplica.
-No hay un nosotros-
-Eso puede corregirse- declara y
la toma por el brazo, lo que hace que ella se gire bruscamente haciendo que sus
cuerpos choquen. Están tan cerca que pueden sentir el aliento del otro sobre
sus labios. Gerard coloca su otra mano en la cintura de Luciana para asegurarla
y evitar que corra de nuevo.
-No te imaginas lo mucho que
deseaba verte- Le susurra mirándola fijamente a los ojos para demostrarle la
sinceridad de sus palabras.
-¿Para qué?- jadea por la cercanía
que la consume y luchando por mantener la cordura entre los brazos de Gerard.
-Necesitaba hablar contigo-
-¿Acaso no ha terminado de
ofenderme?- Le recrimina desafiante pero sobre todo muy dolida. Gerard cierra
los ojos culpable con el reproche que bien merecido tiene por la manera en que
la trató la madrugada del lunes.
-Lo lamento mucho, fui un estúpido-
Responde afianzando aún más su agarre.- Quería pedirle mis más sinceras
disculpas por mi comportamiento- desliza
hacia su rostro la mano con la que le sostenía el brazo, y con los nudillos le
acaricia las mejillas. Luciana permanece inmóvil una vez más, hipnotizada por
la mirada de Gerard sintiendo como la suave caricia le genera una pequeña
grieta en la muralla que rodea su corazón.
Permanecen allí, devorándose con los ojos como si el mundo no existiera,
como si tan solo ellos y sus deseos habitaran la tierra. Gerard desvía su
mirada hacia la apetitosa boca de Luciana ansioso de posar sus labios en los de
ella, tal como lo imaginaba en sus sueños desde que la descubrió en la playa.
Luciana cierra los ojos rindiéndose ante el deseo y esperando su primer beso. Un beso que anhelaba por más
que quisiera ocultarlo.
-¡Ahora entiendo la preferencia!-
La voz quejumbrosa de Abril los toma por
sorpresa. Luciana se libera de los brazos de Gerard y se apresura hacia su
amiga que la mira con desaprobación y con las manos en la cintura.
-Abril no es lo que te imaginas,
yo..- Se queda sin palabras para explicar la incomoda situación. El corazón le
palpita tan fuerte que le retumba en los oídos y el aire comienza a faltarle
por la desesperación de sentirse descubierta. Abril se acerca a ella y retira sus
manos de la cintura para tomar entre las suyas las manos de Luciana. Esboza una
sonrisa casi imperceptible y le ofrece su complicidad.
-No te preocupes- Susurra y le guiña
el ojo.- ya sabía yo que tu distracción en las últimas semanas tenia nombre-
-¡Te juro que no es lo que te imaginas!-
-No tengo que imaginarme nada, lo
que vi me lo dejo muy claro- Se burla mientras que Luciana se tapa las manos con ambas manos ahogando su
grito de vergüenza.
-Por favor Abril, no digas nada. No
quiero meter en problemas a Luciana- Suplica Gerard acercándose a ellas. – me iré de este hospital
de ser necesario.
-No se preocupen por mí. Más bien
deberían preocuparse por no ser descubiertos. Alguna monjita mojigata podría pasar
y verlos- Replica mirando hacia ambos lados del corredor.
-Muchas gracias- exclama Gerard- Seremos más cuidadosos-
-¡Nada de eso!- Protesta Luciana descubriéndose el rostro. –
¡Tan solo déjeme en paz!- Le grita a Gerard y continua su camino, dejándolo aturdido
y descolocado por el cambio de actitud. Paso de ser una tierna y dulce dama entre
sus brazos, para convertirse en mujer fría e insensible que huye de él.
Abril suelta un
bufido, se cruza de brazos y niega con la cabeza mientras observa como Luciana se
aleja por el pasillo. Luego se gira hacia Gerard que permanece aun confundido y le regala un consejo
acompañado de una sonrisa compasiva.
-Es un hueso
duro de roer, pero si insiste ella terminara rendida a sus encantos- Se gira nuevamente devolviéndose por el
pasillo dejando solo a Gerard. El toma el consejo y sale corriendo una vez más
para alcanzarla.
-Luciana espere por favor- Grita tras ella. No esta dispuesto a perder una vez más en el amor. No sí su amor es correspondido, y esta tan seguro como que el infierno es caliente, de que ella le corresponde. Sólo debe encontrar la manera de perforar la coraza que envuelve sus sentimientos. Luciana llega al final del pasillo y saca del bolsillo de su delantal un manojo de llaves unidas por un aro de metal. Selecciona una de ellas y abre la puerta justo cuando Gerard la alcanza.
-Esta es la sala de procedimientos principal, esta totalmente equipada con anestésicos e instrumentos. Aquí se realizan las cirugías más complejas- Ella recita la información monótonamente desde el umbral de la habitación. El le hecha un vistazo rápido para complacerla, totalmente consiente de la actitud impersonal y distante que ella toma para realizar la tarea que le encomendó el doctor Almenarez.
- En realidad lamentó mucho haberte ofendido- Murmura centrando de nuevo su atención en ella, pero Luciana tan solo le devuelve una mirada impasible y cierra la puerta bruscamente frente a él. Retoma su camino sin decir una palabra y unos metros más allá abre la siguiente puerta quedándose de nuevo en el umbral.
- Esta es la sala de procedimientos auxiliar, aquí se realizan procedimientos más sencillos y y ayudamos a mujeres con partos complicados- Murmura igual de distante. Gerard asiente sin mirar la habitación, toda su atención concentrada en ella para tratar de identificar un punto débil por el cual penetrar. Ella vuelve a darle el portazo frente a la cara y continúa caminando rápidamente por el pasillo. Llega a la tercera puerta y repite la rutina.
-Esta es la bodega de medicamentos, tenemos gran variedad de remedios, algunos fabricados aquí pero la gran mayoría son traídos en barcos desde Europa-
Gerard se posiciona justo debajo de la puerta para echar un vistazo. Utiliza esa maniobra para medir la rabia y desprecio de Luciana. Si intenta cerrar la puerta de la misma forma no podría evitar golpearlo. Se gira en su eje hacia ella y arremete contra la coraza que la envuelve.
- Se que fui un idiota. Por favor perdóneme.- Se arriesga a ser golpeado con la puerta pero para su fortuna ella se queda inmóvil en su lugar con la mirada fija en fondo de la habitación. Luciana lucha en su interior para resistir cada arremetida, curando cada grieta en la muralla que la protege. No se atreve a mirarlo para no volver a caer en el encanto de su sonrisa. Espera pacientemente que él salga para cerrar de nuevo la puerta. Pasan los segundos y permanecen en su lugar librando aquella batalla silenciosa, hasta que Luciana se rinde, se gira y camina por el pasillo dejándolo en el umbral.
-Por favor cierre la puerta cuando salga- Refunfuña frustrada con ella misma al ceder. Gerard encuentra su punto débil y comienza a idear la forma de escarbar para salir al otro lado. Donde los sentimientos de la diosa descansan. Descubrió que por mas enojada que esté, es una mujer educada y él sacara provecho de eso.
-¿Lo ve? Hablarme no produce dolor-
"Pero que usted lo haga si me lo produce" Piensa Luciana mientras camina hacia otra puerta. La abre y entra quedándose en la mitad esperando que Gerard la alcance. Cuando él sé para a su lado ella comienza su discurso.
- Este será su consultorio. Como podrá ver, tiene un escritorio, una vitrina con medicamentos esenciales, una camilla y una pequeña biblioteca con compendios médicos. Además, tiene vista a la calle principal- Recita señalando cada uno de los elementos que menciona. - si necesita algo más debe solicitarlo a la madre superiora.
-También debo pedirle a ella su perdón?- Intenta de nuevo y hace su jugada. - Es de mal educación no responder a una disculpa-
Luciana lo observa mortificada y responde. -No se preocupe doctor, no me sentí ofendida- Miente y adopta un aire de grandeza cuando le expresa su supuesta indiferencia.- La patada se recibe dependiendo del.....-
-...asno del que provenga- La acompaña Gerard para terminar la oración. -El problema es que yo deseó ser su asno favorito- Agrega disparando su fascinante sonrisa. Luciana siente como aquellas dulces palabras son una fuerte cincelada en su corazón. Luego él coloca las manos con las palmas hacia el frente sobre sus orejas simulando las de un burro e imita al animal en mención.
-yggggghaaaa- Rebuzna.
Luciana tiene que morderse los labios para evitar sonreír y darle la victoria. Sale disparada de la habitación y el la sigue feliz consciente de que logro debilitar su fortaleza. Ella camina apresuradamente intentando dejarlo atrás para darse tiempo y recomponerse.
- Por favor sonríe- Insiste tras ella. -Desearia conocer tu sonrisa-
Luciana agiliza más el paso levantándose un poco la parte anterior de su uniforme para poder dar zancadas más grandes en su huida. Esta a punto de llegar nuevamente al consultorio Almenarez cuando el la alcanza.
-Por favor háblame. Dime que piensas de mi- Gerard intenta descifrar en que posición se encuentra en el corazón de Luciana para poder conquistarla. Ella se detiene frente a la puerta verde de los niños y abre la puerta dejando al descubierto la precariedad y la desolación que produce un pabellón con camas llenas de niños enfermos. Sabe que esa imagen lograra distraerla de la diversión.
Cuando Gerard se encuentra con aquella visión también olvida su misión. El corazón se le estruja en el pecho por la tristeza que le provoca ver la agonía de seres tan indefensos. Se lleva las manos a la cabeza horrorizado y con un fuerte sentimiento de impotencia.
- ¡Santa mierda. Pobres niños!- Susurra con tanto dolor que Luciana lo toma de la mano y lo saca de la habitación.
- Tranquilo- Intenta consolarlo al sentirse culpable por ofrecerle de manera tan cruel y sin preparación una visión tan triste. - Están en tratamiento y pronto estarán bien-
- ¿Cual es la enfermedad?-
- Muchas. Pero la mayoría sufre una desnutrición severa- Responde con melancolía acompañando a Gerard en el dolor. - son hijos de personas muy pobres- Agrega.
- ¡Debemos hacer algo!- La angustia en el rostro de Gerard compra la simpatía de Luciana que le regala una sonrisa.
-Lo hacemos y puede ser más fácil con su ayuda- Luciana intenta sacar a Gerad de la conmoción pero el solo asiente aun perturbado. Con un sentimiento de impotencia que lo atormenta sin dejarle apreciar la sonrisa compasiva que ella le ofrece.
-Pensaba que usted era un comerciante o un marinero- La respuesta ofrecida por Luciana sin tener que precionarla hace que Gerard se recuperé un poco. La observa y suelta un bufido.
- No podría ser un comerciante. No sería capaz de vender un vaso de agua en el desierto- Toma una inhalación profunda e intenta regresar a la batalla para conquistar de una vez por todas el corazón de Luciana.
-Tampoco podría ser marinero, el único mar que navegaría seria el mar del amor, pero hace mucho tiempo deje mi barca en el desierto- Agrega con algo de melancolía al recodar a Abigail y su muerte, pero aprovechando que Luciana aun lo observa con compasión, le da la declaración final que hace que la muralla que ella había construido y mantenido por años se hiciera añicos desde los cimientos, dejando su corazón expuesto para amar y ser amado.
-Sin embargo, contigo estaría dispuesto a buscar un nuevo mar-
-Luciana espere por favor- Grita tras ella. No esta dispuesto a perder una vez más en el amor. No sí su amor es correspondido, y esta tan seguro como que el infierno es caliente, de que ella le corresponde. Sólo debe encontrar la manera de perforar la coraza que envuelve sus sentimientos. Luciana llega al final del pasillo y saca del bolsillo de su delantal un manojo de llaves unidas por un aro de metal. Selecciona una de ellas y abre la puerta justo cuando Gerard la alcanza.
-Esta es la sala de procedimientos principal, esta totalmente equipada con anestésicos e instrumentos. Aquí se realizan las cirugías más complejas- Ella recita la información monótonamente desde el umbral de la habitación. El le hecha un vistazo rápido para complacerla, totalmente consiente de la actitud impersonal y distante que ella toma para realizar la tarea que le encomendó el doctor Almenarez.
- En realidad lamentó mucho haberte ofendido- Murmura centrando de nuevo su atención en ella, pero Luciana tan solo le devuelve una mirada impasible y cierra la puerta bruscamente frente a él. Retoma su camino sin decir una palabra y unos metros más allá abre la siguiente puerta quedándose de nuevo en el umbral.
- Esta es la sala de procedimientos auxiliar, aquí se realizan procedimientos más sencillos y y ayudamos a mujeres con partos complicados- Murmura igual de distante. Gerard asiente sin mirar la habitación, toda su atención concentrada en ella para tratar de identificar un punto débil por el cual penetrar. Ella vuelve a darle el portazo frente a la cara y continúa caminando rápidamente por el pasillo. Llega a la tercera puerta y repite la rutina.
-Esta es la bodega de medicamentos, tenemos gran variedad de remedios, algunos fabricados aquí pero la gran mayoría son traídos en barcos desde Europa-
Gerard se posiciona justo debajo de la puerta para echar un vistazo. Utiliza esa maniobra para medir la rabia y desprecio de Luciana. Si intenta cerrar la puerta de la misma forma no podría evitar golpearlo. Se gira en su eje hacia ella y arremete contra la coraza que la envuelve.
- Se que fui un idiota. Por favor perdóneme.- Se arriesga a ser golpeado con la puerta pero para su fortuna ella se queda inmóvil en su lugar con la mirada fija en fondo de la habitación. Luciana lucha en su interior para resistir cada arremetida, curando cada grieta en la muralla que la protege. No se atreve a mirarlo para no volver a caer en el encanto de su sonrisa. Espera pacientemente que él salga para cerrar de nuevo la puerta. Pasan los segundos y permanecen en su lugar librando aquella batalla silenciosa, hasta que Luciana se rinde, se gira y camina por el pasillo dejándolo en el umbral.
-Por favor cierre la puerta cuando salga- Refunfuña frustrada con ella misma al ceder. Gerard encuentra su punto débil y comienza a idear la forma de escarbar para salir al otro lado. Donde los sentimientos de la diosa descansan. Descubrió que por mas enojada que esté, es una mujer educada y él sacara provecho de eso.
-¿Lo ve? Hablarme no produce dolor-
"Pero que usted lo haga si me lo produce" Piensa Luciana mientras camina hacia otra puerta. La abre y entra quedándose en la mitad esperando que Gerard la alcance. Cuando él sé para a su lado ella comienza su discurso.
- Este será su consultorio. Como podrá ver, tiene un escritorio, una vitrina con medicamentos esenciales, una camilla y una pequeña biblioteca con compendios médicos. Además, tiene vista a la calle principal- Recita señalando cada uno de los elementos que menciona. - si necesita algo más debe solicitarlo a la madre superiora.
-También debo pedirle a ella su perdón?- Intenta de nuevo y hace su jugada. - Es de mal educación no responder a una disculpa-
Luciana lo observa mortificada y responde. -No se preocupe doctor, no me sentí ofendida- Miente y adopta un aire de grandeza cuando le expresa su supuesta indiferencia.- La patada se recibe dependiendo del.....-
-...asno del que provenga- La acompaña Gerard para terminar la oración. -El problema es que yo deseó ser su asno favorito- Agrega disparando su fascinante sonrisa. Luciana siente como aquellas dulces palabras son una fuerte cincelada en su corazón. Luego él coloca las manos con las palmas hacia el frente sobre sus orejas simulando las de un burro e imita al animal en mención.
-yggggghaaaa- Rebuzna.
Luciana tiene que morderse los labios para evitar sonreír y darle la victoria. Sale disparada de la habitación y el la sigue feliz consciente de que logro debilitar su fortaleza. Ella camina apresuradamente intentando dejarlo atrás para darse tiempo y recomponerse.
- Por favor sonríe- Insiste tras ella. -Desearia conocer tu sonrisa-
Luciana agiliza más el paso levantándose un poco la parte anterior de su uniforme para poder dar zancadas más grandes en su huida. Esta a punto de llegar nuevamente al consultorio Almenarez cuando el la alcanza.
-Por favor háblame. Dime que piensas de mi- Gerard intenta descifrar en que posición se encuentra en el corazón de Luciana para poder conquistarla. Ella se detiene frente a la puerta verde de los niños y abre la puerta dejando al descubierto la precariedad y la desolación que produce un pabellón con camas llenas de niños enfermos. Sabe que esa imagen lograra distraerla de la diversión.
Cuando Gerard se encuentra con aquella visión también olvida su misión. El corazón se le estruja en el pecho por la tristeza que le provoca ver la agonía de seres tan indefensos. Se lleva las manos a la cabeza horrorizado y con un fuerte sentimiento de impotencia.
- ¡Santa mierda. Pobres niños!- Susurra con tanto dolor que Luciana lo toma de la mano y lo saca de la habitación.
- Tranquilo- Intenta consolarlo al sentirse culpable por ofrecerle de manera tan cruel y sin preparación una visión tan triste. - Están en tratamiento y pronto estarán bien-
- ¿Cual es la enfermedad?-
- Muchas. Pero la mayoría sufre una desnutrición severa- Responde con melancolía acompañando a Gerard en el dolor. - son hijos de personas muy pobres- Agrega.
- ¡Debemos hacer algo!- La angustia en el rostro de Gerard compra la simpatía de Luciana que le regala una sonrisa.
-Lo hacemos y puede ser más fácil con su ayuda- Luciana intenta sacar a Gerad de la conmoción pero el solo asiente aun perturbado. Con un sentimiento de impotencia que lo atormenta sin dejarle apreciar la sonrisa compasiva que ella le ofrece.
-Pensaba que usted era un comerciante o un marinero- La respuesta ofrecida por Luciana sin tener que precionarla hace que Gerard se recuperé un poco. La observa y suelta un bufido.
- No podría ser un comerciante. No sería capaz de vender un vaso de agua en el desierto- Toma una inhalación profunda e intenta regresar a la batalla para conquistar de una vez por todas el corazón de Luciana.
-Tampoco podría ser marinero, el único mar que navegaría seria el mar del amor, pero hace mucho tiempo deje mi barca en el desierto- Agrega con algo de melancolía al recodar a Abigail y su muerte, pero aprovechando que Luciana aun lo observa con compasión, le da la declaración final que hace que la muralla que ella había construido y mantenido por años se hiciera añicos desde los cimientos, dejando su corazón expuesto para amar y ser amado.
-Sin embargo, contigo estaría dispuesto a buscar un nuevo mar-
NOTA DEL AUTOR
Gracias por leer esta historia a la cual le entregare
mi corazón como a un primer hijo. Igualmente agradezco sus
comentarios ya que son el combustible que me empuja a continuar con
esta creación.
Un agradecimiento especial a Neda Zulma Castagnola en Argentina por ayudarme con esta publicacion para que pudiera salir a tiempo.
¡Sos grande Neda!
¡Sos grande Neda!
jajajajaja mal comerciante seria uy quiero leer mas ahora que se encontraron muy buen capitulo
ResponderBorrarMe encanta...
ResponderBorrarGerard es un burro jajajaja, eso me encanto
Me tienes encantada Farley, un beso guapa, nos leemos la proxima semana :D
Lo AMOOOOO asi con todas sus letras Gerald es un amor... Y si Luciana no quiere yo si.
ResponderBorrarAmiga mia como cada Damingo aqui estoy pendiente de tu historia sabes de sobra q me tienen enganchada.
La loko siempre te apoyara para lo q necesites hoy y siempre y recuerda q en mi tienes una amiga incondicional.
Besitos Tkm
aaaahhh quiero mas!! hacelo mas largo a los capítulos por fiiiss!! jajajaja me encanta Gerald, me encanta esta historia!!! como siempre este blog escribe historias maravillosas espero podamos ser buenas amigas!! besos!!
ResponderBorrarYo quiero ese marinero , fabuloso
ResponderBorrar:)
Gracias a vos amiga!!!
ResponderBorrarFarley precioso capitulo, cada ves que leo tus novelas quedo encantada, te felicito amiga y gracias por darnos un ratico de tu tiempo un beso madre.
ResponderBorrarGERARD...IDIOTA !!
ResponderBorrarMAS TE VALE QUE NO LE HAGAS DAÑO A ESAS LINDAS MUJERS.
AHORA...PORTATE BIEN O TE CASTIGO
HAHAHAHA
ME ENCANTO FARLEY !